Eduardo Pueyo del Río, 'El Niño', muestra en el exterior de la Cárcel Vieja de Murcia un recorte de LA VERDAD en el que aparece una foto de su arresto con 16 años. NACHO GARCÍA / AGM | Verabril

«En la Cárcel Vieja había más villanos con uniforme que tras las rejas de las celdas»

Eduardo Pueyo del Río fue uno de los presos más jóvenes en estar interno en el antiguo presidio, un edificio hoy remodelado como centro cultural

Lunes, 10 de octubre 2022, 02:26

Eduardo espera en la puerta del recién rehabilitado módulo que albergaba la administración de la Cárcel Vieja de Murcia. Mira de arriba abajo una ... pancarta que cuelga en la entrada con rostro extrañado.

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–¿Qué es eso de 'Héroes y Villanos'?, pregunta al leer el póster.

–Es una exposición. Ahora es un centro cultural, responde el periodista.

–Ah, pues está bien traído, teniendo en cuenta lo que había antes ahí dentro. Aunque, había más villanos con uniforme que tras las rejas de las celdas, bromea.

«Hola. Me llamo Eduardo Pueyo del Río; me decían El Niño, a veces me lo siguen diciendo, y aquí empezó mi carrera».

Eduardo tiene la voz partida por el tabaco y un historial con más de medio centenar de atracos a bancos y joyerías cometidos entre finales de 1970 y principios del 2000. «Pero todo eso está cumplido y prescrito. Desde hace 10 años, ya no tengo antecedentes. Eso escríbelo», solicita.

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Fue uno de los presos más jóvenes en pisar la antigua Prisión Provincial de Murcia (la Cárcel Vieja), de ahí le vino el apodo de El Niño. Y lo hizo dos veces. La primera en 1978, con apenas 16 años recién cumplidos. ¿El motivo? Una chiquillada que le llevó a dar con sus huesos adolescentes a una de las celdas del presidio.

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El Niño cometió medio centenar de atracos a bancos y joyerías entre finales de 1970 e inicios de 2000: «Todo eso está cumplido y borrado»

«Nos metimos en un coche y nos llevamos un frasco de colonia, un bolígrafo y un mechero. Nos cogieron con esos objetos que el dueño del coche reconoció como suyos y nos metieron para adentro».

Primera detención de El Niño por dos atracos en 1979.

Eduardo, 'El Niño', de 60 años, es un prodigio para las fechas. Se mosquea al recordar aquellas que le privaron de libertad y relata con cariño las que le devolvieron a la calle. Son tantas como la docena de veces que entró y salió de las varias cárceles españolas en las que estuvo interno.

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«Aquí, donde estamos sentados, en la parte exterior de la Cárcel Vieja, estaba el patio de la cocina. Allí había un guardia (señala una garita que aún se conserva en una esquina del recinto). Te metían un bolazo en cuanto te veían toser más de la cuenta», recuerda.

La primera vez que entró en la cárcel –aquella del robo de un mechero y poco más– se sorprendió de la cantidad de gente que conocía. «Cuando entré, las celdas de menores estaban llenas y me mandaron a la planta de arriba, a las 'brigadas', pabellones en los que había 20 o 30 presos adultos durmiendo en camastros, pinchándose y haciendo de vientre en un agujero que había en el suelo. Nada más entrar, miré para arriba y vi un colega; giré la cabeza a un lado, y vi a otro, y pensé: 'Menos mal'».

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Escuela de delincuencia

Esos amigos los conoció siendo un crío en San Basilio, por donde solía rondar, una zona que en aquella época era un nido de delincuencia. También en la antigua taberna de El Yerbero, junto al Teatro Romea, «donde tomaba vinos y fumaba». Allí forjó amistades y adquirió «habilidades» que le sirvieron para, con apenas dieciséis años, plantarse con una recortada en mitad de una oficina bancaria y conseguir que cuatro hombres adultos no meneasen un músculo mientras se llevaba un buen montón de billetes.

Fue el primer ladrón de España en asaltar una sucursal y robar en euros a primeros de enero de 2002

Su estancia en la Cárcel Vieja duró apenas diez días. Sin embargo, no tardó en regresar. En concreto, once meses, cuando le quedaba un mes para cumplir los 17 años. «Cometí dos atracos: uno en un banco de Alguazas, en marzo de 1979, y, tres días después, en otra sucursal de la pedanía murciana de La Ñora». LA VERDAD publicó la noticia de uno de los asaltos el 18 de marzo de 1979 y titulaba: «Atracada la Caja Rural de Alguazas».

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La crónica contaba que «tres jóvenes llegaron hasta la entidad bancaria y, mientras que uno de ellos se quedaba en el interior del vehículo, los otros dos penetraron en la Caja Rural. El primero llevaba una pistola plateada –que luego se comprobó que era de juguete–, mientras que el segundo que entró portaba un arma de fuego con cañones recortados.

Llevaban la cara totalmente descubierta y, en menos de tres minutos, se apoderaron de 82.000 pesetas que había encima de las mesas y se marcharon en el vehículo a gran velocidad [...]», informó este diario.

