Uno de los torreones del castillo de Mula, que corona la población. Nacho García / AGM

De castillo en castillo por la Región

Casi cada pueblo presume de fortaleza propia, y Mula acaba de recuperar la suya. El imponente conjunto renacentista no puede faltar en este paseo por la historia a través de diez ejemplos de arquitectura defensiva

Martes, 9 de abril 2024, 01:09

En la Región de Murcia, prácticamente no hay población sin castillo. Setenta fortalezas medievales alzan sus muros repartidas por 30 de los 45 municipios, a ... las que se suman otras construcciones defensivas de diferentes estilos y épocas. La mayor parte de este patrimonio se encuentra en manos de los ayuntamientos, como reclamo dentro de su oferta cultural y turística. La última incorporación ha sido Mula, que se ha hecho con la propiedad íntegra de su castillo tras años de negociaciones. Es una de las paradas en este recorrido, desde la costa al Altiplano, por un legado épico.

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    El vigía de Águilas

Vista de la bahía de Águilas desde el castillo. P. A.

Su protección resultó vital para el despegue que experimentó Águilas en el siglo XVIII. De esa época data el diseño actual: dos baterías (la de San Pedro y la de San Juan) unidas por un largo pasillo. Sin embargo, el castillo, abierto a las visitas turísticas, hunde sus cimientos en otras estructuras anteriores. En tiempos de Felipe II, aquí se levantó una torre vigía contra las incursiones piratas. Un sistema defensivo que blindaba la costa y del que se conservan las torres de Cope (Águilas), los Caballos (Bolnuevo, Mazarrón) y Santa Elena (La Azohía, Cartagena), entre otros ejemplos.

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    La Fortaleza del Sol (Lorca)

Castillo de Lorca, con las torres Alfonsina (i) y del Espolón. LV

Con el nombre de La Fortaleza del Sol, el castillo de Lorca alberga exposiciones y talleres para toda la familia, convertido en una especie de parque temático, además de ofrecer unas insuperables vistas de la comarca. El recinto defensivo representa mejor que ningún otro el pasado de la Región como territorio de frontera. Sus murallas fueron testigo de las continuas refriegas entre el reino nazarí de Granada y la Corona de Castilla. Ya en época cristiana, se levantaron las dos torres que destacan en su fisonomía: la Alfonsina (en recuerdo del Rey Sabio) y la del Espolón.

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    Un símbolo para Mula

Fortaleza de Mula, sobre el promontorio que domina la localidad. Nacho García / AGM

Alto, fuerte y bien torreado. Así reza una de las primeras descripciones que se conservan del castillo de Mula. El conjunto hace de nuevo historia porque, tras un sinfín de negociaciones, pasa a ser propiedad del Ayuntamiento y, por tanto, de todos los muleños, para los que representa un símbolo. Levantado hacia 1520, de porte renacentista, recuerda el poder que durante siglos ejerció la familia de los Fajardo, adelantados del Reino de Murcia y marqueses de los Vélez. También jugó su papel en la Guerra de Sucesión. Está a la espera de un proyecto de acondicionamiento que permita su apertura al público.

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    El cinturón defensivo de Cartagena

Cuartel defensivo Fajardo, en Cartagena. Pablo Sánchez / AGM

Fortalezas, baluartes, murallas y baterías de costa blindan Cartagena, dando cuenta de la importancia geoestratégica de su dársena a lo largo de la historia. Algunas de esas recias construcciones (como el castillo de la Concepción y el fuerte de Navidad) están abiertas a los turistas y forman parte de los itinerarios de Puerto de culturas. Pero otras sufren el abandono y el olvido. Es el caso del cuartel defensivo Fajardo, levantado en el último tercio del siglo XIX, como hito del Plan O'Donnell, para alojar a las guarniciones destinadas a las baterías del denominado frente derecho de la bocana.

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    Caravaca y su reliquia

Castillo-santuario de Caravaca de la Cruz. Guillermo Carrión / AGM

Visita imprescindible en este Año Jubilar. Entre los siglos XVII y XVIII, el recinto amurallado y con torreones que corona Caravaca de la Cruz fue transformado en santuario para acoger la reliquia del 'lignum crucis'. Su portada barroca de coloridos mármoles recibe a los peregrinos que llegan a esta ciudad santa desde todos los rincones del mundo. Con la conquista cristiana, el castillo de origen islámico pasó a manos de las órdenes militares del Temple y de Santiago que asumieron su custodia. Cada 2 de mayo, la empinada subida a la fortaleza es el escenario de la carrera de los Caballos del Vino, fiesta declarada patrimonio de la humanidad.

