Con la tendencia a la baja de las aportaciones de agua en los últimos decenios, y los altibajos asociados a la irregularidad de las precipitaciones, el Trasvase Tajo-Segura sigue mostrando cierto grado de resiliencia después de 44 años de explotación. Una resistencia que se ... debe en parte a la gran variabilidad que existe en el balance hídrico de la cabecera. No obstante, los sucesivos informes del Cedex muestran un dato significativo: en los últimos diez años, y a fecha del 1 de octubre, sólo en dos ocasiones las aportaciones anuales acumuladas en los embalses de Entrepeñas y Buendía han superado los 1.000 hectómetros cúbicos, el 40% de la capacidad total.
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El Sindicato Central de Regantes del Trasvase indica que, de acuerdo con la información hidrológica disponible, se produjo un descenso de aportaciones medias anuales del 14% en el periodo de 2012 a 2019, en comparación con los años anteriores.
En los últimos veinte años, el nivel de reservas de 1.000 hectómetros se ha alcanzado en cinco ocasiones; mientras que en los 24 años anteriores lo hizo doce veces. Si se toma el escalón de 1.200 hectómetros, este nivel de aportaciones sólo se ha superado una vez en lo que va de siglo, mientras que en los primeros veinte años de funcionamiento del acueducto se rebasó en seis periodos hidrológicos.
En comparación con los años anteriores, existe un descenso en la generación de reservas al cual se ha ido acoplando la explotación del Trasvase. La media anual desembalsada desde 1980 es de 320 hectómetros cúbicos (la mitad de los cálculos iniciales), de los que 110 están asignados nominalmente a los abastecimientos. En lo sucesivo será casi imposible mantener estos volúmenes debido al progresivo descenso de las aportaciones a causa del cambio climático, y el recorte de las transferencias que conllevará el nuevo Plan del Tajo.
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La cabecera no solo tendrá que atender al Levante, sino también y prioritariamente las demandas futuras del Tajo, acentuadas por la subida de los caudales ecológicos, así como las necesidades de Las Tablas de Daimiel y de Ciudad Real, hasta un máximo de 50 hectómetros.
El Sindicato de Regantes se remite a mediciones hidrológicas oficiales anteriores que señalan que la aportación media anual desde el comienzo del Trasvase hasta el año 2012 fue de 760 hectómetros. A partir de ahí, el promedio descendió a los 655 hectómetros, con el añadido de que se produjo un año hidrológico excepcional en 2016-17 en el que las aportaciones se redujeron hasta los 307 hectómetros; un mínimo histórico que motivó que el acueducto estuviera cerrado durante once meses para los abastecimientos y regadíos, al aplicarse el Memorándum y las reglas de explotación que aprobó el PP en aquella época.
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En el contexto del Día Internacional del Agua y de los 44 años que cumple el Trasvase (los primeros caudales del Tajo llegaron en marzo 1979), cabe recordar que el acueducto nació y convivió con el llamado 'Efecto 80', cuando se produjo un cambio significativo, a la baja, en el régimen de aportaciones en la cabecera. El primer aviso del cambio climático para el acueducto recién nacido.
Las diferencias de los valores medios antes y después de 1980 fueron «muy significativas»: del orden de 1.400 hm3/año frente a 760 hm3, como reflejó el ingeniero Francisco Cabezas en un exhaustivo informe realizado en 2013 para cambiar las reglas. «De persistir el fenómeno, las consecuencias podrían llevar a replantear la asignación máxima actual a valores realistas y sostenibles en el tiempo», señaló.
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