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Buceadores en el interior del lago helado de Panticosa, en Huesca, durante un curso de buceo en aguas frías

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Buceadores en el interior del lago helado de Panticosa, en Huesca, durante un curso de buceo en aguas frías armada española

'Ascenso' en la Escuela de Buceo de la Armada

Defensa la convierte oficialmente en centro de referencia para la formación de buceadores y buzos de los tres ejércitos

Lunes, 18 de febrero 2019, 07:54

El Ministerio de Defensa ha transformado la Escuela de Buceo de la Armada, situada en la Estación Naval de La Algameca, en Escuela Militar de Buceo, en reconocimiento al trabajo que desde hace décadas realiza esta unidad en la formación de los miembros de los tres ejércitos que requieren especialización en esa disciplina. En la práctica no supondrá grandes cambios, pues mantendrá su labor docente con el apoyo logístico y de personal del Centro de Buceo de la Armada (CBA), con el que comparte jefatura. También seguirá estable el número de alumnos: unos 500 anuales, entre los cursos de aptitud, especialización, informativos y de cualificación.

Sin embargo, a nivel orgánico y más allá del cambio de denominación oficial, la nueva Escuela Militar de Buceo sube de categoría, al ser reconocida oficialmente como el órgano impulsor de la estandarización de procedimientos y norma básica en su disciplina en las Fuerzas Armadas, así como el interlocutor de Defensa con el resto de administraciones públicas en esa materia.

Durante el año lectivo, la Escuela imparte una docena de cursos de especialización que van desde los de aptitud de buceo elemental-nadador de salvamento para marinería y tropa hasta los de guerra naval especial que reciben los 'boinas verdes' españoles, pasando por los de buzo con capacidad para trabajar a 90 metros de profundidad. Hay otros específicos, como los de buceo en aguas frías, caza de minas, desactivación de explosivos, inspección de equipos a presión o los que capacitan para trabajar en corte y soldadura bajo del agua. También es el centro de referencia para la formación en medicina subacuática e hiperbárica de oficiales médicos y enfermeros.

Medio hostil

El director de la Escuela y comandante del CBA, el capitán de navío Joaquín Vegara, explica que el buceo militar conlleva siempre la ejecución de un trabajo, bien de carácter técnico o militar, que el especialista debe abordar con pesados equipos y luchando contra el reloj en un medio que no da facilidades. «Si hay una vía de agua en el casco de un buque o hay que quitar unas redes enganchadas a unas hélices, el buceador debe saber qué hacer y cómo hacerlo. Debajo el agua el tiempo es oro y el aire, también», dice. Treinta profesores e instructores se encargan de recordar constantemente esa máxima a los alumnos.

«Debajo del agua se piensa más lento, además. Por so hay que tener las cosas muy automatizadas, siguiendo unos procedimientos de actuación estandarizados», añade el comandante. La planificación de la misión, con el análisis del objetivo a cumplir y la preparación del material técnico necesario, representa el 90% de la operación de buceo. «La seguridad es lo primero», recuerda Vegara.

El principal contingente de alumnos que llega anualmente a La Algameca lo proporciona la Armada, principalmente marineros e infantes de marina, que pasan inicialmente pruebas médicas y físicas específicas que confirmen su compatibilidad con el buceo militar. Entre ellas destacan unas pruebas de cámara hiperbárica, con un ejercicio de compresión y otro de descompresión, que van dirigidas a garantizar las seguridad de los alumnos y las mayores tasas de éxito al finalizar su formación. Después se sumergen en un completo programa formativo teórico y práctico, según el nivel al que aspiran. Es el mismo que siguen soldados de Tierra y del Aire, así como de la Unidad Militar de Emergencias (UME) que buscan la acreditación profesional para trabajar bajo el agua.

La Escuela forma esporádicamente a miembros de la Policía Nacional, Guardia Civil y civiles, principalmente bomberos, fruto de los convenios de colaboración con otros organismos públicos.

Todo el trabajo sale adelante con el apoyo del personal del CBA, que revisa, mantiene y proporciona el abundante y complejo material que se necesita para bucear.

Inmersiones nocturnas cada semana y pruebas de resistencia

La actividad en la Escuela Militar de Buceo comienza cada día a las 7.45 horas con la formación del personal y las novedades antes del izado de la Bandera. Luego se suceden hasta la hora de comer los ejercicios físicos, las clases teóricas, la preparación de las inmersiones y la ejecución de prácticas. Una o dos veces por semana hay buceo nocturno.

Los alumnos que se adentran en las profundidades pasan continuamente pruebas para acostumbrarse a reaccionar en situaciones de emergencia: desde el que se queda sin gases en sus equipos para respirar hasta el que pierde el regulador o las gafas por un aletazo del compañero de inmersión.

«La serenidad», dice el capitán de navío Vegara, «es la características básica que debe tener un buceador». Y le añade capacidad de improvisación para saber reaccionar ante un imprevisto, habilidad analítica y pensamiento crítico para saber qué hacer en cada momento, tener conocimientos técnicos y destreza para usar equipos, además de valor, resistencia física y espíritu de sacrificio.

Los alumnos llegan voluntariamente a la Escuela, pero el proceso de elección es férreo para que aprovechen los que más aptitudes tienen para ese trabajo.

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