José Sánchez Conesa
Miércoles, 31 de julio 2024, 00:28
El gran cantaor Fosforito indicó hace años, para sorpresa de muchos, que los espacios naturales para el aprendizaje del género flamenco serían los conservatorios. En el ámbito de los estudios profesionales, la presencia del flamenco es ya una realidad consolidada, aunque no ha sido un ... camino fácil. Sin embargo, en América abrieron, sin complejos, las puertas de estos centros al jazz, al son, la samba y el tango.
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Converso con José Antonio Sánchez Aarnoutse, profesor de Guitarra Flamenca en el Conservatorio de Cartagena, desde el primer curso académico (2009-2010) en el que la directora de entonces, María Ángeles Bres, apostó por tal disciplina. Esa decisión los llevó a ser junto al Conservatorio de Sevilla los segundos en España. En esa ampliación de horizontes este año comenzará la formación en guitarra eléctrica y bajo, experiencia pionera en la región porque la actual directora María José Castaño prosigue esa línea de apertura.
El perfil del alumno de guitarra o cante flamenco se mueve entre los 18 y 40 años, incluso más. Dos de ellos cuentan 16 años. Algunos se desplazan desde otros puntos de la región y desde provincias limítrofes. A todos les mueve la querencia de aprender de manera metódica una música por la que sienten pasión, puro amor al arte. Otros, los más jóvenes, lo hacen por el anhelo de participar en concursos de flamenco y la aspiración al fondo de hacer carrera. Esa dedicación profesional se orienta en dos direcciones, pisando un escenario o bien como profesional de la enseñanza.
Ofrecen conciertos en la propia sede, sin perder de vista la presencia en la sociedad, por eso llevan su arte a institutos de secundaria, actúan en galas de empresarios, la Noche de los Museos y las Zambombas flamencas de Navidad realizadas en diversas localizaciones como el Auditorio El Batel, Plaza del Ayuntamiento o junto al Icue.
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Aarnoutse nos recuerda que los primeros maestros de cante fueron Antonio Ayala 'El Rampa' y Julián Páez. Luego llegó desde Cáceres Raquel Cantero, quien iluminó con su magisterio toda una época, José Antonio Chacón y Verónica García. Los docentes de guitarra son Pablo Barrionuevo, Francisco J. Caspiscol, Miguel Ángel Solano, Antonio Martínez y nuestro interlocutor, José Antonio. Inmaculada C. Sánchez es la bailaora del centro.
Cari Gil es una maestra jubilada que por fin cumple su sueño. Aunque cantó pop y cantautores, el flamenco fue su música fundamental, la que le escuchaba a su madre, la que tarareaba antes de hablar. Ahora realiza una honda aspiración en el mejor ambiente posible. Lo mismo que subraya Salva, la comunidad que conforman profesorado y alumnado es propia de una familia acogedora y facilitadora de talentos. Eso mismo me trasmite mi vecino Pencho Blaya.
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Nos deja su testimonio Manuel Zamora, 17 años y alumno de guitarra clásica y flamenca: «El flamenco me ha enseñado a expresar emociones de una manera más intensa y auténtica. Cada toque, cada compás, está cargado de una profundidad emocional que no siempre se encuentra en otros estilos. Esto no solo ha enriquecido mi técnica, sino también mi capacidad de interpretación».
Zaida, de 45 año, se dejó convencer por su hermano, un guitarrista elegido en su día por Paco de Lucía, y ahora siente el veneno que le ha llegado al corazón donde se ha instalado como huésped eterno. Siente más intensamente, no solo cuando canta, sino en su cotidianidad. Cuando los pelicanos sueñan con el flamenco.
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