El cambio climático está abocando a la Región de Murcia a veranos más largos y con temperaturas más extremas, lo que tiene un impacto en la salud cada vez más evidente. Uno de los riesgos asociados a estos largos periodos de calor intenso es la ... proliferación de intoxicaciones alimentarias. Un informe del servicio de Epidemiología de la Consejería de Salud publicado este lunes recoge un incremento sustancial de la incidencia de enfermedades de transmisión alimentaria en la Región de Murcia en los últimos años. Este aumento obedece a múltiples factores, empezando por la mejora de la capacidad diagnóstica, que permite que ahora se notifiquen muchos más casos que antes. Pero el informe recuerda la importancia de las altas temperaturas en las dos enfermedades de este tipo más habituales: la salmonelosis y la campilobacteriosis.
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La Consejería de Salud detectó el año pasado 1.077 casos de salmonelosis, lo que representa un incremento del 21% con respecto a 2022, cuando las cifras fueron ya tan elevadas que situaron a la Región de Murcia a la cabeza de España en incidencia de salmonela. A falta de conocer el balance por comunidades correspondiente a 2023, Epidemiología avisa de que los datos «sugieren que podría volver a darse esta situación». Las tasas en la Región duplican ampliamente la media nacional. La mejora en la notificación y diagnóstico no basta para explicar estas cifras, avisa el informe. «Es posible que existan factores intrínsecos a la Región de Murcia» que «puedan contribuir a que se alcance una incidencia sustancialmente mayor». Entre ellos, «la temperatura ambiental en la Región».
De los 1.077 casos de salmonelosis registrados el año pasado, 309 requirieron hospitalización (el 28,7%). Tres personas de entre 66 y 86 años fallecieron. La mayoría de intoxicaciones por esta bacteria se produjeron en el hogar, aunque hubo 226 casos ligados a 62 brotes. El mayor de todos se produjo en un restaurante ubicado en el área VII de salud (Murcia Este), que dejó 59 afectados. Blas Marsilla, exjefe de Seguridad Alimentaria de la Consejería de Salud y vicepresidente de la Academia de Ciencias Veterinarias, destaca que el mayor foco de intoxicaciones alimentarias se encuentra en el núcleo familiar, y tiene como causa las malas prácticas en la manipulación de los productos: desde una falta de higiene (el lavado de mano es fundamental) a la contaminación cruzada (por ejemplo, cortar carne cruda con un cuchillo y luego utilizarlo sin limpiar correctamente para otros alimentos).
«El hogar es donde hay más deficiencias higiénicas, y los datos nos indican que la incidencia de estas enfermedades es superior en las áreas de salud y en las localidades más deprimidas», advierte Blas Marsilla. Los determinantes sociales, en definitiva, también están presentes en las intoxicaciones alimentarias. En núcleos más empobrecidos hay «menos formación e información». Y quizá peores condiciones para la conservación de alimentos.
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Shirley Pérez, especialista en Medicina Preventiva del Reina Sofía, recuerda que en verano hay que extremar la prevención, con una «cocción de los alimentos al menos a 65 grados». Si no se van a consumir en ese momento, estos alimentos hay que refrigerarlos, conservándolos «a 5 grados o menos».
Pero a la cabeza de las enfermedades de transmisión alimentaria no se encuentra la salmonela, sino la campylobacter, otra bacteria que causa también diarrea, dolor abdominal, fiebre y malestar general. Salud detectó 1.238 casos de campilobacteriosis el año pasado en la Región de Murcia, lo que representa un aumento del 16% con respecto al ejercicio anterior. 160 pacientes requirieron ingreso, y 4 acabaron falleciendo. Epidemiología observa un «un claro patrón estacional» en los datos de 2023, «con un mayor número de nuevos casos coincidente con las semanas de verano». Este patrón no se dio en los años anteriores, y aquí los epidemiólogos apuntan a las temperaturas extremas que se alcanzaron en 2023. «La temperatura media en julio y agosto superó los 30 grados (teniendo en cuenta las mínimas y las máximas), un umbral que en el caso de agosto no se había traspasado desde que comienzan los registros en 1934, y en julio, únicamente en el año 2015». Aunque no puede confirmarse una relación entre este incremento de casos en la Región y las elevadas temperaturas del verano pasado, «el Observatorio de Clima y Salud ya contempla un aumento de incidencia de campilobacteriosis vinculado al aumento previsto de las temperaturas medias».
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El contagio de la bacteria campylobacter se produce tras el consumo de productos contaminados, sobre todo carne de aves de corral o lácteos sin pasteurizar, y también puede producirse por el contacto con animales infectados o con agua contaminada por heces de animales. La campylobacter se multiplica en las aves de corral cuando la temperatura interna sube.
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