«He hecho cálculos y ya estoy en el límite»

A María Luna Ruiz comienzan a no salirse los números. «He hecho cálculos y estoy al límite», confiesa. «Calculaba que podría aguantar cerrada enero, pero no contaba con más allá». Esta joven regenta desde hace cuatro años el bar de estilo irlandés The Black Crow, en la Calle Bartolomé Pérez Casas de Murcia, un enclave que durante años fue uno de los epicentros de la marcha en la capital y que ahora acumula ya varias semanas de cerrojazo total. Una nueva restricción que, en su caso, amenaza con convertirse en la gota que colma el vaso.

María Luna, una de las hosteleras murcianas que se ha sumado a la demanda colectiva contra la Administración, comenzó a trabajar como camarera en el local hace ya más de una década, cuando aún cursaba sus estudios en Derecho, para pagarse la carrera. Su idea siempre fue preparar unas oposiciones –un reto que aún mantiene–, pero la hostelería se cruzó en su camino. «Con los problemas que hubo en esta zona el anterior dueño dijo que se iba y el propietario del local me ofreció a mi quedármelo», explica.

Antes de que se desatase la pandemia, contaba con cinco trabajadores en el establecimiento. Una plantilla que se ha reducido a una única camarera. «Eran estudiantes y se han ido yendo», explica. «Una era de Vélez Rubio y no le salía a cuenta venir para las horas que le podía ofrecer».

En estos largos meses de confinamiento y medidas restrictivas, ha batallado duramente para librarse del 'sambenito' de local de ocio nocturno y que le permitieran levantar la persiana como cafetería, ofreciendo bocadillos, y poder así seguir funcionando. «Recibí hasta nueve denuncias por estar abierta», remarca.

En las últimas semanas los sucesivos cierres han complicado su situación y esta hostelera denuncia un abandono por parte de la Administración. «Yo creo que qué menos que nos exoneren de los pagos de impuestos», remarca. Este mes, sostiene, recibirá poco más de 300 euros y tendrá que abonar 380 de su cuota de autónomos. «Entiendo que la luz y el agua hay que pagarla, pero hay gastos que son perfectamente eludibles».