La Verdad
Murcia
Miércoles, 16 de enero 2019, 17:54
La Iglesia de Cartagena celebró este miércoles la fiesta de su patrón, San Fulgencio, con una celebración solemne en la Catedral. A las 11.00 horas se inició la procesión claustral con la urna que contiene las reliquias de San Fulgencio, portada ... por los diáconos. El obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, acompañado por el obispo de Gurué, Francisco Lerma; el vicario general y un numeroso grupo de sacerdotes completaban la procesión con la que se daba inicio a la celebración de la Eucaristía, por el rito hispano-mozárabe.
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La fiesta de San Fulgencio se celebró, tras la Eucaristía, en el patio del Palacio Episcopal, donde se sirvió el tradicional boniato dulce y mistela, un postre con el que antiguamente se celebraba esta onomástica en el seminario que lleva su nombre.
Al principio de la era visigótica gobernaba en Cartagena el duque Severiano, que recibió de su madre la fe católica. Severiano se casó en Cartagena con Teodora y tuvieron por hijos a San Leandro, San Fulgencio, Santa Florentina y San Isidoro. San Fulgencio (546-621) fue un admirable erudito que destacó por su bondad de carácter, claridad de palabra y virtud. Ocupó dos veces la silla episcopal de Cartagena y una la de Écija.
En 1594, a instancias del obispo Don Sancho Dávila y con el beneplácito del rey Felipe II, llegaron a la ciudad de Murcia parte de las reliquias de San Fulgencio y de Santa Florentina, provenientes de Berzocana, en Cáceres, donde reposaban sus cuerpos. Recibidas en solemne procesión desde la Villa de Espinardo, en la que habían permanecido algunos días, fueron depositadas en el altar mayor de la Catedral para su veneración.
Los huesos del que desde entonces es patrono de la Diócesis se custodian en diversas urnas, siendo la más suntuaria de todas ellas la que en el siglo XVIII costeó el racionero de la Catedral Julián Marín y Lamas y ejecutó el platero Rafael Proens. El incendio de 1854 afectó casi en su totalidad al altar mayor, fundiéndose el arca-relicario. A iniciativa del obispo Mariano Barrio y del Cabildo Catedralicio, y recurriendo a la mediación de Antonio María Claret, confesor de la Reina Isabel II, se encargó a Víctor Pérez, platero de la corte, la actual urna para colocar los huesos de San Fulgencio rescatados tras el incendio.
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