La incesante acción de la lluvia y del viento sobre los depósitos abandonados en la Sierra Minera de Cartagena y La Unión ha pasado, y ... sigue pasando, una costosa factura ambiental a esta zona, al Mar Menor y al Mediterráneo. La erosión de las más de 80 balsas donde fueron amontonados unos 14 millones de metros cúbicos de residuos de las antiguas minas ha desencadenado un proceso por el cual la contaminación por metales pesados en varias ramblas supera a la de los propios vertederos.
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Así lo han acreditado especialistas del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en un reciente estudio, que viene a actualizar el conocimiento científico sobre el estado de los terrenos afectados por las antiguas explotaciones mineras y sobre los efectos tóxicos de su falta de restauración durante tres décadas.
La Base de Datos Geoquímica Española incluía ya cifras sobre el transporte de partículas «enriquecidas» con cadmio, zinc, arsénico y plomo desde pantanos y escombreras repartidos por la Sierra hasta los cauces, en los llamados «sedimentos de corriente». Ahora, el análisis de nuevas muestras tomadas en 18 depósitos y en distintos puntos de cuatro ramblas que vierten al Mar Menor y de dos que lo hacen al Mediterráneo ha llevado a precisar el grado de dispersión de las partículas tóxicas y peligrosas
«La correlación encontrada entre cadmio y zinc supone una prueba definitiva de que los residuos de mina son o han sido una fuente de contaminación para los sedimentos de ramblas», explican a LA VERDAD los investigadores Julio César Arranz y Virginia Rodríguez. Y añaden que «la lógica indica que esos elementos tóxicos, que superan los valores admisibles en algunos puntos de las ramblas, llegan a los dos mares» por efecto de la lluvia y el aire.
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El trabajo, plasmado en un artículo que publicó en marzo la revista 'Environmental Monit Assess', y que firman también Francisco Javier Fernández, Roberto Lorenzo y Lucas Vadillo, expone resultados de las ramblas de Las Matildes, Beal, Ponce y La Carrasquilla, en la vertiente marmenorense; y de Portmán y Escombreras, en la cuenca mediterránea.
Como ejemplo de valores muy superiores en los cauces a los detectados en las terreras, los investigadores indican los 11.400 miligramos por kilo de zinc y los 33,2 de cadmio en Las Matildes. La concentración de zinc es 60 veces mayor que la establecida en el Fondo Geoquímico, es decir, el nivel normal para la geología de la zona, y 275 veces mayor que el Nivel Genérico de Referencia, el límite legal a partir del cual es necesario un análisis de riesgos. En cuanto al cadmio, la anomalía hallada es 53 veces superior al número del Fondo Geoquímico y 107 al Nivel Genérico de Referencia.
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Los expertos recuerdan que distintos estudios de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) y de la Universidad de Murcia (UMU) ya mostraban las «altísimas» concentraciones de metales en esas y otras ramblas, como las del Miedo y El Gorguel. Pero destacan que su trabajo aporta nuevos «datos analíticos de una serie de instalaciones estudiadas para el inventario de la Sierra de Cartagena-La Unión», encargado por el Ministerio de Industria; y un avance en las «metodologías para la evaluación de los riesgos que llevan asociados» esas terreras.
En el primer caso, estos científicos del Área de Geoquímica y Sostenibilidad Minera del IGME aportan «datos representativos de una serie de instalaciones» y los localizan sobre imágenes aéreas. En este caso, los residuos «están entre los que tienen mayor potencial de España en contaminación por material particulado emitido por procesos erosivos».
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Además, «se aporta un método que podría facilitar las tareas de inventario y evaluación en otras zonas de España» y del extranjero. El fin último es que las administraciones públicas, como la Comunidad Autónoma y la Confederación Hidrográfica del Segura, puedan «establecer prioridades de actuación» para proteger los ecosistemas, el entorno (donde hay campos de cultivo) y la salud de los vecinos.
Las lluvias siguen arrastrando residuos mineros a Llano del Beal. José Antonio Angosto, vecino del pueblo, denuncia la existencia de una 'piscina' de «aguas rojas ácidas», con zinc, cadmio, hierro y plomo, junto a su casa, cerca de la calle Mayor. El gobierno local dijo ayer que la crisis del coronavirus le ha impedido acabar la redacción del proyecto de la red de aguas pluviales del pueblo. Se apoya en la Confederación Hidrográfica del Segura.
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