Juanjo Segado, ayer, en la oficina donde trabaja como orientador laboral. NACHO GARCÍA / AGM

La lucha de un dependiente: «La ayuda no me da para nada»

Juanjo Segado padece espina bífida y recibe 81 euros al mes por su grado de dependencia, una cantidad que considera «totalmente insuficiente»

Miércoles, 25 de mayo 2022, 02:46

Juanjo Segado padece espina bífida, una enfermedad congénita que hace que las muletas sean una extensión de su cuerpo. «Tengo problemas de movilidad, sobre ... todo en la espalda y en las piernas, porque la columna vertebral no se me formó bien». Desde 2018, este psicólogo de 45 años percibe una ayuda a la dependencia de 81 euros al mes que considera «totalmente insuficiente». La ayuda, resume, «no me da para nada. Como sigan recortando, vamos a tener que pagar por ser dependientes», lamenta.

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Juanjo destina esa cantidad a cubrir solo «una mínima parte» del gasto que supone que una empleada del hogar vaya un par de veces a la semana a ayudarle con las tareas domésticas. «Vivo con mi mujer, que también tiene una discapacidad, y necesitamos que nos echen una mano en casa», destaca. En el caso de su esposa, Loli, asegura que no han llegado ni a plantearse hacer el trámite para solicitar este apoyo económico porque «es más el jaleo de presentar todo el papeleo que te piden que lo que te dan al final».

Casi tres años esperando

Según cuenta Juanjo, tuvo que esperar casi tres años a que le aprobasen la ayuda y en varias ocasiones le pidieron que actualizase la documentación. «Me estuvieron mareando, yo creo que lo hacen para no pagarte en ese tiempo y ahorrarse dinero».

«Como sigan recortando vamos a tener que pagar por ser dependientes», vaticina este psicólogo

El recorte de estas ayudas es un obstáculo más en el camino de las personas en situación de dependencia, aunque Juanjo reconoce que se puede dar con un canto en los dientes. «Yo me siento afortunado porque tengo trabajo y gracias a eso puedo pagarme los tratamientos de fisioterapia que necesito y otras actividades que me vienen bien para no perder más movilidad, como la natación, pero conozco a mucha gente que solo cobra una pequeña pensión y no puede costearse nada de eso», explica.

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Casos que conoce de primera mano porque desde hace 14 años es orientador del servicio de integración laboral de la Federación de Asociaciones Murcianas de Personas con Discapacidad Física y Orgánica, que aglutina en la Región a 17 agrupaciones a las que pertenecen cerca de 17.000 personas. «Lo que está pasando es fatal. Tal y como está la economía, no se puede entender que no se mejore la calidad de vida de las personas dependientes».

Asegura este psicólogo cartagenero que, aunque su día a día siempre ha estado marcado por las vicisitudes que acompañan a las personas con algún tipo de discapacidad, «cada vez nos lo ponen más difícil». «No te puedes montar en todos los autobuses porque muchos no tienen rampa o la que llevan está rota, el aparcamiento en plazas de minusválidos es una tarea casi imposible y cada vez es más difícil llegar a fin de mes», enumera.

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Al ser preguntado por las personas que fallecen esperando a que les concedan la ayuda a la dependencia que él recibe se acuerda de su abuela. «Murió hace cuatro años con 91 y no la llegó a cobrar».

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