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Es probable que quien empiece a leer este reportaje, en este primer domingo de julio, esté tumbado al sol en la playa o en la piscina. Antes de seguir, échese protector solar, si es que se le ha olvidado esta mañana, y compruebe además que ha usado un factor 50 que proteja de los rayos ultravioleta A y B. Si no es así, vaya a la farmacia más cercana, porque los factores 20 o 30 no le van a servir de mucho frente al melanoma. Pero además, y sin ánimo de arruinarle el día, en realidad debería ponerse una gorra y quedarse debajo de la sombrilla. Si lo que pretende es dejar pasar las horas al sol, sepa que no es en absoluto una buena idea: póngase al menos una camiseta. Se lo advierte alguien que no es una cualquiera: Berta López Sánchez-Laorden (Murcia, 1979) lleva toda su brillante carrera científica estudiando el melanoma, el cáncer de piel más agresivo.
Después de pasar por dos centros de referencia internacional –el Institute of Cancer Research (Londres) y el Cancer Research UK (Manchester)– la investigadora murciana dirige ahora el laboratorio de Plasticidad Fenotípica de Melanoma, en el Instituto de Neurociencias de Alicante, y es científica titular del CSIC. Desde allí trata de desentrañar la biología de la metástasis cerebral y el papel de determinadas células del cerebro en el desarrollo del tumor. Para este fin cuenta ahora con el respaldo de la MRA (Alianza para la Investigación en Melanoma, en sus siglas en inglés), que le ha concedido un premio dirigido a jóvenes investigadores y dotado con 225.000 dólares. No es el primer reconocimiento de este tipo. Ya en 2018 consiguió el respaldo de la Fundación Fero.
Si se detecta en estadios iniciales, el melanoma puede ser tratado y eliminado mediante cirugía. Pero si el tumor está ya avanzado en el momento del diagnóstico, hay una alta probabilidad de que se desarrolle metástasis cerebral. «Se comportan de manera diferente a las metástasis en otros órganos y no responden igual a las terapias existentes», señala Sánchez-Laorden.
La científica ha investigado a lo largo de los últimos años el papel de la microglía (las células del sistema inmune del cerebro). La función de esta microglía debería ser la de defender al cerebro del 'agresor', es decir, de las células tumorales. Sin embargo, «estudios que estamos llevando a cabo en el laboratorio muestran que la microglía podría contribuir al desarrollo de las metástasis cerebrales de melanoma». De alguna forma, las células cancerígenas 'educan' a las células del sistema inmune y las utilizan en su propio beneficio. «Ahora, en este proyecto queremos investigar en más detalle los mecanismos subyacentes», explica Sánchez-Laorden. Pero, sobre todo, la directora del laboratorio de Plasticidad Fenotípica de Melanoma del Instituto de Neurociencias de Alicante quiere poner el foco, en esta ocasión, en otro tipo de células, los oligodendrocitos, cuya función es «crear vainas de mielina alrededor de los axones de las neuronas, aislándolos y aumentando la velocidad de transmisión de los impulsos eléctricos que los recorren». La investigadora ha comprobado cómo en los tumores analizados en modelos animales hay «una acumulación» de estos oligodendrocitos, sin que hasta la fecha ningún estudio haya abordado la cuestión. El papel que juegan estas células en el desarrollo de los tumores «es totalmente desconocido». Sí que se ha descrito, explica Sánchez-Laorden, «un papel inmunomodulador en enfermedades neurodegenerativas».
El objetivo final es «descubrir puntos vulnerables de las metástasis cerebrales que podamos atacar y que permitan plantear tratamientos que sean más efectivos para los pacientes de melanoma».
La científica da con este proyecto un paso más en su brillante carrera, que comenzó en la Universidad de Murcia y le llevó después a dos centros de referencia en Reino Unido, el Institute of Cancer Research y el Cancer Research UK, de la mano de Richard Marais, una de las principales figuras en el estudio del cáncer. Formando parte de su equipo fue coautora de un estudio publicado en 'Nature' que alertaba de que ni siquiera un factor 50 en protector solar es suficiente para garantizar la protección frente al melanoma. Así que si está tumbado al sol, mejor búsquese una sombrilla. Haga caso a la ciencia.
La crisis del coronavirus paralizó la actividad en los laboratorios y organismos científicos no directamente vinculados con la lucha contra el virus. El Instituto de Neurociencias de Alicante, como el resto de centros, redujo la actividad a lo imprescindible para prevenir contagios. Poco a poco, los laboratorios van recuperado actividad, con la incógnita de qué sucederá tras esta convulsión que ha sacudido los cimientos de la sociedad. ¿Saldrá reforzada la ciencia de esta crisis? A corto plazo «puede tener algunas consecuencias negativas» para los equipos que investigan cáncer u otras áreas no vinculadas con el coronavirus, «porque muchos recursos se han ido al estudio de la Covid», señala Berta López Sánchez-Laorden. «No sabemos cómo va a afectar a la financiación, no solo en España, sino en Estados Unidos, Reino Unido y el resto de países». Pero, más allá de este primer impacto, «puede que la sociedad se dé cuenta de la importancia de la ciencia, de que una sociedad se construye con ciencia, no solo con ladrillo», reflexiona la investigadora murciana. Con el coronavirus «se está viendo el papel de la ciencia básica», que ha sufrido recortes en los últimos años.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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