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El alcalde de Caravaca de la Cruz, José Francisco García (PP), en una de sus salidas con la bici. / VICENTE VICÉNS / AGM
José Francisco García: «Una salida en bicicleta me abre la mente»
ESTÍO A LA MURCIANA

José Francisco García: «Una salida en bicicleta me abre la mente»

«La ganadería y la agricultura son trabajos hoy de altísima dignidad, aunque durísimos. Yo siempre busqué la manera de salir de esa vida y ser pragmático», asegura el alcalde de Caravaca de la Cruz

manuel madrid.

MURCIA

Jueves, 6 de agosto 2020

Preside su despacho una obra de Rafael Tegeo (1798-1856), uno de los primeros introductores de la sensibilidad romántica en la pintura española, según destacó recientemente el Museo Romántico en una gran exposición. El protagonista del retrato es anónimo. La pieza es una cesión al Ayuntamiento del futbolista caravaqueño Miguel Ángel Ferrer, 'Mista', que la compró a un marchante de arte y la tenía embalada en su casa de Caravaca. Cuenta el alcalde, José Francisco García (PP), que fue pintor de Cámara de Isabel II y «teníamos algo preparado para este año con Tegeo, pero tendremos que esperar». Caravaca siempre sorprende. Cuando no son sus ríos que aparecen y desaparecen son sus peregrinos o sus notables escritores (Miguel Espinosa, Leante). No puede haber alcalde más orgulloso.

-Lleva un año de primer edil, y estuvo cuatro como jefe de la oposición. Usted viene del mundo de la empresa. Diplomado en Ciencias Empresariales. Dos mundos opuestos. ¿Cómo se desenvuelve?

-A veces chocan un poco. Las formas de hacer las cosas, los plazos. Hay que adaptarse a la burocracia de la administración, y eso es lo que más me cuesta. Uno quiere hacer cosas, y avanzar más pero la administración tiene demasiados vericuetos. Está bien que tengamos controles sobre lo público, pero a veces la burocracia viene a enmarañarlo todo.

-Cuesta más de lo que parece mover la rueda del molino...

-Pero, claro, al final tienes que empujar para que se mueva, y se consiguen cosas pero no con la rapidez que uno desea. Cuatro años pasan muy rápidos, y muchos proyectos son difíciles de desarrollar en tan poco tiempo.

-¿A qué se dedicaban sus padres?

-Eran gente muy humilde, familia de agricultores y ganaderos. Desde pequeño he trabajado y colaborado en labores agrícolas y ganaderas. Yo siempre he vivido en el casco urbano. Pero mis abuelos paternos son de la zona norte, de pedanías altas de Caravaca, ya en el límite con Almería, y mis otros abuelos son de más cerquita, del Barranco del Moro.

-¿Cómo fue su infancia?

-Fue una infancia dura. Son paisajes idílicos, pero yo no lo veía así. En la zona norte, en un cortijo que no tenía agua ni luz, porque el agua se cogía a 200 metros de una fuente. Las siestas eran maravillosas, porque la casa tenía un frescor enorme, a casi mil metros de altitud. Pero en época de siega, el trabajo es de 12 y 13 horas diarias. Fundamentalmente cebada y trigo. Y había mucho trabajo de ganadería intensiva.

-¿Cuántos hermanos son?

-Somos tres varones. Ninguno hemos heredado el oficio de mi padre, aunque mis dos hermanos son más aficionados que yo a la agricultura. Mi hermano mediano es policía local, y le ayuda a mi padre en las labores, que le sirve para mantenerse en forma. Tenemos la maquinaria todavía. Porque además de tener alguna finca propia llevábamos también fincas de los condes de Santa Ana de las Torres, que eran grandes.

-¿Pensó alguna vez de niño en la vida que le esperaba de mayor?

-Siempre imaginaba salir de esa vida. Ahora te das cuenta de que hoy la ganadería y la agricultura son trabajos de una altísima dignidad, pero el trabajo era durísimo y siempre busqué, de la manera que fuese, tener estudios universitarios, y, sobre todo, ser pragmático y que eso me permitiese salir de la vida laboral que ya había tenido. La primera vez que cogí un tractor tenía 10 o 11 años. Con esa edad se hace duro el trabajo en el campo.

-¿Estudió con becas?

-Sí, y en lo público. Mi obligación era sacar todas las asignaturas en junio, porque en verano había que trabajar, y eso lo conseguí siempre. Por la trayectoria que tenía podía haber seguido estudiando, pero en cuanto terminé la carrera me metí rápidamente en el mundo laboral como responsable de algún departamento, y luego como responsable de administración de otras empresas. Sabía de lo que yo era capaz.

-¿Pisaba la playa en verano?

-Días contados, por verla, porque los veranos eran de labor. Empezaba la siega pronto, y luego teníamos la almendra. Yo estaba deseando que empezase el curso escolar para no trabajar tanto.

-¿Cómo iba a ser este verano antes de que todo tuviera que cambiar por el dichoso coronavirus?

