Cada vez que Isabella mira el calendario, algo dentro de ella se retuerce. Cada vez que tacha un día del anuario es como un puñal que se le clava en el pecho. Han pasado casi dos meses desde la desaparición de su marido, Jean Mirabeau Ngoho, un hombre de 52 años y nacionalidad camerunesa, cuyo rastro se perdió días antes de la Navidad pasada. Isabella denunció que perdió contacto con él el pasado 14 de diciembre, cuando su marido se encontraba en Librilla, donde viajó para cerrar un negocio de compraventa de vehículos.
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El miserable contador que anota el tiempo de la ausencia de un ser querido se puso en marcha ese sábado 14 de diciembre, cuando Jean habló por teléfono con su esposa por última vez y le envió su ubicación a través de WhatsApp. El punto se encontraba cerca de las instalaciones de una empresa dedicada al transporte y a la compra y venta de ganado, en Librilla. Su pareja le dijo que estaba con un amigo y con un cliente dentro del recinto. Desde entonces, no se ha sabido nada más de él.
«Su primo me llamó más tarde preocupado porque no respondía al teléfono. Me dijo que el móvil de Jean sonaba, pero no contestaba. Luego intenté llamarlo varias veces y de repente ya no dio señal, no sonaba, estaba apagado», relata Isabella. Jean no estaba solo en ese momento. Su amigo, Siaka Coulibaly, de Costa de Marfil, también se encuentra desaparecido. «Siaka vive en Orihuela y se alojó con Jean en Murcia unos días antes de desaparecer. Tampoco sabemos nada de él y su teléfono también está apagado», explica Fatma, la mujer de Siaka.
La preocupación le empujó esa misma noche a viajar desde Benalmádena (Málaga), donde reside la pareja, hasta Murcia para presentar una denuncia ante la Policía Nacional, en la comisaría de El Carmen. «Me dijeron que además de la denuncia que había puesto, debía acudir a la Guardia Civil, porque la competencia era suya, por el lugar en el que se produjo la desaparición. Me presenté el domingo en el cuartel y puse allí otra denuncia», explicó la mujer.
Isabella asegura que fue con un agente hasta las instalaciones donde se perdió la pista de Jean, pero me dijeron que no podían ingresar en la empresa sin una autorización judicial. «Cuando llegamos con la Guardia Civil al lugar, les pedí que entraran a ver qué pasaba, pero me dijeron que necesitaban una orden del juez», lamentó. La Guardia Civil ha iniciado una investigación, pero hasta ahora no han dado más datos sobre el caso.
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Los días y las semanas pasaron, y desesperada, Isabella recurrió a la Asociación SOS Desaparecidos para dar mayor difusión al caso y, a principios de este mes, emitió una alerta de desaparición. «Cada vez que llamo a la Guardia Civil me dicen que siguen investigando, pero no hay respuestas. Estoy cansada, no puedo más. ¿Dónde está?», se pregunta.
Pero por ahora el 'feedback' no se produce, no hay respuesta, e Isabella está en caída libre, en un «túnel» donde convive la angustia e inquietud. «Todo esto es muy raro. No entiendo qué ha pasado, estoy confundida y desesperada. No voy a parar hasta encontrarlo, porque mi marido nunca desaparecería así sin avisarme», concluyó Isabella.
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Jean Mirabeau Ngoho es un varón de 52 años, de entre 1,70 y 1,80 metros de estatura y entre 80 y 90 kilos de peso. Presenta dos cicatrices, una en la frente y otra sobre el labio superior derecho, además de una barba abundante y cabello canoso. Cualquier persona que tenga información sobre su paradero puede comunicarse con la Guardia Civil (062), Policía Nacional (091), Centro de Coordinación de Emergencias (112) y Asociación SOS Desaparecidos 664 712 806.
Los casos en los que desaparecen dos personas en el mismo momento y lugar no son infrecuentes. El último que mantiene activo SOS Desaparecidos es el de Ahmed Ezzghary, de 23 años, y Abderahim Zougagh, de 30 años. El rastro de los dos hombres de origen magrebí se perdió el mismo día, el 29 de octubre de 2021 en Cartagena. Nada se sabe de ellos desde entonces.
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Entre este tipo de asuntos hay algunos que nunca llegan a resolverse o que acaban en tragedia. Uno de ellos fue el de las desapariciones de Soumaila Zampou, de 37 años, y Ali Maman Saley, de 40 años, dos hombres de origen subsahariano que tenían algo en común. A los dos se les perdió la pista el 28 de agosto de 2021, en Murcia, y esa misma noche fueron presuntamente asesinados en una vivienda de la pedanía murciana de Sangonera la Seca a manos de F. M. A., alias 'Kiko', tal y como él mismo confesó en junio de 2022 a la Policía Nacional, que investigaba el caso.
Kiko, un traficante perteneciente a un clan de la pedanía murciana de Cabezo de Torres, contó que había matado, quemado y arrojado a un contenedor los cuerpos de Soumaila Zampou, de 37 años, y Ali Maman Saley, de 40 años, cuyos cadáveres nunca aparecieron. Transcurridos dos años de aquella detallada confesión, el juzgado de Instrucción número 9 de Murcia accedió en junio del año pasado a la petición de los abogados defensores y de la Fiscalía y dio carpetazo al caso.
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La magistrada archivó los cargos que pesaban sobre los seis investigados –familiares y amigos del principal acusado– por el supuesto secuestro y crimen de los dos subsaharianos. La jueza explicaba en el auto que existían indicios en el caso, pero no son suficientes «habida cuenta de que no se han descubierto los cuerpos ni la escena del crimen».
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