Funcionó hasta hace cinco años como alojamiento para alumnos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), acogió después a enfermos de Covid-19, tras la pandemia albergó a refugiados ucranianos y, hasta el pasado diciembre, a inmigrantes africanos trasladados a Cartagena desde las Islas Canarias. Ahora, la residencia que el Ayuntamiento de Cartagena posee en la calle Caballero, en pleno centro histórico de la ciudad, se prepara para iniciar una nueva etapa como albergue juvenil aunque con gestión privada.
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La UPCT no tiene mayor interés en recuperar este edificio, puesto que desde 2021 dispone de una residencia en el antiguo edificio administrativo municipal de la calle Sor Francisca Armendáriz, con 239 habitaciones y 271 plazas. Así que la intención del equipo de gobierno que dirige Noelia Arroyo es destinarlo a los mismos usos para los que fue concebido, el de residencia juvenil. En la actualidad, la sociedad municipal Casco Antiguo de Cartagena, que administra propiedades urbanas e inmuebles del Ayuntamiento, prepara los pliegos para sacar a concurso el edificio en busca de un proyecto que cumpla con un doble objetivo: ampliar la oferta de alojamiento para jóvenes en la ciudad y dinamizar esa zona del casco histórico, informó una portavoz oficial.
33 habitaciones dispone el edificio para uso como residencia
Es un número escaso para llamar la atención de empresas dedicadas a la gestión de alojamientos juveniles y estudiantiles, según fuentes del sector. Cuanto más pequeña, menos rentabilidad, dijeron.
El edificio, erigido en 1911 pero reformado por completo en los años noventa con fondos europeos, se encuentra en condiciones de conservación «bastante razonables». Técnicos de la Concejalía de Urbanismo también valoran actualmente realizar algunas reparaciones u obras de adecuación. No obstante, la intención del equipo de gobierno es que la empresa que resulte adjudicataria del inmueble se responsabilice de esos trabajos.
En contra de los intereses municipales a la hora de licitarla, añadieron otras fuentes, juega la escasa capacidad del edificio. Sólo dispone de 32 habitaciones y requiere los mismos servicios que otras residencias que superan el centenar de cuartos para ponerlo en marcha. Así que su rentabilidad es menor, como ya comprobó la UPCT.
Este centenario edificio fue levantado en tiempos del alcalde Mariano Sanz Zabala, promotor de las primeras Escuelas Graduadas de España en la cercana calle Gisbert. Lo proyectó Francisco de Paula Oliver Rolandi, nombrado arquitecto municipal unos años después y autor de distintos edificios modernistas en la ciudad. Destaca por sus diez balcones que dan a la calle Caballero, aunque en los años en los que se utilizó como vivienda, algunos pisos dispusieron del típico mirador cartagenero.
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Adquirido por el Ayuntamiento y reformado por Cartagena Casco Antiguo con un presupuesto de 900.000 euros, en concierto con el Instituto de la Juventud (Injuve), la Universidad Politécnica de Cartagena lo abrió en 2003 como residencia estudiantil. En 2018, dos años antes de cesar su gestión, restauró la fachada, con una inversión de 70.000 euros. En una de las dos actuaciones independientes de aquellos trabajos se hizo el refuerzo estructural de los balcones y cornisas, para asegurarlas, con la instalación de nuevas losas de hormigón. La otra se centró en los acabados: pinturas, carpinterías y barandillas. Poco después, la UPCT decidió cerrarla.
Su reapertura tuvo lugar hace ahora cinco años, por razones sanitarias. La Politécnica decidió cederla a las autoridades sanitarias regionales para confinar enfermos durante las primeras semanas de pandemia de coronavirus. Devuelta al Ayuntamiento, tras acabar el convenio de cesión, fue usada ocasionalmente para alojar a inmigrantes rescatados en el mar, cuando trataban de entrar ilegalmente en España. Con el inicio de la guerra en Ucrania, hace tres años, permitió alojar a refugiados de ese país atacado por el ejército ruso. Y en ese momento, el Ayuntamiento puso su gestión en manos de la ONG Accem, que la utilizó hasta el pasado diciembre para alojar a inmigrantes africanos conforme los ucranianos volvían a su país o buscaban otros alojamientos.
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El convenio de cesión a Accem venció el pasado 5 de diciembre y Casco Antiguo de Cartagena no lo renovó, porque el objeto era albergar refugiados ucranianos y no inmigrantes africanos, para los que el Gobierno ya había dispuesto otras instalaciones.
La Universidad Politécnica de Cartagena no tiene previsto recuperar el uso de la residencia municipal de la calle Caballero, pese a la falta de alojamientos en la ciudad para universitarios. No hay interés por ella en el equipo rectoral que dirige Mathieu Kessler. La que promovió la institución docente en la calle Sor Francisca Armendáriz, tras el cierre de la Alberto Colao, y que gestiona la empresa Mi Campus está completa desde su apertura, hace dos años. También la utilizan matriculados en la UCAM. La falta de alojamientos ha llevado a los jóvenes a buscar alojamientos en lugares cercanos, como La Unión. Mientras tanto, el edificio municipal lleva ya tres meses cerrado.
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