Juan Gómez Ayala: «Hay mucha pobreza de distintos tipos, pero nadie pasa hambre»
«Proporcionamos alimentos y artículos de primera necesidad a 8.000 familias de la Región a través de un centenar de oenegés»
La falta de relevo en el Banco de Alimentos de la Región de Murcia, constituido en 1995, animó a Juan Gómez Ayala (Cartagena, 1953) a ... asumir su presidencia hace seis años, acompañado de otros siete voluntarios. Vecino de Las Seiscientas inquieto y comprometido, este administrativo ya retirado entiende el asociacionismo como el verdadero motor de cambio. Por ello, preside también la asociación de su barriada, Virgen de La Caridad, y forma parte de las plataformas Pro Tren y contra la contaminación. «O nos unimos en contra de las injusticias, o nada cambia», dice Gómez Ayala.
–¿De qué manera beneficia la reciente declaración de utilidad pública al Banco de Alimentos de la Región de Murcia?
–No todos los bancos de alimentos ni entidades del tercer sector tienen en esta distinción. Es un reconocimiento a nuestra labor social que permite a empresas y donantes particulares obtener beneficios fiscales para agradecer también sus aportaciones altruistas. Esperamos que el reconocimiento de utilidad pública incentive las donaciones de alimentos y artículos de primera necesidad.
–¿A cuántos colectivos proporciona recursos básicos?
–Atendemos cada mes a cerca de 110 oenegés de toda la Región de Murcia, entre Cáritas, casas de acogida y pisos tutelados. Esto quiere decir que ofrecemos alimentos básicos y artículos de primera necesidad a unas 8.000 familias. Para realizar estas aportaciones mensuales, tenemos marcada una hoja de ruta de enero a diciembre con diferentes campañas. La última que hemos realizado es 'Píntale un bigote de leche' para garantizar que los niños dispongan de una nutrición esencial en ausencia de los comedores escolares durante el verano. Hemos recogido 10.000 litros de leche que serán repartidos entre nuestras asociaciones en función de la necesidad. Ahora estamos ultimando una campaña en los supermercados de Cabo de Palos.
«Somos el Banco de Alimentos más longevo de la Región y uno de los primeros de España»
–¿Qué perfiles de personas solicitan esta ayuda?
–El perfil actual es diverso. Hace unos años respondía al de una persona con ingresos irregulares, como los chatarreros y los 'luneros', que hacen recogidas nocturnas en campos determinados. Desde la pandemia, se han incorporado los denominados trabajadores pobres que no llegan a fin de mes pese a tener una nómina, así como las familias desestructuradas y quienes sobreviven con pensiones mínimas y prestaciones sociales. El abanico es muy amplio y cualquiera puede caer en una situación de vulnerabilidad, independientemente de su trayectoria vital y profesional.
–¿Hay mucha pobreza en el municipio de Cartagena?
–Desgraciadamente, sí. Hay mucha pobreza de distintos tipos, como no llegar a fin de mes, la energética, la educativa y en el ámbito sanitario. Hay muchos trabajadores en activo a quienes sus ingresos no les permiten llevar una vida digna, con unos mínimos, y tienen que priorizar gastos, por eso la pobreza se manifiesta de muchas maneras. Pero nadie pasa hambre porque para eso están el comedor social, la Hospitalidad Santa Teresa, así como Cáritas y las plataformas del tercer sector. Mientras estuvimos atendiendo en la calle durante la pandemia, hubo usuarios que nos recriminaron que tuviéramos una determinada marca de lácteos en vez de otra. Si pasas hambre, no exiges. Servicios Sociales del Ayuntamiento de Cartagena, la Comunidad Autónoma y el Gobierno de España hacen grandes esfuerzos para que ningún ciudadano pase hambre. Eso es una realidad. También las asociaciones vecinales que son las que impulsan la cadena y están en contacto directo con los más vulnerables.
«Hay recursos para ayudar a las personas que piden en la calle, que no lo hacen para comer »
–¿Es partidario de dar limosna a los pedigüeños?
–No. Considero que hay que enseñar a pescar, pero no dar el pescado. Soy el primero a quien se le remueven las tripas cuando ve a alguien impedido pidiendo o con problemas aparentes en las puertas de comercios y bares de la ciudad, pero darle dinero no soluciona nada. Todo lo contrario, agrava sus problemas. A esa persona hay que derivarla a las oenegés que proporcionan ayuda o pagarle un bocadillo, pero no darle un dinero que no sabes en qué lo va a invertir. Hay recursos ya establecidos para ayudar a esas personas, que no piden para comer.
–¿Es solidario el pueblo cartagenero?
–Mucho, como el resto de la Región de Murcia y España. Lo demostramos siempre, tanto en las catástrofes, como de forma natural. Por eso, reivindico canalizar los recursos desde una misma entidad para no agotar la generosidad de los donantes ante la duplicidad de mesas petitorias y evitar la pérdida de credibilidad si se genera desconfianza. Si las asociaciones llevan sus campañas individuales a los supermercados, corremos el riesgo de acabar con la solidaridad de los vecinos, a quienes no les queda claro a dónde va a esa donación y por qué la próxima semana hay otra. Debemos aunar esfuerzos para no matar a la gallina de los huevos de oro.
–¿Cuál es la capacidad actual del almacén de La Palma?
–Estamos en torno a un 45% de nuestra capacidad en las instalaciones costeadas por el Ayuntamiento de Cartagena en el Polígono Industrial de La Palma. Tenemos instituciones, empresas y entidades con las que mantenemos convenios periódicos. También funcionamos mucho con la llamada puerta a puerta de nuestros voluntarios porque el activismo social es un movimiento y lucha constantes.
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