«El reloj se lleva tres años con el famoso Big Ben de Londres»

Uno de los grandes tesoros del Arsenal Militar es el reloj inglés que corona el pórtico de entrada. Fue fabricado en 1860 para la Escuela Naval de Cádiz, pero seis años después acabó instalado en Cartagena por decisión de la reina Isabel II. «Se lleva tres años con el famoso Big Ben de Londres», dice José Antonio Carrión, que se ocupa de que funcione con gran precisión desde 1956, cuando con dieciséis años tomó el relevo de su padre. De esa tarea no se libró ni durante su época de servicio militar. «Evidentemente, también cuidé del reloj», explica.

El relojero conoce con gran detalle la historia de la maquinaria que examina puntual cada dos días; también la del Arsenal, que relata con tanto detalle como cariño. Hasta hace bien poco, las campanadas marcaban la vida dentro del recinto, pues servían para indicar la entrada al trabajo a los talleres de la Maestranza a las ocho de cada mañana, así como los posteriores relevos de los turnos. «Si se paraba de noche, el oficial de guardia avisaba al sereno y éste iba en busca de mi padre, que se levantaba y se venía a ponerlo en marcha», recuerda. La precisión marca la vida de José Antonio, quien explica sus desvelos para acompasar las campanadas del Arsenal a las salvas que hasta hace muy pocos años se disparaban frente al pañol de cañones. A su vez, el reloj también era guía para los buques militares de la ciudad.

Carrión destaca la calidad de la maquinaria, su fiabilidad y también la excepcionalidad de las esferas de la torre, pues su estructura es metálica. Incluso las de los minutos, que en otras torres famosas, como la del reloj de la madrileña Puerta del Sol, aparecen pintados.

José Antonio Carrión ya tiene preparado el relevo. «He recomendado una personal al almirante. Ya nos turnamos», dice, consciente de que en sus manos está una joya de la historia de la Armada.