Los Juegos Carthaginenses
LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN HISTORIADOR Y DOCUMENTALISTA
Sábado, 10 de septiembre 2016, 00:33
Ahora que se acercan las fiestas de Cartagineses y Romanos sería oportuno recordar cuando desde el Ayuntamiento de Cartagena se organizó una magna competición deportiva, que fue de menos a más para quedar luego en nada. Nos referimos a los denominados Juegos Carthaginenses, de los que se celebraron cinco ediciones, desde 1967 a 1972.
Estas llamadas mini olimpiadas llegaron incluso a contar en su última edición con la intervención de unos tres mil participantes en treinta variedades deportivas y con un presupuesto superior a los tres millones y medio de pesetas de las de entonces.
El Ayuntamiento fue el organizador de estos juegos contando con la cooperación de casi todas las instituciones y organismo presentes por entonces en la ciudad. También con la colaboración de la Dirección Nacional de Deportes que incluso desplazó a su delegado nacional de Educación Física y Deportes, Juan Antonio Samaranch, como se muestra en una de las fotografías de este artículo.
Fue en diciembre de 1967 cuando se puso en marcha de una manera modesta esta competición deportiva, circunscrita a elementos exclusivamente locales. La intención era promover el deporte entre sus jóvenes y al mismo tiempo crear una necesidad en cuanto al desarrollo de instalaciones deportivas tan carentes y escasas en Cartagena.
Se puede decir que el primer objetivo fue cumplido con creces, mientras el segundo, fracasó y con ello en parte los propios juegos, pues ninguna otra ciudad quiso continuar organizando los mismos.
Pero volvamos a la génesis de estas olimpiadas cartageneras, al famoso y conocido escudo que las representaba: a aquella Colonia Urbis Iulia Nova Karthago CVINK, que junto a una cuádriga integra su símbolo como ahora lo hace también de las fiestas, con intervención en sus ceremonias inaugurales de vestales, laureles, desfiles y antorchas, conjugadas con bendiciones en la consagrada iglesia de la Caridad y realizando el juramento por los participantes, seguidas de exhibiciones gimnásticas, dirigidas por el gran mentor deportivo Antonio Madrigal y su chicos del colegio La Inmaculada de los Padres Franciscanos.
Conforme se sucedían las ediciones, estos juegos crecían en participación e incluso en repercusión a nivel nacional, ya en la IV edición se contó con la intervención de deportistas de otras ciudades, el Comité organizador tuvo la idea de que a los mismos se les uniesen atletas de urbes vinculadas a la nuestra, por la historia y la dominación romana. Aesta llamada acudieron con entusiasmo Málaga, Valencia, Alicante y Almería, solicitando su inclusión en los juegos representaciones de las federaciones castellana y balear, e incluso con campeones a nivel nacional.
Pero será en la V edición de estos juegos cuando se alcanzaría su mayor desarrollo. Corría el año 1972, el acto de inauguración fue vistoso y lleno de simbolismo, rememorándose aquellos Juegos Augustales en el emblemático estadio del Almarjal. Para este año la participación se amplió a representaciones de Barcelona y Tarragona e incluso deportistas de la vecina Murcia participaron en algunas disciplinas. Estas ya superaban la treintena: ajedrez, automovilismo, atletismo, baloncesto, balonmano, billar, bolos cartageneros, ciclismo, esgrima, frontón, fútbol, golf, hockey sobre hierba y patines, judo, natación, patinaje, pesca con caña, tenis, piragüismo, remo, tenis de mesa, tiro, tiro con arco, vela, voleibol y motorismo.
El desarrollo de las pruebas se realizaba en instalaciones cedidas por diversas entidades y empresas, además del citado estadio municipal del Almarjal, en donde se desarrollaban las pruebas de futbol; se contaba con las infraestructuras de la Bazán en Los Juncos, Repesa en Escombreras y la Armada en el Arsenal.
Pero la necesidad de contar con instalaciones propias de carácter público y municipal será la causa determinante para que no continuasen celebrándose en Cartagena estos juegos, pese a lo intentos del municipio en conseguir subvención para su construcción, involucrando incluso al entonces Príncipe de España, don Juan Carlos de Borbón, nombrándole presidente de honor de los Juegos Carthaginenses.
La organización de la sucesiva edición quedó en el aire. La ciudad de Málaga se postuló para organizar los siguientes y Barcelona los VII, pero tristemente todo acabo aquí.
Lástima. Fue un sueño que duró cinco otoños, que las actuales fiestas de Cartagineses y Romanos debieron resucitar en su momento pero que han quedado en el recuerdo y como alguien escribió: «De todo este 'arsenal histórico' había que elegir una época que diera rango fundacional a unos juegos, que en lo deportivo marcarán época. Había que buscar un tiempo de esplendor y que a su vez abarcara lo máximo en lo que a territorialidad se refiere. Por eso se pensó en la División Romana de la España Citerior, y concretamente en la Provicincia Carthaginesense capital y residencia del Pretor, y que abarcaba grandes territorios del litoral Mediterráneo y que incluso hoy son Provincias Marítimas bajo su Capitanía actual. A Cartagena le ha correspondido el honor de su acierto al crear estos juegos históricos deportivos, al saber tejer y dar contenido a los llamados Juegos Carthaginesense, crisol de Historia y Deporte».
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