Patricia Jerez con Suca, junto a su retrato en el mural de La Rambla. LV

La belleza canina redecora La Rambla de Cartagena

La artista plástica Patricia Jerez firma dos murales con más de treinta mascotas del vecindario en un colorido tributo

Lunes, 21 de octubre 2024, 00:15

Un homenaje fresco y vitalista a las mascotas que pasean por La Rambla decora un par de paredes en la calle Luis Calandre. Hay espacio para un toque de humor y otro mensaje que invita a cuestionarse el comportamiento humano: «¿Cuál es tu concepto de lealtad?».

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«¡Parece que los perros han salido del mural cuando los ves corretear por La Rambla! Me despierta ternura. Es precioso», reconoce Carmen Heredia, que pasea a diario por esta zona.

En los dos murales aparecen retratados 32 animales, de los cuales 30 son perros del vecindario, algunos de ellos ya fallecidos. Todo empezó hace seis años con el retrato de Suca, de la muralista y artista plástica Patricia Jerez (pathirke_jerez, en instagram), al que se sumó Recoveco, de un amigo escultor.

Patricia Jerez (País Vasco, 1986) se dedica al arte desde hace catorce años, diez de los cuales vive en Latinoamérica. En su visita a la familia cartagenera este verano quiso redefinir ambos retratos dañados por el paso del tiempo. De verla pintar a Suca y a Recoveco, «con tanta precisión y belleza», vecinos del barrio quisieron inmortalizar también a sus mascotas. Ellos mismos sufragaron los gastos. Fue tal la acogida que Jerez tuvo que solicitar permiso al Ayuntamiento para continuar con los retratos en la pared contigua. En total, ha hecho 50 retratos, y en los murales ha colaborado el grafitero Kenu.

Todos están encantados porque es una manera de reinventar el espacio deteriorado con la huella de unos perros que han convertido La Rambla en su lugar de recreo.

Impulso creativo

La artista autodidacta, que estudió Administración y Finanzas, y también se formó como técnico veterinario y adiestrador de perros, recogió a Suca malherida hace 18 años en el Puerto de la Cadena, cuando vivía en Caravaca de la Cruz, donde llegó a acoger a una veintena de perros. Desde entonces fue su compañera fiel y la llevó a todos sus trabajos hasta su fallecimiento en agosto.

Gurú y Chispa, con sus imágenes.

«Percibo cierta dificultad para aceptar la muerte de los perros, que viven menos que los humanos. Muchas personas renuncian al disfrute de tener una mascota para no tener que enfrentar la pérdida», considera Patricia tras finalizar el mural, en el que invirtió los meses de julio y agosto.

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Ahora regresa a Lago Puelo, un pequeño pueblo en la Patagonia Argentina, donde vive desde hace un año en un autobús de once metros que está terminando de adaptar como hogar y futura tienda de arte. Su intención es terminar de acondicionar el vehículo y antes de que la nieve del otoño llegue a la cordillera salir rumbo a Uruguay para descubrir su arte callejero.

Debido a la hostilidad del clima, cuyas temperaturas permanecen bajo cero diez meses al año, los murales quedan en un segundo plano porque la pintura se congela. En ese tiempo, su principal fuente de ingresos son los retratos, vestuarios para murga uruguaya y la personalización de muebles, entre otros encargos. Por otra parte, la inflación ha obligado a la población a recurrir al trueque como modelo de negocio para poder sobrevivir. Un sistema con el que Jerez se siente «muy cómoda» en favor de la sostenibilidad.

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La artista, cuyo primer destino fue Valparaíso, en Chile, considera que los murales deben generar conciencia. Así lo hizo en el primer festival de muralismo y escultura que organizó el pasado enero en Argentina. Cuando puede elegir busca remover y hacer pensar. «Si en algún momento pinto un mural de animales, me gustaría dar un toque de atención para que rebajemos la soberbia como sociedad. Creemos que somos una especie superior y que todos los recursos están a nuestro servicio. Arrasamos con todo», admite.

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