El fotógrafo Bartolomé Ros
Fotohistoria de Cartagena ·
Fotohistoria de Cartagena ·
LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN
Sábado, 13 de junio 2020, 09:20
En la nómina de los grandes fotógrafos españoles destaca Bartolomé Ros y Ros, uno de los primeros y sin duda de los mejores. El traerlo hoy aquí es por varias razones: primero, porque estamos en FotoHistoria. Y segundo, porque Bartolomé Ros nació en el castizo barrio de Los Dolores de Cartagena un día de 1906.
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Otro cartagenero de cuna que, por los azares de la vida, solo habitó entre nosotros en su más tierna infancia. Pero el destino de estas personas relevantes hace necesario su conocimiento aunque solo sea por su pasado cartagenero que, como otros muchos, todavía están pendientes de encontrar las raíces primigenias de su vinculación con nuestra ciudad.
De su triunfo profesional en el campo fotográfico dan cuenta sus corresponsalías en los periódicos más importantes de la época, sus colaboraciones en el National Geographic Society de Washington, sus relaciones con la firma alemana AGFA y una actividad comercial que le sobrevivió fundando la Casa Ros en diversas ciudades hasta llegar a Madrid. Allí funda Ros Fotocolor al servicio de todos los profesionales y aficionados de España, alcanzado una gran notoriedad por la calidad y técnica fotográfica.
Pero volvamos a sus orígenes cartageneros. Aquí tiene sus primeros contactos fotográficos aunque trabaja como contable, su padre entra a formar parte del personal del ferrocarril Ceuta-Tetuán y Bartolomé, junto a su madre y hermana, abandona Los Dolores y se establece en la ciudad norteafricana de Ceuta donde esperaba el cabeza de familia.
Su llegada a Ceuta es providencial en su futuro profesional. Con apenas 15 años entra de lleno en la instantánea fotográfica de la mano del fotógrafo Ángel Rubio, aprendiendo la técnica y siendo un auténtico pionero del retrato, de la instantánea y sobre todo del reportaje de actualidad. No olvidemos en qué contexto se desarrolla el trabajo de Ros: Ceuta y el norte de África en un momento crucial de la historia de España en aquellos territorios y la imagen de todo ello va estar en el objetivo de este cartagenero.
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Asombró a todo el mundo por su visión fotográfica, no olvidemos que es un joven recién llegado. Desde el principio, su pureza de líneas y claridad de concepto estético le confiere un áurea de modernidad que no se había visto hasta entonces, descubre un mundo inédito de cultura exótica que plasma de una manera determinante en sus fotografías norteafricanas.
Pero además es testigo y relator de lo que ocurre allí y de la presencia española en todo el protectorado de Marruecos, convirtiéndose en el más destacado reportero de actualidad. Es por ello que toda la prensa del momento requiere sus reportajes, pues muestran una visión que va más allá de una simple mirada.
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Su fondo fotográfico se extiende convirtiéndose en todo un referente al recorrer con su cámara las ciudades marroquíes de Tetuán, Tánger, Rabat, Fez y Casablanca y ser requerido por publicaciones europeas y americanas. Existía una gran curiosidad por conocer todo aquel mundo fuera de estereotipos africanistas y Bartolomé Ros se convierte en la herramienta necesaria para ello.
Todo lo que ocurre en esos momentos tiene interés en la cámara del joven Ros, la instantánea se convierte en su mejor aliado, alejado del estudio encorsetado del retrato, se lanza a la calle y a los caminos para reflejar la realidad de lo que está ocurriendo.
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Modernidad de los trasatlánticos en el puerto, los aviones, los vehículos, todo el mundo en movimiento y, por supuesto, las personas, retratos y grupos; soldados que luchan, gentes en los zocos, una realidad social reflejada sin falsas escenografías, que es veraz al ciento por ciento, y que despierta asombro cuando aparece imbricada en las bellas arquitecturas de las medinas marroquíes. Al final todo se conjuga, y Bartolomé Ros se convierte en un hombre de negocios y en el fotógrafo africanista por excelencia de los años 20 y 30 del pasado siglo.
De 1918 a 1931 realizó retratos de personalidades, mostró la visión más artística de Marruecos y, como reportero gráfico, cubrió la acción militar en el protectorado español para la prensa de la época.
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Los generales Franco y Millán Astray abrazados, en su traspaso de mando y entonando un himno de la Legión en 1926 es quizás una de las que ha pasado a la posteridad con mayor fuerza y repercusión. En su momento casi lograron dar la vuelta al mundo. Pero a ella debe unirse toda una iconografía militar de un incalculable valor que está siendo conservada gracias al trabajo de sus hijos en recuperar el extenso archivo con los negativos de todo su obra en aquellos tiempos de guerra en el norte de África.
Actualmente el trabajo de este fotógrafo está siendo reconocido, se han organizado varias exposiciones y se han publicado monografías recogiendo sus instantáneas, todo un estudio sociológico, antropológico y urbano de la época, estableciéndose un premio que lleva su nombre.
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Hoy hemos querido desde esta sección rendir tributo a un gran fotógrafo nacido en Los Dolores para incluirlo entre los hijos e hijas de esta tierra.
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