Las drogas no son algo nuevo para José (el nombre es supuesto para preservar su intimidad), un autónomo de 41 años que desde hace años ... consume diferentes sustancias en sus momentos de ocio. Pero ahora, además, han pasado a formar parte de su vida sexual. «Ya no concibo tener sexo sin drogas», admite. Los fines de semana queda en Murcia con otros hombres para practicar lo que se conoce como 'chemsex'. El éxtasis, la metanfetamina o la mefedrona pasan de mano en mano y, en este estado de euforia, se mantienen relaciones en las que «nadie se pone un condón».
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En estas fiestas es cada vez más habitual el 'slam' (consumo de drogas inyectadas). «Yo esto no lo practico, pero hay mucha gente que sí lo hace», explica José. Es una moda que dispara todavía más el riesgo de infecciones, y los resultados empiezan ya a comprobarse. En lo que va de año, Salud ha detectado 18 casos de infección aguda por el virus de la hepatitis C (VHC) en la Región de Murcia, frente a los apenas 6 de todo 2020. Desde 2013, la media ha sido de siete casos por año. Se trata, «mayoritariamente», de infecciones «por transmisión sexual», explica el servicio de Epidemiología de la Consejería. Una proporción «importante» de estos pacientes «presentan coinfección por VIH, y un menor porcentaje son consumidores de sustancias psicoactivas».
Pero para los especialistas en Infecciosas y las asociaciones que trabajan sobre el terreno, no hay dudas de que el cóctel de drogas y sexo sin protección está detrás de este repunte. «Esto está relacionado claramente con el 'slamming' en el contexto del 'chemsex'», advierte Bartolomé de Haro, presidente de Apoyo Activo, una organización que ofrece atención psicosocial en La Arrixaca a pacientes de VIH.
«Lo que más nos preocupa es que los casos detectados son pacientes nuestros, que acuden al hospital y se hacen pruebas periódicas. Pero nos tememos que hay mucha gente sin diagnosticar», lamenta. Porque el virus de la hepatitis C da en ocasiones la cara con una infección aguda, pero también puede pasar desapercibido, sin síntomas, y cronificarse. Enrique Bernal, especialista de Infecciosas en el Reina Sofía, recuerda que no solo se han disparado los casos de hepatitis C, sino que se está produciendo un aumento generalizado de enfermedades de transmisión sexual. El 'chemsex' es minoritario, pero no hay duda de que está contribuyendo a este incremento. «Nos están empezando a llegar pacientes con infecciones relacionadas con el 'chemsex'», confirma Bernal.
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En 2020 se notificaron en la Región 186 casos de infección gonocócica, frente a los 121 del año anterior. Hubo, además, 77 afectados de sífilis (78 en 2019) y 167 casos de infección por 'Chlamydia trachomatis'. La comparativa puede resultar algo engañosa, porque los datos anteriores a 2020 están incompletos fruto de la infranotificación. El año pasado se puso en marcha un nuevo sistema de registro desde los servicios de Microbiología que corrige este problema.
Pero la estadística del primer semestre de 2021 confirma el aumento de infecciones de transmisión sexual (ITS). Según se recoge en los boletines epidemiológicos de la Consejería, hasta el 20 de junio se habían notificado en la Región 45 casos de sífilis (diez más que en el mismo periodo del año pasado) y 88 de infección gonocócica (doce más). Además, se han detectado siete casos de hepatitis B (cuya vía de transmisión mayoritaria es la sexual), mientras que en el primer semestre de 2020 no se registró ninguno. En lo que respecta al VIH, en 2019 se notificaron 109 casos, la cifra más alta de la última década. La estadística de 2020 se publicará en las próximas semanas.
