Fotohistoria

Historia de un edificio singular: de penal a CIM y universidad

Sábado, 21 de octubre 2023, 07:41

En la emblemática calle Real de la ciudad de Cartagena se levanta un edificio singular que, a lo largo de su historia, ha cumplido con tres importantísimas misiones. La historia de este edificio abarca más de dos siglos, desde su construcción en el XVIII como ... Cuartel de Presidiarios y Esclavos, hasta su transformación en sede de la Universidad Politécnica de Cartagena en el XX. A lo largo de los años, el edificio ha experimentado diversas funciones, desde ser un penal infame en el siglo XIX hasta convertirse en un lugar de instrucción para la marinería en el siglo XX y finalmente albergando la Facultad de Ciencias de la Empresa y la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Edificación, pertenecientes a la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), dentro de su proyección, en el siglo XXI.

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El imponente edificio que hoy alberga la Universidad Politécnica de Cartagena tiene una historia fascinante que se remonta al último tercio del siglo XVIII, cuando fue erigido como el Cuartel de Presidiarios y Esclavos en un esfuerzo por acomodar a aquellos condenados a trabajos forzosos durante la construcción del Real Arsenal. Esta monumental obra, llevada a cabo por el ingeniero militar Mateo Vodopich, fue el resultado de un proyecto que se expandió durante diez años, enfrentándose a problemas técnicos, económicos y disputas con contratistas, una narrativa que resuena incluso en la actualidad.

Construido sobre terrenos ganados al mar mediante rellenos, el edificio sostiene sus cimientos sobre terrenos de baja calidad y fangos. A pesar de estos desafíos, el edificio ha mantenido su solidez a lo largo de los años, con características arquitectónicas iniciales que lo definían como un rectángulo de 101,24 metros de largo por 75 de ancho, con un patio rectangular de 70,44 por 44,20 metros.

Estructuralmente, el edificio está compuesto por cuatro cuerpos configurados por doble crujía, con muros exteriores de piedra y mampuesto. La construcción contó con ladrillos elaborados en la Fábrica de Pozo Estrecho, losas de barro cocido provenientes de Lorca, y pintura hecha con aceite de linaza y almagra producida en Mazarrón. La proximidad a Cartagena de estos materiales permitió reducir los costes de transporte, facilitando la construcción del imponente edificio.

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Durante su etapa como penal en el siglo XIX, este centro ganó notoriedad nacional como uno de los lugares penitenciarios más legendarios de España. La descripción detallada de las ejecuciones realizadas en su patio, con el uso del garrote vil, refleja un pasado oscuro y brutal. Este método de ejecución, con su macabra descripción, destaca la crueldad de las prácticas legales de la época.

Con la llegada de la Guerra de la Independencia, el edificio experimentó un cambio de funciones, convirtiéndose en el Presidio Correccional de la Plaza. Las disputas entre las autoridades militares y civiles sobre el control del edificio fueron constantes a lo largo de los años.

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Seis mil presos

Durante la Primera Guerra Carlista, alrededor de 6.000 prisioneros fueron alojados en este edificio, planteando problemas logísticos y de seguridad. Este patrón de ocupación mixta persistió a lo largo del siglo XIX, marcado por conflictos políticos y sociales que impactaron directamente en el destino final de este edificio.

Sin embargo, en 1910, bajo la dirección de Ricardo Mur Grande, se implementaron reformas significativas que mejoraron las condiciones del penal. Se eliminaron métodos de castigo inhumanos, se renovó la cocina y se mejoró la higiene y la alimentación. Se reorganizaron los talleres y se hizo obligatoria la asistencia a la escuela.

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Con la llegada de la República en 1931, Victoria Kent, recién nombrada Directora General de Instituciones Penitenciarias, realizó su primera visita oficial a este centro incidiendo en las mejoras de las condiciones de vida para los reclusos, aunque el estigma asociado al edificio persistió en la memoria colectiva.

Antes y durante la Guerra Civil, el edificio se convirtió en un lugar significativo para prisioneros políticos de renombre, como Francisco Largo Caballero, Julián Besteiro y Ramón González Peña. La Revolución de 1934 y los acontecimientos de febrero de 1936 dejaron una huella imborrable en la historia del edificio, marcando momentos de insurrección y revuelta que quedaron grabados en su arquitectura y en la memoria de quienes estuvieron dentro de sus muros.

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En 1946 el edificio dejó de ser lo que siempre había sido, una cárcel, para convertirse en un Centro de Instrucción para la Marina (CIM), un lugar por donde miles de reclutas del extinto servicio militar obligatorio, la 'mili', desfilaron y juraron bandera en su patio.

Dos facultades universitarias

Finalmente, el CIM cerró sus puertas en el 2002 y cinco años más tarde, tras una magnifica reforma integral, pasó a manos de la UPCT, que ha desempeñado un papel fundamental en la preservación y revitalización del edificio, devolviéndole su esplendor arquitectónico y transformándolo en un auténtico balcón abierto al mar. El antiguo penal, con su historia rica y compleja, se ha convertido en uno de los lugares más representativos de la ciudad, fusionando su legado histórico con su función educativa actual.

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El edificio singular que hoy conocemos como sede de la UPCT tiene una historia rica y variada que abarca desde su función original como penal hasta su transformación en un centro educativo. A través de las diversas etapas que ha vivido, el edificio ha sido testigo de cambios significativos en la sociedad española y ha logrado reinventarse, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y adaptación. La presencia de la universidad en este antiguo penal representa no solo un renacer arquitectónico, sino también un renacer cultural y educativo que contribuye al enriquecimiento de la comunidad local y al legado histórico de Cartagena.

Por esta vez, la suerte y el buen hacer de nuestros gestores, estuvieron del lado de Cartagena.

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