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«Yo era el que llevaba la recortada, que iba descargada. Nunca he pegado un tiro ni he pegado a nadie. No actuaba así. Cuando alguien se ponía 'gallito', le gritaba dos veces y normalmente achantaba. En el atraco de Alguazas, entramos, ordenamos que estuvieran quietos, cogimos el dinero que teníamos a la vista y nos fuimos», recuerda. Fue detenido dos días después del segundo atraco, el 22 de marzo de 1979, y así lo contaba este periódico:

«Las gestiones realizadas en ambientes de Murcia apuntaban, como uno de los presuntos implicados, hacia un joven apodado El Niño y El Chiqui. Dos días después de haberse cometido el atraco en la entidad bancaria de La Ñora, se conseguía la detención de E. P. R., de 16 años de edad».

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«Por aquello me cayó un año y medio. Pero en la cárcel de Murcia estuve hasta diciembre, porque me trasladaron por un follón que monté. Había nacido mi hijo hacía pocos meses y, cuando mi pareja vino a visitarme, no me dejaron tomarlo en brazos. Cogí tal cabreo que con una pala destrocé todos los cristales del economato, los de la barbería, los de la jefatura de servicio y los de la cocina. Por aquello, me mandaron a la celda de castigo, 'el carambú', rodeado de ratas como perros de grandes y, de allí, a la cárcel de Burgos», recuerda Eduardo. El Niño ya no volvió a pisar la Cárcel Vieja, pero, cuando recobró la libertad en el mes de septiembre de 1980, no tardó en volver a ingresar en el agujero. En diciembre de ese mismo año, atracó una joyería en la pedanía murciana de Los Dolores, lo detuvieron y le condenaron a tres años que cumplió en la recién inaugurada cárcel de Sangonera la Verde.

Cazado por las cámaras

El tiempo en prisión se detiene para quien está dentro, mientras, fuera, la sociedad sigue su curso y avanza. Fue el progreso el que le jugó una mala pasada al Niño cuando reanudó su actividad delictiva dos años después. Tras una serie de asaltos a bancos de la Región en 1985, atracó uno que estaba ubicado en el barrio murciano del Infante. En teoría, el plan salió bien y el 'palo' fue limpio. «El director de la sucursal nos abrió la caja fuerte y nos llevamos 4 o 5 millones de pesetas que nos fundimos en la mala vida». Sin embargo, la Policía tardó poco tiempo en arrestarlo.

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«El inspector de la brigada antiatracos me dijo que no me iba a decir en qué había fallado para que en el próximo golpe volviera a cometer el mismo error. Luego me enteré de que existían cámaras de vigilancia que te grababan, algo que yo no conocía. Todo había avanzado mucho».

Regresó a la prisión de Sangonera la Verde. En esos años conoció al Torete, cuando coincidió con él en el 'chabolo'. «Luego me enteré de que se había muerto aquí en Murcia. Tuvo un hijo con una murciana, intentó reformarse, pero falleció a los pocos años de sida». El Niño tuvo varios ingresos más en la cárcel durante la década de los 90. Su última estancia entre rejas se produjo en el 2002, cuando protagonizó el primer robo en euros de España en un banco de la Región.

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«El 4 de enero atracamos un banco de la calle La Gloria de Murcia. Había entrado un furgón que llevaba 120.000 euros para hacer el cambio en pesetas. Fui a una casa del Castillejo a por las 'herramientas' y entré con un compadre a la oficina. Le dije al empleado que abriera las cajas que acababan de traer con el dinero. Pero no se abrían».

De repente, una chica se asomó a la puerta desde la calle, los vio y se marchó a toda prisa. «Tuvimos que salir corriendo con el dinero que pillamos por allí suelto». Al Niño lo cogieron cuando huía a la carrera por una calle del Castillejo con 1.800 euros. «No sabía ni cuanto era al cambio». Le cayeron otros dos años que cumplió enfermo. «Cuando salí, después de 50 atracos, entendí que eso de robar no era lo mío, y lo dejé, me corté la coleta».

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«En prisión había auténticos genios que planearon fugas de película»

Eduardo vivió una de las fugas que hubo en la Cárcel Vieja en 1978, cuando se escaparon 15 presos haciendo un agujero bajo una litera. Habían cavado varios hoyos como cebo, para despistar a los guardias, pero el bueno estaba debajo del camastro de una celda de menores.

«Había auténticos genios aquí encerrados que planearon fugas de película. Se tiraron más de dos años haciéndolo, usando palos para retirar la tierra, porque era todo barro. La única pega la encontraron bajo los muros, porque allí había pedruscos. Tenían que sacarlos y el problema era esconderlos. Los colocaron debajo de las camas. Cuando salieron, más de la mitad no llegaron muy lejos, porque los detuvieron. Uno que se escapó, y que cogieron, salía en libertad al día siguiente. Por eso digo que en aquella época también había gente con pocas luces».

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