ANTONIO BOTÍAS.
CARAVACA DE LA CRUZ
Miércoles, 29 de noviembre 2017
Cinco siglos separaron ayer la primera visita documentada de un monarca español a la basílica de la Vera Cruz, como fue la de Fernando el Católico en 1488, de la que celebraron los actuales Reyes ante una multitud que, desde primera hora de la mañana, colmó la explanada de la fortaleza, donde se custodian las reliquias de la Cruz de Cristo y que, desde 1980, no recibía la visita de un monarca -fue don Juan Carlos I-, aunque Felipe VI, cuando aún no lo era, ya acudió a esta ciudad santa en 2001 y 2003.
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Desde primera hora de la mañana, toda la localidad se movilizó por la visita regia, repartida la población en dos puntos. El primero fue la basílica, abarrotada de cientos de personas para recibir a Don Felipe y Doña Letizia, quienes llegaron en helicóptero. Cuando los congregados vieron acercarse la aeronave, a unos diez kilómetros de distancia, comenzaron a dar vítores, en improvisado ensayo. Y segundo, la iglesia de la Compañía, sede de la espléndida exposición 'Signum. La Gloria del Renacimiento', que será clausurada en un par de días.
El ambiente en las calles, pese al mal tiempo que incluso añadió la lluvia al paso de la comitiva, resultó fabuloso. Balcones engalanados, cientos de policías en las calles, cafés y terrazas muy animados y hasta seis filas de murcianos aguardaron la llegada del Rey, entre vítores a la Casa Real. Banderas de España y pancartas pendían de los balcones, cuajados de espectadores; gritos de aclamación, en gran medida por parte de los escolares que se sumaron a la fiesta, así como un trasiego de vecinos desde un punto a otro de la visita.
La Reina, quien vestía un traje gris perla e interminables tacones, se mostró cercana hasta el extremo de abrazar a un bebé frente al templo de la Compañía o contemplar algunos retratos que le mostraron, donde aparecía el ahora Rey cuando solo era Príncipe. Pero también Hermano Mayor de Honor de la cofradía custodia de la reliquia. A sus cofrades les aseguró el Rey que le hubiera gustado «venir mucho antes».
«¡Son muy cercanos y atentos!», advertía casi entre lágrimas una caravaqueña. Y tan solo, añadía, porque «me han dado la mano y me he hecho un selfi». Desde luego que selfis no faltaron. Ni fotografías como las que disfrutó Victoria Cava, presidenta de la asociación Unidad Monárquica de España.
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La ceremonia en la basílica fue tan breve como intensa. Repleta la nave central de personas, Sus Majestades ocuparon un lugar de honor sobre el altar, hasta donde les fue llevada la reliquia para su adoración. Tanto Felipe VI como Doña Letizia veneraron el relicario que custodia dos fragmentos de la Cruz, uno enviado desde Jerusalén y otro donado por Pío XII.
Así se lo explicó el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, encargado de oficiar la ceremonia. Desde dentro se escuchaban las aclamaciones a los Reyes, quienes departieron unos minutos con los miembros de la Cofradía de la Vera Cruz, a quienes felicitaron por su labor de custodia e impulso a la popular reliquia.
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Interés por un murciano
La ceremonia concluyó entre gritos de «¡Vivan los Reyes!» y «¡Viva España!», aclamaciones que jalonaron la salida de la comitiva al exterior, donde, de nuevo, fueron recibidos entre vítores. Y de allí, en apenas diez minutos, se trasladaron hasta la exposición. Les aguardaba a la puerta Nacho Ruiz y Carolina Parra, comisario y directora de la muestra. Ellos fueron los encargados de explicar la exposición sobre el Renacimiento, acompañados por numerosas autoridades políticas y culturales de la Región.
Entre otras cosas, los Reyes conocieron el catálogo de la exposición, una cuidada obra con espléndidas tapas de piel sobre la que Don Felipe preguntó si se había imprimido en la Región. También cautivó a Sus Majestades 'La sagrada familia', del pintor murciano Pedro Fernández (1480-1521). Justo cuando accedían a la muestra, el cielo, que ya anunciaba lluvia, comenzó a desgranarse en unas finas gotas. Pero eso no disuadió a los cientos de congregados frente al templo.
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Allí aguardaron hasta que Don Felipe y Doña Letizia, precedidos de una amplia representación de Murcia, encabezada por el presidente regional, volvieron a salir. A López Miras también lo aclamaron algunos congregados para agradecerle, como luego explicó él más tarde, que hubiera logrado que los Reyes vinieran a Caravaca. En varias ocasiones les ha insistido este año. Hasta que aceptaron. Y, de nuevo, los vítores. «¡Letizia, Letizia, Letizia!», gritaban desde los balcones los caravaqueños mientras la lluvia arreciaba. A todos respondió, cordial y atenta. Así acabó la breve pero intensa visita de los Reyes a Caravaca que ya forma parte de la nutrida historia de la Corona española y de la ciudad santa murciana.
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