La plaza del Arco acogerá hoy, a partir de las 21 horas, el pregón de las Fiestas de la Vera Cruz, que correrá a cargo del escritor caravaqueño Miguel Sánchez Robles. En un jardín cercano a su casa, Sánchez habla con una ilusión desbordante de cara al acto que dará el pistoletazo de salida.
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–¿Qué emociones ha sentido a la hora de preparar el pregón?
–En verdad han sido muchas las emociones, y consecutivas, «caudalosas». Caravaca en ese sentido posee una magnitud impresionante en cuanto a actividades, actos y vivencias, tanto de carácter lúdico como religioso. Y da mucho de sí. Son una ciudad y unas fiestas muy llenas de belleza y enjundia, de encuentros insólitos y agradables y de celebración misma de la existencia. Poder ver y sentir todo eso desde dentro, desde la misma médula del sentimiento y la experiencia propia, es un privilegio, algo que uno no se espera ni se imagina. Y además de un reto, ha supuesto también una oportunidad preciosa y saludable, una ocasión para la gratitud. Lo que más he sentido ha sido gratitud, gratitud de vivirlo y gratitud de poder compartirlo. Me ha venido bien a mi edad todo eso. Me ha rejuvenecido. Y me ha hecho pensar en ese verso de Jaime Gil de Biedma que tengo como lema en mi guasap: «Recuerdo que de pronto amé la vida».
–¿Qué sensaciones tiene a tan solo unas horas de dar el pistoletazo de las fiestas?
–Pues tengo mucha confianza en mí mismo y en el pregón que he escrito. Incluso tengo ilusión y una dulce ansiedad por leerlo, de que llegue el momento de estar allí acompañado de mi familia y dirigirme con la palabra y el corazón a los caravaqueños. En Caravaca de la Cruz el acto de lectura del pregón adquiere una dimensión especial. Creo que hay muy pocos lugares en los que ese acto tenga la atención y la importancia que tienen en nuestra ciudad.
–En su presentación como pregonero tuvo recuerdos sobre sus vivencias como festero.
–Sí, tengo muchos recuerdos de mi infancia y de mi juventud vinculados a la fiesta. Muchos y muy intensos. Recuerdos aún muy vivos porque es cierto eso de que la verdadera patria del hombre es la infancia, aunque yo añadiría: la infancia y la primera juventud. Son recuerdos hermosos que te acompañan para siempre y que intentas revivir de alguna forma. Escribir el pregón me ha ayudado muchísimo a reconciliarme con todo eso, a descubrir que no he vivido en vano, que no hemos vivido en vano. Y también he paseado de manera «socrática» por el casco antiguo de Caravaca y por las calles donde viví y jugué mucho de niño y adolescente y he vuelto a pasar muchas cosas por el corazón y la memoria.
-¿Qué van a escuchar quienes acudan esta tarde a la plaza del Arco?
-Un texto íntimo, sincero y una reflexión sobre qué significa vivir y pertenecer con el alma entera a una ciudad excelsa como Caravaca de la Cruz en todos los sentidos, en todos, pero fundamentalmente en su proyección festiva y religiosa.
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-¿Qué nos puede adelantar de la estructura o del contenido del Pregón?
-Sobre eso no puedo ni debo adelantar nada. Hay que esperar. Saber esperar es crucial y sano, aunque pueda parecer algo antihegemónico en este momento del mundo que vivimos. A veces la espera es un acto importante en sí mismo. En algunas civilizaciones esperar tiene sentido propio, y recompensa. Pero aprovecho la pregunta para invitar a que asistan hoy a la lectura del pregón en la Plaza del Arco a las nueve de la noche. Es un lugar magnífico para un acto así y tengo la confianza de que les podrá llegar a gustar haber estado allí.
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