El Camino del Levante, el más popular de los ocho que componen el Camino de la Cruz. Recorre casi 120 kilómetros a lo largo de diez municipios y discurre por algunos de los paisajes más característicos de la Región de Murcia. Este camino es el único señalizado con códigos QR que proporcionan al caminante información adicional de los lugares que va atravesando.
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Se trata de la ruta más equipada y la que menos exige al viajero a nivel logístico, ya que el apoyo que ha recibido en los últimos años por parte tanto de la Diócesis de Cartagena como de la propia administración regional ha hecho que sea un recorrido asequible para distintos niveles de condición física. Además es apto para realizar con niños y la distancia que separa Cehegín de Caravaca también pueden recorrerla personas con problemas de movilidad, ya que el firme está acondicionado para circular en silla de ruedas o vehículos de movilidad personal. A lo largo de 2024 se espera que el tramo accesible llegue hasta Bullas.
El Camino del Levante parte desde la vecina ciudad de Orihuela y discurre junto al río Segura a lo largo de 24 kilómetros hasta su llegada a Murcia, atravesando el municipio de Beniel y diversas pedanías de la capital. En este primer trayecto es recomendable visitar el casco histórico de Orihuela, así como disfrutar de sus fiestas de Moros y Cristianos si se realiza la peregrinación en septiembre, la antigua noria de Beniel y el Belén viviente de la pedanía murciana de El Raal, si se visita en Navidad. Esta primera etapa se puede realizar en alrededor de seis horas caminando o dos en bicicleta. A su llegada a Murcia el peregrino encontrará una gran oferta cultural, religiosa y de servicios y ocio para disfrutar del resto del día.
La segunda etapa, que une Murcia y Alguazas a lo largo de 26 kilómetros (unas 6,5 h a pie y 2,5 en bici), discurre por la huerta de Murcia hasta conectar con la Vía Verde entre Molina y Alguazas. Ofrece al visitante la oportunidad de disfrutar de parte del legado árabe de la ciudad de Murcia a través del sistema de acequias, además de La Contraparada, la Rueda de La Ñora y el Mudem de Molina.
Entre castillos y 'badlands' discurre la tercera etapa del Camino del Levante. 26 kilómetros separan los municipios de Alguazas y Mula. Para alcanzar el siguiente destino el peregrino debe atravesar el característico paisaje desértico creado por la erosión que dará paso al antiguo asentamiento de Los Rodeos en Campos del Río, el Acueducto del Arco en Albudeite, la Villa Romana de Villaricos en Mula, el Yacimiento y Museo del Cigarralejo, el Castillo de los Vélez, la Santa Espina y la Fundación Cristóbal Gabarrón.
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La cuarta parte de la ruta es la conocida como la etapa de los viñedos, ya que gran parte de los 21 kilómetros que separan Mula de Bullas transita zonas de viñedos. El trazado circula por la vía verde del Noroeste y es recomendable hacer parada en la pedanía de El Niño de Mula para reponer fuerzas. Se trata de la etapa más exigente físicamente ya que durante las 5 horas de caminata (2h en bici) el camino será cuesta arriba. Algunos de los puntos más interesantes que ofrece esta parte del camino son la visita al Santuario del Niño de Balate, a la Villa Romana de Los Cantos en Bullas, así como la casa-museo Don Pepe Marsilla y el palacete de los Melgares. Si el peregrino dispone de tiempo, no puede faltar en esta etapa una visita a una de bodega de esta denominación de origen.
La quinta etapa lleva al viajero al final del camino. Los 21 kilómetros que separan Bullas y Caravaca se recorren a pie en unas 5 horas, 2 si se realiza en bicicleta. Es el tramo más montañoso y discurre en parte por un antiguo trazado ferroviario, así como por un paraje, el del Cristo del Carrascalejo, que alberga la bodega más antigua de Bullas. Es parada obligatoria de camino a la Basílica la villa de Cehegín, cuyo casco histórico está declarado Conjunto Histórico. Asimismo, el caminante puede aprovechar para visitar las ruinas de Begastri, ciudad romana que fue sede episcopal entre los siglos VI y VIII. Tras Cehegín, el peregrino pone rumbo hacia Caravaca siempre con la silueta de la Basílica al frente.
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A lo largo del camino los caminantes podrán sellar sus acreditaciones del peregrino en los puntos oficiales, pero también en lugares religiosos, ayuntamientos y oficinas de turismo municipales, así como alojamientos y establecimientos hosteleros.
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