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JUAN F. ROBLES
CARAVACA DE LA CRUZ
Martes, 10 de septiembre 2024, 13:20
La Cofradía de la Vera Cruz amplía el patrimonio artístico de la Sagrada Reliquia con un nuevo repostero de dos metros de ancho y tres de alto, bordado con sedas de colores y canutillo de oro y plata. «El repostero viene a sustituir al antiguo, que se encontraba muy deteriorado y sobre el que se realizará también una intervención para restaurarlo en la medida de lo posible», explicó el hermano mayor de la Cofradía, Luis Melgarejo, y destacó el hecho de que haya sido bordado íntegramente en un taller de Caravaca. Habitualmente el repostero luce en la sala de Cabildos del Castillo, aunque durante la celebración del Quinario podrá verse expuesto en el altar de la Basílica.
El diseño cuenta en el centro con el escudo de la Cofradía y perimetralmente con una orla con recortes en seda de colores, enmarcada en galón dorado. El taller Bordados Caravaca de la Cruz ha invertido tres meses de trabajo en el repostero y se han empleado materiales nobles, variedad de tejidos y técnicas de bordado; cuenta con motivos en canutillo de oro y plata y piezas en relieve con las que se consiguen distintos volúmenes. También se ha incluido cristal blanco, rojo y azul en diferentes tamaños; bordado en metalizado azul y diferentes piezas de rocallas y cristal transparente. Algunas piezas han sido realizadas con la técnica del talco aplicada al bordado siguiendo los procesos de creación del siglo XVII.
Por su parte, el diseño de la cenefa ornamental, del siglo XVIII, está tomado de la escalera principal del extinto convento de San Francisco, en Mula, un guiño a la importancia que esta Orden tuvo en la difusión de la Vera Cruz en el mundo. La cenefa está enmarcada con galón dorado tanto exterior como interior y los tejidos empleados han sido la seda y el rayón en colores blanco, verde, celeste y leonado.
«Para nosotros, que somos personas creyentes y que acabamos de arrancar con el taller, este encargo ha supuesto un impulso a nuestro proyecto y ha sido un honor que va más allá de un mero trabajo, porque lo hemos hecho para la Santísima Cruz», comentaron Antonio José Egea y Mª Cruz Sáez, del taller de bordado.
La camarera de la Cruz, Cachita Melgarejo, destacó las singularidades de la nueva pieza con la que se incrementa el patrimonio de la Cofradía: «No es un bordado plano y clásico, sino que cuenta los volúmenes que ofrecen una singularidad especial al trabajo».
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