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    El poder de los Pacheco (Jumilla)

Dos de los torreones almenados de la fortaleza de Jumilla. M. Bueso

Aún campea en sus muros el escudo de la familia de los Pacheco, marqueses de Villena, que extendieron su poder sobre estas tierras. El castillo de Jumilla se alzó en un promontorio estratégico para el control de los caminos y de las fuentes de agua. Se trata de una de las fortalezas mejor conservadas de la Región y sus dependencias están preparadas para recibir a los visitantes. Del conjunto sobresale su torre del homenaje, de estilo gótico, con cinco alturas, planta trilobulada, para mejor defensa contra los ataques de la artillería, y terraza almenada. Desempeñó un papel importante en la Guerra de Sucesión, de la mano del cardenal Belluga, y sirvió de refugio a las tropas francesas en la Guerra de la Independencia.

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    Los dominios murcianos del Rey Lobo

Alberca en el interior del Castillejo; al fondo, el Castillo de Monteagudo. V. Vicéns / AGM

En el siglo XII, Ibn Mardanis lideró la próspera taifa de Murcia y como muestra de su poder desarrolló un fabuloso proyecto arquitectónico. Ahora, la estrategia municipal Las Fortalezas del Rey Lobo (como fue conocido este emir por las fuentes cristianas) pretende recuperar buena parte de aquel legado. Ya se han ejecutado obras de consolidación en el castillo de Monteagudo y ahora los trabajos se centran en el Castillejo, una lujosa residencia amurallada que dominaba la finca real o almunia. Pueden visitarse las excavaciones que llevan a cabo los arqueólogos con inscripción previa. El público descubre así, de primera mano, los últimos hallazgos.

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    El pasado árabe de Alhama

Torre del homenaje del castillo de Alhama. Guillermo Carrión / AGM

La mayoría de las fortificaciones que se conservan en la Región hunden sus cimientos en época islámica. Eran denominadas 'hisn' y servían para el control y defensa del territorio. Las crónicas árabes del siglo XI ya dan cuenta de la existencia del castillo de Alhama de Murcia. Levantado sobre un cerro, después pasó por manos castellanas y aragonesas, hasta que quedó vinculado a la familia Fajardo. Destaca su torre del homenaje con arcos apuntados en su interior. Desde hace años, el Ayuntamiento, como propietario del monumento, lleva a cabo un proyecto para su restauración, que se ha visto afectado por problemas con la financiación.

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    Un centinela en la frontera (Moratalla)

Un vecino pasea con su perro junto al castillo de Moratalla. Nacho García / AGM

Como enclave fronterizo, Moratalla se convirtió en pieza clave en la organización defensiva de Al-Andalus y mantuvo ese estatus estratégico tras pasar a manos cristianas. La Orden de Santiago asumió la reconstrucción de su castillo, con seis torres, entre las que destaca la del homenaje de estilo gótico levantino. Al frente de estas edificaciones defensivas solía haber un alcaide. Cuenta el arqueólogo José Antonio Zapata que «muchas de ellas pasaron a manos de nobles que habían ayudado en las guerras de conquista. Incluso algunas, en momentos de crisis, acabaron siendo vendidas a la nobleza». La propiedad del castillo de Moratalla ha enfrentado en alguna ocasión al Ayuntamiento y a Patrimonio del Estado.

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    La Calahorra de Aledo

Casco urbano de Aledo, con La Calahorra. Guillermo Carrión / AGM

Esta torre del homenaje conocida como La Calahorra se alza a casi 23 metros del suelo y servía de atalaya para controlar el camino histórico de Lorca en tiempos de conflictos. El castillo de Aledo aparece todavía hoy como punto de referencia para una amplia zona de la comarca del Valle del Guadalentín debido a su privilegiado emplazamiento sobre un saliente rocoso. Las crónicas recuerdan cómo las huestes musulmanas lamentaron amargamente su pérdida. Este pueblo amurallado, en las estribaciones de Sierra Espuña, que llegó a ser cabeza de la encomienda de Santiago, mantiene su encanto medieval. La propia fortaleza sirve como oficina de turismo.

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