-Yo no había planificado, también por motivos de mi cargo, ningunas vacaciones. Pero sí que tenía un viaje a Londres para un concierto con mis hijas, que era el 31 de julio, y no ha sido posible. Sí que espero salir algunos días fuera, pero no sé si cogeremos el coche para ir a alguna otra provincia. Si nos permiten los problemas tomarmos algún respiro sí que me gustaría moverme por la zona tradicional donde se ha movido esta comarca, que es hacia la sierra de Albacete, hacia Letur, Nerpio, Socovos... zonas fluviales, de naturaleza casi virgen, una maravilla que me gustaría que mis niñas conocieran, y donde se come muy bien y el paisaje es espectacular, y se pueden mantener las distancias tranquilamente.

-¿Cómo compagina la alcaldía con la crianza de las dos hijas?

-Bien, mis hijas tienen 14 y 10 años. Y la labor que tengo como alcalde es muy intensa. Este año con la pandemia no he parado ni un solo día, pero ha servido para reagrupar a la familia. Seguimos residiendo en verano en el cortijo de mis abuelos, porque allí también están mis hermanos, y a mi hija de 14 años, una edad ya agitada, hay que traerla a menudo a Caravaca, pero es mi mujer la que más está encima de ellas. Cuando alguien tiene un cargo como el mío es difícil escuchar los problemas que ellas te quieren transmitir, porque a veces no le das importancia. Pero para ellas sí son importantes.

-¿De qué se ha dado cuenta en este primer año como regidor?

-De que hay que ser optimista, y que siempre hay gente mucho peor que nosotros. Lo que más me gusta es ayudar a la gente que lo necesita. Las puertas de esta alcaldía están abiertas para todos. Hemos trabajado con personas de barrios muy humildes. Y yo mismo, cuando he salido a correr con la bicicleta, me he parado a hablar con las mujeres que toman el fresco y esos detalles ellos lo valoran muchísimo porque tradicionalmente son gente olvidada por las administraciones.

-¿Qué deportes practica?

-La bicicleta de montaña. A mí una salida en bici una tarde me sirve para pensar y abrir la mente. A mí me suele sentar bien. Lo hago normalmente en grupo los fines de semana si puedo escaparme, y entre semana, algo intenso, si tengo problemas de agenda.

-¿Suspender la fiesta de los Caballos del Vino ha sido una de las decisiones más difíciles?

-Nunca me lo imaginé, es una decisión con un componente sentimental muy fuerte. Lo recordaré siempre porque no pude contener la emoción y recibí muchos mensajes de gente que me decía que estaban llorando en sus casas. El 2 de mayo se empezaba a poder salir a hacer deporte. Yo soy caballista, y sabía que ese día no iba a salir nadie porque estaba todo el mundo hecho polvo.

-¿Ha ganado alguna vez la carrera de ascenso al castillo?

-Sí, dos veces. Mi peña 'El Minipúa' siempre ha luchado porque la fiesta se revitalizara, fuimos revolucionarios en los años 90 y nos ganamos el respeto de la Federación de Peñas. Peleamos por lo que creíamos y se ha convertido en una pasión total para los jóvenes. Ahí se nos dio una responsabilidad y confiaron en nosotros, yo era bastante más joven, y no defraudamos. Logramos cambiar la mañana de los Caballos del Vino y convertir la carrera en un espectáculo brutal. Hace 10 años que ganamos en 2010, en un año jubilar. El anterior había sido un año nefasto para nosotros, apostamos por traer un caballo inglés de carreras. Rompimos moldes y ganamos. Rompimos el récord de la cuesta. Correr los Caballos del Vino sigue siendo mi pasión.

-¿Mientras sea alcalde correrá?

-Creo que no, es incompatible, porque la edad ya no me permite correr a cierto nivel. Tengo 43.

-¿Para qué ya no es joven?

-El físico te pone en tu lugar, y yo acabé el último año corriendo con los hijos de mis amigos, y el salto de edad es muy importante.

-¿Siempre está tan serio?

-No soy una persona con gracia para contar chistes. Pero en la cercanía se me ablanda mucho la figura. Pero soy accesible y cercano, aunque a primera vista parezca serio.

-¿Es una persona religiosa siendo alcalde de la ciudad de la Vera Cruz y de los grandes místicos (San Juan de la Cruz y Santa Teresa)?

-Un término medio. La tradición familiar es católica, pero reconozco que no soy practicante. Por el cargo sí que acudo a menudo a misa. Es importante tener algo a lo que aferrarte, y de forma interior sí que me siento próximo. Como curiosidad, desde California a Tierra de Fuego, América está llena de cruces de Caravaca. Jesuitas y franciscanos llevaron la cruz allá y sería interesante reconectar por ahí los vínculos de España y América.

En tragos cortos

Un sitio para tomar una cerveza.

-El centro histórico de Caravaca.

Una canción.

- 'La puerta violeta', de Rozalén.

Un libro apra el verano.

- 'Mira si yo te querré', de Luis Leante, ganador del Alfaguara.

¿Qué consejo se daría?

- Ve con la verdad por delante.

¿Cuál es su copa preferida?

- Vino tinto, de Bullas si es posible.

¿Le gustaría ser invisible?

- No le veo ningún atractivo.

Un héroe o heroína de ficción

- El Cid, aunque no sea de ficción.

Un epitafio:

- «Siempre agradecido a la vida».

¿Qué les gustaría ser de mayor?

- Alcalde de Caravaca.

¿Tiene enemigos?

- Alguno habrá, siempre queda alguien en el camino.

¿Qué es lo que más detesta?

- La hipocresía y la cobardía.

Un baño ideal:

- No soy muy acuático.

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