La embestida mortal de una narcolancha en el puerto de Barbate (Cádiz) contra una zódiac de la Guardia Civil, que mató a dos agentes y dejó a otro gravemente herido, dejó claro hace unos días el brío del negocio del narcotráfico, que mueve cada año ... miles de millones de euros en todo el país, refugiado en la impunidad que le concede la denunciada falta de medios de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. La batalla se libra con especial ferocidad en el sureste español, asolado desde hace décadas por las narcolanchas que acercan el hachís desde el norte de África, pero la Región tampoco escapa al vigor de los traficantes de drogas, que en los últimos años han cambiado las 'gomas' por pesqueros y veleros para tratar de introducir el 'costo' por el litoral y, sobre todo, han posicionado la Comunidad como una de las principales cultivadoras de marihuana de Europa.
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«Hemos realizado alguna investigación relacionada con narcolanchas y en la Región de Murcia se ha dado alguna, pero nada comparable con lo que ocurre en otras zonas tristemente de actualidad», explica el inspector Jorge Pérez, responsable de la Unidad contra la droga y el crimen organizado (Udyco) de la Policía Nacional. En los últimos años, efectivamente, se han detectado algunas narcolanchas en el litoral regional. En mayo de 2022, por ejemplo, la Guardia Civil interceptó un alijo de cerca de 4.900 kilos de hachís en una cala de Puntas de Calnegre, en Lorca.
Las cifras, sin embargo, están ya muy lejos de los alijos que se interceptaban años atrás. La instalación del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), activo desde 2009, tiene un cierto efecto disuasorio y ha llevado a las organizaciones a cambiar la forma de operar. «Es más habitual, en relación con la entrada de hachís, el uso de embarcaciones de recreo o pequeños pesqueros, que salen hasta unas determinadas millas y es ahí donde hacen el contacto con las narcolanchas u otros barcos», explica el responsable de la Udyco.
La Policía, junto a Vigilancia Aduanera, logró desmantelar hace unos meses una banda que se había asentado en Águilas y que planeaba llenarse los bolsillos trayendo droga desde África a través del mar. El golpe se saldó con la intervención en el puerto aguileño de un importante alijo, hasta 3.780 kilos de hachís, que se ocultaban en el pesquero 'El Línea'.
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Estos grandes alijos trastocan la estadística sobre el volumen de hachís incautado cada año en la Comunidad, que fluctúa mucho en función de si se ha producido o no una de estas grandes operaciones. Obviamente, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado siguen persiguiendo cada año la circulación de 'chocolate' y de otras tantas sustancias que siguen moviéndose dentro de la Comunidad. «Se sigue traficando con cocaína, hachís, pastillas... porque la demanda así lo requiere», explica el inspector Pérez. «La heroína también, aunque algo menos». Prueba de ello es el hecho de que la Benemérita incautó recientemente el mayor alijo de cocaína detectado hasta la fecha en la Región. Eran 1.300 kilos de esta sustancia que se habían camuflado en los enormes bloques de mármol que importaba una empresa de Cehegín. O la 'Operación Zona', que logró el desmantelamiento del primer laboratorio de 'tusi' o cocaína rosa, una de las drogas de más reciente incorporación que ya se deja notar en las calles.
Más allá de estas grandes operaciones, sin embargo, la realidad que trae de cabeza a los equipos especializados en la lucha antidroga en la Región es otra. «Sin duda alguna», remarca el jefe de la Udyco, «la actividad que más ha crecido en los últimos años es el cultivo de la marihuana y no solo en la Región, en otros muchos puntos de la geografía nacional también». La entrada en este mundillo de organizaciones criminales de mayor envergadura, de alcance internacional, que producen marihuana de forma casi industrial, ha descalabrado el 'negocio verde', que ya se mueve a otras escalas.
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La Fiscalía General del Estado, en su última memoria anual, asegura que la Región es una de las provincias -junto con Andalucía y Cataluña, aunque también despuntan provincias de interior, como Toledo o Ciudad Real- más utilizadas por estas redes para ocultar sus grandes invernaderos de 'maría'. Su actividad ya se deja notar en la cifra de aprehensiones de drogas de los últimos años y en el incremento de las causas penales ligadas a este 'negocio'. Los datos de incautaciones de los últimos años, marcados por el desmantelamiento de algunos de estos macrocultivos, dan muestra efectivamente de este fenómeno. Si en 2015 la cifra de marihuana (procesada) decomisada en la Región era de 497 kilos, en 2022 -último ejercicio del que Interior facilita datos-, esta casi se había triplicado hasta los 1.596.
