Alrededor de 300 personas han compaginado, en julio, el ocio y sus ganas de aprender, por gusto o para perfeccionar su formación y su currículum, en una veintena de cursos. Los organizan la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), por un lado, y la Cámara de Comercio, por otro, aunque en algunos casos existe colaboración.
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La Universidad del Mar de la Politécnica es la plataforma más potente de actividades de este tipo y ha consolidado una variada oferta que abarca ciencias de la salud, economía, derecho, medio ambiente, ciencias sociales, deporte y artes aplicadas. Todo ello con un aire relajado que, en muchos casos, ayuda a un mejor aprendizaje.
- Ingeniería práctica, visión real:
Duración 3 días
Área Técnica
Créditos 1
Horas 25
- Diagnóstico y tratamiento del autismo:
Duración 13 días
Área Ciencias de la salud
Créditos 1
Horas 25
- Escenarios de guerra híbrida. Papel de las Fuerzas Armadas:
Duración 4 días
Área Técnica
Créditos 1
Horas 25
- Acuarela, mar y arquitectura con Mustapha Ben Lahmar:
Duración 5 días
Área Técnica
Créditos 1
Horas 25
- Cartagena y el agua. Historia de un desafío.:
Duración 13 días
Área Técnica
Créditos 1
Horas 25
- Formación específica bilingüe en comercio, logística y transporte internacional:
Duración 10 días
Área Ciencias sociales, económicas y jurídicas
Créditos 1
Horas 25
- Curso avanzado de buceo deportivo:
Duración 20 días
Área Técnica
Créditos 4,5
Horas 120
- Introducción al modelado y la impresión en tres dimensiones:
Duración 5 días
Área Técnica
Créditos 1
Horas 25
- Innovación turística y establecimiento de recursos patrimoniales para crear productos turísticos:
Duración 5 días
Área Técnica
Créditos 1
Horas 25.
«Es una forma muy atractiva de aprender, en un ambiente académico pero más distendido, más abierto», explicaba María Joaquina Sánchez Dato, una pintora que se apuntó a un taller para conocer la técnica de la acuarela, la semana pasada. «En su tercera edición ya es uno de los cursos más demandados. Hay 25 plazas y recibimos el doble de solicitudes», explicó Pedro Jiménez, uno de sus directores. No se trata solo de acuarela artística. Es una técnica que ayuda a muchos alumnos de arquitectura, como complemento a la delineación. El gancho es contar cada vez con un verdadero maestro en ese campo. «En esta ocasión, es Mustapha Ben Lahmar, un genio de la acuarela», añadió Jiménez.
Conjugar la teoría con la práctica es una de las bazas de estos cursos. El de acuarela es un claro ejemplo de ello. «El profesor demuestra primero la mejor forma de abordar esta técnica. Después, cada alumno la aplica en una obra propia. Y, en septiembre, las reunimos todas para exponerlas», indicó el codirector de la actividad.
La aplicación práctica de los conocimientos «es importante porque te permite complementar cosas que durante la carrera ves de forma teórica, pero que no tienes ni el tiempo ni los medios para desarrollar», apuntaba Rocío Sánchez. Ella ha sido alumna de un curso de programación visual aplicada a proyectos arquitectónicos, que tuvo lugar del 21 al 23 de julio. En este caso, fue en los locales de la Cámara de Comercio en el Plaza Castellini.
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El gancho era aprender a manejar un programa informático de última generación llamado Grasshopper. «Es una herramienta muy útil, porque te permite diseñar un edificio, calculando las plantas y el volumen de cada una, variar los parámetros y ver en todo momento el resultado final», explicó Pedro García, que ejerció de profesor.
Por eso, estudiantes de Cartagena y de otras latitudes (25 en total) se apuntaron para tomar parte en el curso. «Por solo 180 euros, me parece una muy buena oferta, porque saber utilizar ese programa te abre muchas puertas», dijo Rocío Sánchez. «Así se demuestra que estos cursos son algo serio, no un pasatiempo», añadió.
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Hasta Tomasz Czepielik, un joven polaco que estudia en Madrid, se ha venido desde la capital de España para tomar parte en este curso. «Me enteré porque un profesor de la Universidad Complutense me habló de esta actividad. Lo busqué por internet y aquí estoy». Viajó hasta aquí con la novia y alquiló una casa junto al Mar Menor. «El tiempo que no estoy en clase o repasando, lo empleamos en ir a la playa, comer bien y ver algún concierto de los que hay programados por la zona», aseveró este estudiante.
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