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La cartera rural Inma Rodríguez, en un carril de huerta de El Secano, en la pedanía murciana de El Raal. Guillermo Carrión / AGM
Carteras rurales que reparten cercanía

Carteras rurales que reparten cercanía

Correos cuenta con 143 trabajadores desplegados en zonas diseminadas de la Región que dan «un servicio muy familiar»

Lunes, 13 de mayo 2024, 00:38

Por recóndita que sea la ubicación, no hay vereda ni carril de huerta donde no lleguen las cartas y paquetes que reparten Inma Rodríguez y Natalia de Orduña, dos trabajadoras de Correos que forman parte del equipo de 143 personas que se mueven en zonas alejadas de los núcleos urbanos. Aunque falten datos sobre el destinatario y la dirección postal no aparezca en Google Maps, estas carteras rurales tienen fichados a todos los vecinos de Beniel, El Raal y Alquerías donde prestan servicio. Incluso se saben los apodos por los que son conocidos popularmente. «Aquí no se extravía nada», confirma Inma, la tercera generación de su familia de repartidores de correspondencia.

Tiene 39 años y lleva desde los 18 en el oficio que ha mamado desde cría. «He crecido entre sacas de cartas que mi abuelo se llevaba a casa por las tardes para ordenarlas y adelantar el trabajo del día siguiente», rememora la nieta de Jesús 'el Cartero'. «Empecé a trabajar un verano siendo aún estudiante. Mi padre me dijo que necesitaban gente y me gustó la experiencia, aunque de pequeña siempre decía que yo no sería cartera como mi abuelo, mi padre y mi tío».

Antes de conseguir su plaza definitiva, ha pasado por muchos destinos, como el centro de Murcia y municipios como Molina de Segura, Las Torres de Cotillas, Santomera, Abanilla y San Pedro del Pinatar. Sin dudarlo ni un segundo, asegura que prefiere el pueblo a la ciudad. «El trabajo en zonas rurales es mucho más satisfactorio porque no solo repartimos cartas y paquetes, sino que damos un servicio muy completo de atención al ciudadano, que incluye el pago de multas y recibos, la venta de sellos y lotería o la retirada de dinero en efectivo, entre otras gestiones que podemos hacer con la PDA, que es como llevar encima una oficina andante», destaca.

Resalta que «se crea un vínculo familiar muy especial que no tiene nada que ver al de la ciudad, ya que muchos vecinos ni se conocen y el trato es bastante más frío que en los pueblos, donde todo el mundo se llama por su nombre». Tanto es así que asegura que la gente confía plenamente en ella. Algo que confirma Paquita Egea en el obrador de la panadería El Nono de La Basca, en Beniel. «Además de ser muy buena gente, da un servicio estupendo y no lo digo porque esté delante; es la realidad», apunta entre 'llandas' de pastelillos y tortas típicas de la zona.

Inma Rodríguez se encuentra con su compañera Natalia de Orduña en El Secano, ubicado en la pedanía de El Raal, ante la mirada de Vicente Herrero. GUILLERMO CARRIÓN / AGM

«Muy contentos»

Al otro lado del río Segura, en El Secano de El Raal, también dan fe de ello vecinos como Vicente Herrero -conocido como 'Nenico el Pelao'-, Antonio Torrente y Fina Nortes. «Estamos muy contentos con ella», coinciden. En el caso Fina, dice que «la cartera me vio un día en la oficina de Correos y me dijo que ella me podía gestionar el pago de recibos. Desde entonces, me ahorro el viaje y cada vez que necesito algo, la llamo por teléfono y siempre me ayuda».

La madrileña Natalia de Orduña también es muy querida en la zona. Presta servicio desde hace siete años en veredas alejadas del casco urbano de El Raal cuenta que veraneaba en Santiago de la Ribera y se enamoró de la Región. Un sentimiento que la trajo al corazón de la huerta murciana después de vivir junto al Mar Menor. «Me vine a los 19 años porque mi madre no me dejó antes», detalla esta cartera rural a la que le encanta su trabajo.

La cartera rural Natalia de Orduña reparte correspondencia en una empresa de transportes de El Raal. GUILLERMO CARRIÓN / AGM

«Nuestra función va más allá de repartir cartas. Hay personas mayores que viven solas a las que vemos a diario y que nos tratan como si fuésemos parte de su familia. Recibimos más cariño del que damos por el vínculo tan bonito que se crea». Al preguntarle por anécdotas curiosas, se refiere a «un vecino que envía felicitaciones navideñas al Papa, a Felipe VI y al presidente del Gobierno». «Todos los años le contestan», apunta.

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