Cartagena Sin identidad no hay libertad
Fotohistoria de Cartagena

Sin identidad no hay libertad

Sábado, 7 de septiembre 2024, 00:47

La celebración del 1.200 aniversario de Murcia durante el próximo año 2025 resalta la importancia de conmemorar momentos clave de la historia que han marcado la identidad de una ciudad. En el caso de Murcia, la fundación de Mursiyya por Abderramán II en el ... años 825 es un hito que simboliza el nacimiento de la ciudad tal y como se conoce hoy, vinculada a un proceso histórico y cultural que definió su evolución. Ellos, los murcianos, gente orgullosa de su pasado, lo saben y por eso celebran sus 12 siglos de historia.

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Por otro lado, la ausencia de celebraciones similares en Cartagena, a pesar de sus 2.600 años de historia, puede generar una reflexión sobre cómo se eligen los eventos históricos a destacar. Cartagena tiene una herencia milenaria que supera los 26 siglos de existencia como núcleo urbano reconocido y continuado, habiendo sido un enclave importante en diversas civilizaciones, como los cartagineses, romanos, los anteriores y posteriores. Sin embargo, la falta de grandes conmemoraciones al respecto en nuestra ciudad no se produce como se correspondería y esto puede deberse a factores políticos, económicos o culturales que priorizan otras cuestiones en la denominada actualmente la Gran Cartagena, frente a la necesidad de fortalecer el sentimiento de identidad local y promover una mayor valorización de su rica historia.

Celebrar el pasado no es solo recordar de manera festiva algunos de estos momentos, sino también reafirmar el presente y proyectar un futuro basado en el legado de una ciudad. Cartagena tiene un enorme potencial para reivindicar su historia y convertirla en una fuente de orgullo, al igual que lo hace Murcia con su 1.200 aniversario.

«Sin identidad no hay libertad» decía Lorenzo Palmireno y en Cartagena estamos perdiendo ambas cosas. Esta frase plantea una conexión profunda entre el reconocimiento de la propia historia y el ejercicio pleno de la libertad colectiva. La identidad es una construcción social y cultural que nace del conocimiento, respeto y orgullo por el pasado. Cuando una comunidad pierde o desatiende su identidad, como puede estar sucediendo en Cartagena, corre el riesgo de debilitar su sentido de pertenencia y su libertad, lo que limita su capacidad para definir y defender su presente y su futuro.

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La profundidad histórica de Cartagena es indiscutible, fundada alrededor del siglo V a.C. como Mastia, cuenta con más de 2.600 años de historia continua, lo que la convierte en una de las ciudades más antiguas de España y del mundo. Su historia incluye la influencia de diversas civilizaciones, como los íberos, fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, visigodos, musulmanes y cristianos. Esta rica herencia se refleja en su patrimonio arqueológico y cultural, que es un testimonio vivo de su importancia a lo largo de milenios, convirtiéndola en un epicentro del Mediterráneo. Sin embargo, en la actualidad parece que su legado histórico no está siendo lo suficientemente valorado ni promovido por los propios cartageneros. Esta falta de interés podría atribuirse a una indolencia generalizada, la cual impide que los habitantes reconozcan la importancia de su herencia y la proyecten con orgullo. Al no conectar con ese pasado glorioso, la ciudad pierde oportunidades de consolidar una identidad que fortalezca su voz en el presente.

Cartagena y sus 26 siglos de historia.

El debilitamiento de la identidad histórica afecta directamente a la capacidad de los ciudadanos para reclamar su lugar en la sociedad, en el ámbito cultural, económico y político. Sin una base sólida que los una a través del tiempo, las personas pierden la motivación para defender su patrimonio y mantener una conciencia colectiva que impulse un proyecto de futuro. Cartagena tiene todos los elementos para ser un referente histórico, pero si no se cuida, promueve y celebra su legado, su identidad se verá erosionada.

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Ciudad antigua e histórica

Además, la libertad, entendida no solo como la capacidad de actuar sin restricciones, sino como el poder de decidir el propio destino, se ve condicionada por esa falta de identidad. Sin una conciencia de lo que fue, de lo que la ciudad ha representado en la historia global, los cartageneros corren el riesgo de quedar pasivos ante las decisiones que afectan su entorno y su futuro. Cartagena tiene la oportunidad, aún latente, de redescubrir su grandeza histórica y de hacer que su identidad florezca, consolidándose no solo como una ciudad con un pasado monumental, sino como una comunidad con un futuro vibrante.

Entonces surge la pregunta; ¿Qué se puede celebrar en Cartagena? Insisto: celebrar la antigüedad de Cartagena como una de las diez ciudades más antiguas de España y una de las cien del mundo. Esto tiene, sin duda, una base sólida en la historia solo comparable en el ámbito nacional a ciudades como Córdoba, Cádiz, Tarragona, Málaga, Santander, Ávila, Toledo y Sevilla; y, a nivel mundial, a Damasco (Siria), Jericó (Palestina), Biblos (Líbano), Alepo (Siria), Susa (Irán), Plovdiv (Bulgaria), Fayún (Egipto), Sidón (Líbano), Atenas (Grecia), Varanasi (India) o Luxor (Egipto).

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En definitiva, celebrar los 26 siglos de Cartagena no solo es una reivindicación legítima de su antigüedad y continuidad como núcleo urbano, sino también una oportunidad para reforzar su identidad histórica y libertad frente a otras ciudades, que aunque importantes, no pueden igualar la profundidad temporal de Cartagena.

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