El incremento en las aprehensiones de plantas de marihuana es también bastante evidente. En 2021 se incautaron en la Región 77.920 matas de cannabis, un 122% más que solo un año antes. En 2022 la cifra descendió hasta cerca de 24.000 ejemplares. Los números están, no obstante, a años luz de los 17.702 ejemplares que se decomisaron, por ejemplo, en 2016. Cerca de 200.000 matas de cannabis han acabado en manos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en el último lustro.
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Para dar cuenta de cómo siguen aumentando las cifras de incautaciones, el jefe de la Udyco avanza los datos de aprehensiones que este grupo especializado realizó el pasado año en el ámbito de la jefatura, en Murcia. En 2023 se desmantelaron 88 plantaciones, se intervinieron 17.080 plantas y 2.662 kilos de cogollos, frente a las 51 plantaciones, 8.035 plantas de marihuana y 949 kilos de cogollos decomisadas un año antes. A estas cifras, ya de por sí llamativas, habría que sumar los datos de las cinco comisarías locales de Región.
La producción a mediana y gran escala de esta droga gana cada vez más peso, principalmente en el campo y la huerta murciana. Además, en la Comunidad las posibilidades de ocultar cultivos 'indoor' -interiores- se multiplican. «Tenemos urbanizaciones donde el contacto entre los vecinos es menor y hay chalés que son alquilados para estos fines, desconociendo los dueños lo que ocurre en ellos», explica el inspector Jorge Pérez. «Tenemos casas en la huerta donde el tema de los olores y los ruidos de la máquinas pasa más desapercibido. Y polígonos industriales con muchas naves también vacías».
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A las naves industriales se suman los inmuebles de algunas zonas marginales, que prácticamente dedican todas sus estancias a este lucrativo negocio. «Contamos con barrios en los que hay muchas viviendas abandonadas y cierto grado de depresión, que hace que la gente se decida a cultivar o a cuidar las plantaciones como medio de ingreso económico», remarca.
La Policía explica que más que grandes organizaciones, el negocio de la droga está controlado en la Comunidad por algunas bandas que cuentan con una gran red de pequeños cultivadores que les suministran el material necesario. «Estos grupos muchas veces localizan las viviendas o naves y ponen a su gente a trabajar», explica el responsable de la Udyco. «Otras veces simplemente le compran la mercancía a cultivadores independientes».
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El destino de esta cantidad ingente de marihuana está, además, más allá de las fronteras españolas, concretamente en países europeos como Holanda, Alemania, Polonia, Bélgica y Reino Unido, entre otros, donde el precio se dispara. Las vías para trasladar los alijos son, también, variadas, pero en muchos casos aprovechan la propia idiosincrasia de la Región, con una potente exportación. «La mayoría se intenta hacer mediante transporte por carretera», explica el especialista policial. «Pueden ser camiones con cargas legales en la que irían ocultos las bolsas al vacío con los cogollos o furgones o coches con habitáculos ocultos preparados (las famosas caletas)». También se ha detectado el envío de 'maría' mediante paquetería, en el equipaje de ciudadanos que volaban hacia Reino Unido.
El Ministerio Público advierte, asimismo, de que estas organizaciones son cada vez «más violentas», dando pie a una mayor incautación de armas y al repunte de los 'vuelcos', los robos de droga entre bandas que, en ocasiones, han derivado, incluso, en sonados crímenes en la Región.
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Estas organizaciones especializadas en el cultivo de marihuana a gran escala aprovechan, en ocasiones, las estrecheces económicas de una sociedad que ve, en estos cultivos clandestinos, una forma de obtener un dinero extra. «Por bien que pueda estar la situación económica en una determinada zona, siempre habrá gente carente de recursos que pueda ver en esta actividad una salida a su problema económico, aunque sea a corto plazo, o gente que quiera ganar dinero fácil», remarca el jefe de la Udyco. «Todos son conscientes de que están infringiendo la ley y de que pueden ser detenidos».
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