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Pero las secuelas del 'chemsex' van más allá de las ITS. En muchos casos se generan adicciones y problemas de salud mental. José lo ha comprobado en su entorno. «A mí no me afecta al trabajo, porque solo lo hago los fines de semana, pero hay gente que se termina drogando todos los días y pierde el empleo», confiesa. Este autónomo ya consumía sustancias antes de apuntarse al 'chemsex' pero, para otros, estas fiestas son la puerta de entrada a las drogas. «No es gente joven la que viene a estos encuentros, sino personas de mi edad, de unos 40. Muchos no habían tomado antes este tipo de drogas», relata José.
Se trata, además, de sustancias sintéticas que pueden ser muy peligrosas. «Hay un margen muy estrecho entre una dosis que causa un efecto placentero o una parada cardiorrespiratoria», advierte Enrique Bernal. Asimismo, el 'slam' puede pasar factura provocando una endocarditis (una inflamación de la membrana interna del corazón). Preocupan, además, los efectos sobre la salud mental, con la posible aparición de patología dual.
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El 'chemsex' es una práctica minoritaria: menos del 10% de los hombres que mantienen sexo con hombres aseguran tomar drogas intencionadamente para alargar sesiones de sexo, según Homosalud, un estudio realizado por la organización Stop Sida y la Universidad Autónoma de Barcelona, y publicado este año. Para Bartolomé de Haro, de Apoyo Activo, detrás puede haber en muchos casos «problemas de autoestima y autoaceptación» relacionados con el rechazo y la homofobia. El estudio Homosalud revela que quienes practican 'chemsex' «declaran en mayor proporción períodos de manía y depresión, disfunción sexual, adicción al sexo, adicción o dependencia a las 'apps' y redes sociales». También muestran más «pensamientos de querer morirse».
A Apoyo Activo, una organización que ofrece atención psicosocial a pacientes de la Unidad de VIH e infecciones de transmisión sexual (ITS) de La Arrixaca, llegan cada vez más personas con problemas de adicción vinculadas al 'chemsex'. «No hay recursos específicos a los que derivarlos. Los mandamos a los centros de atención a drogodependientes (CAD), que no están preparados para esto», lamenta Bartomolé de Haro, de Apoyo Activo.
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Pero más preocupante todavía resulta la falta de políticas de prevención, denuncia. «¿Se está informando de los problemas que puede provocar, por ejemplo, la mefedrona? Muchas de las personas que hacen 'chemsex' no tienen un pasado de consumo de drogas, no saben qué efectos tienen. Ni siquiera se plantean que estas sustancias generan adicción o que puedes tener brotes psicóticos», reflexiona De Haro.
En Madrid, Barcelona y otras ciudades hay desde hace tiempo centros de prevención a los que cualquiera puede acudir para realizarse pruebas diagnósticas de ITS y también para recibir información sobre los riesgos de prácticas como el 'chemsex'. En la Región, sin embargo, la Consejería de Salud no solo no ha creado este recurso, sino que dejó languidecer el centro de ITS de Cartagena, el único que existía. Tampoco han fructificado los intentos de desarrollar unidades de ITS abiertas, sin barreras de accesibilidad, en el Reina Sofía y La Arrixaca.
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«Hay una necesidad de intervención en Murcia y Cartagena para abordar el problema del 'chemsex'. Hay que poner ya en marcha iniciativas comunitarias para reducir daños», subraya Antonio Serrano, presidente de la asociación Vihsibles.
La otra clave es la profilaxis post-exposición (PrEP), un tratamiento que previene la transmisión del VIH e indicado para quienes tienen habitualmente relaciones sexuales sin protección. Apenas 95 personas han tomado la PrEP en la Región bajo prescripción médica desde su introducción en la sanidad pública, en 2019. «Es irrisorio, algo está fallando y la Consejería debería estudiarlo», advierte Serrano. «¿Cómo va a acceder la gente a una tratamiento que no sabe que existe?», se pregunta, por su parte, Bartolomé de Haro.
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El resultado de estos déficits, advierte, se traduce en la elevada proporción de diagnósticos tardíos VIH -donde se supera el 50%- y en hepatitis C.
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