![Lección magistral de valores por un futuro para Gambia](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2023/07/12/182161667--1200x840.jpg)
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La educación como herramienta para formar a hombres y mujeres autosuficientes acorta los cerca de 4.000 kilómetros de distancia entre Cartagena y el barrio de Latrikunda, en la ciudad africana de Serrekunda, en Gambia.
Un grupo de amigos cartageneros lleva cuatro años tendiendo puentes entre los menores del barrio africano y su futuro. «Queremos cambiar el chip, el destino esperado en el pueblo para los menores y sobre todo para las niñas. Proporcionarles las herramientas para que en un futuro puedan valerse por sí mismos, ser independientes. Es justicia social». Esta es la esperanza convertida en motivación de la asociación altruista Gambia el Chip, tal y como explica uno de sus socios fundadores: Daniel Acosta.
Un año antes de fundar Gambia el Chip, Acosta, profesor del IES Mediterráneo de Cartagena, conoció a través de las redes sociales el caso de Ebrima Bojang, un joven estudiante de Enfermería que pedía ayuda económica para poder terminar sus estudios. Decidió responsabilizarse de esa etapa final y descubrió una triste realidad que le impulsó a intentar cambiar las cosas desde la ciudad portuaria. «Un amigo de Ebrima recogía en su cochera a los niños pequeños que estaban por la calle. Allí les enseñaba las letras, aunque de una forma muy rudimentaria y sin recursos suficientes».
Este es el germen de la escuela infantil El Limonero, que nació en el verano de 2019. En el primer curso lectivo participaron 25 niños de las familias más desfavorecidas del barrio. Una maestra titulada les enseñó las letras, los números, canciones y valores a este grupo de preescolar, en el que «la paridad es muy importante porque en el país las niñas tienen menos oportunidades para avanzar».
Los menores también tenían un almuerzo, basado fundamentalmente en arroz, y un uniforme proporcionado por una de las empresas colaboradoras.
La solidaridad de los 55 socios que componen Gambia el Chip, así como de los negocios locales, incluso colegios, y de personas que puntualmente hacen donaciones, ha permitido ampliar el material que llega a los alumnos, así como las instalaciones. También ha crecido la asociación y la actividad que desarrollan en el país africano con la escuela de fútbol, que ofrece una alternativa de ocio saludable a los niños mayores del barrio. La escuela de fútbol El Limonero está inscrita en la Federación de Fútbol de Gambia y disputa campeonatos oficiales con otras escuelas.
En el curso lectivo 2022-2023, las dos profesoras tituladas de El Limonero impartieron dos grados de preescolar para 20 alumnos. De la escuela de fútbol se beneficiaron 50 niños. «Aprenden los valores del deporte en equipo y disfrutan de una opción de tiempo libre que no suelen tener al alance, y que les ofrece la posibilidad también de viajar a otras localidades, nutrirse y crecer», apunta Acosta.
El proyecto de refuerzo escolar de Gambia el Chip ganó el premio María Jesús Huertas del IES Isaac Peral. Gracias a la aportación económica de 2.500 euros podrán atender a 30 niños con clases de apoyo de matemáticas e inglés. «Nuestro objetivo es que los niños puedan financiarse por sí mismos en un futuro. Nos gustaría transformar el barrio y que se convierta en un referente para otros».
Gambia el Chip no se limita a la educación infantil. Cuando la maestra de segundo de preescolar considera que el estudiante está preparado buscan un colegio de primaria en el entorno del barrio y se le proporcionan los libros de texto, de ejercicios, la matrícula y el uniforme. Actualmente hay 25 estudiantes becados en primero y segundo de Primaria.
Durante la pandemia, Gambia el Chip distribuyó sacos de arroz y garrafas de aceite a más de 200 familias. Del mismo modo, la asociación adquirió dos cocinas de gas que facilitan el trabajo de la cocinera, que antes preparaba la comida en una de carbón. El menú se ha diversificado con judías y pasta, acompañadas de huevos, pollo, pescado, fruta, yogurt y verduras.
Gambia el Chip financia su actividad y los diferentes proyectos con las aportaciones mensuales de sus socios y una cuota mínima de cinco euros. Esta cantidad paga el almuerzo durante trece días de un niño en Gambia. El grupo de amigos también recibe botas de fútbol y libros de segunda mano que en Gambia tienen una nueva vida.
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