Acaban de llegar de su último viaje a Atenas, donde han comprobado con sus propios ojos la «triste realidad» que viven las personas en los campos de refugiados griegos de Ritsona y Malakasa, así como las dificultades con las que se encuentran a diario las ocho asociaciones que trabajan sobre el terreno con las que han mantenido contacto, a las que han ayudado con una donación de unos 15.000 euros.
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Evocando a «sueños rotos», Joaquín Sánchez, presidente de la asociación murciana de ayuda humanitaria Amigos de Ritsona, se refirió a la hipótesis de que «las guerras se iban a terminar, pero hemos podido constatar que van a ser un escenario permanente, ya que sigue llegando gente de Siria, Eritrea, Afganistán, Sudán y de muchos otros lugares de los que la población sale huyendo de los conflictos armados, el hambre y la violencia, a lo que se suma el cambio climático, que hay que tener muy en cuenta».
La acogida humanitaria es otra de las ilusiones truncadas que destacó Sánchez en la rueda de prensa que la asociación murciana ofreció este viernes tras volver de su estancia de una semana en el país heleno. El cura que está al frente de esta ONG que lleva desde 2016 viajando a campos de refugiados los definió como «cárceles, en el sentido literal de la palabra». A lo que añadió que «son espacios amurallados, que tienen concertinas y están vigilados por cámaras de seguridad».
En este sentido, Joaquín Sánchez contó que tres guardias de seguridad les pidieron explicaciones sobre su presencia en las inmediaciones de una de estas instalaciones donde los migrantes «no tienen ni comida decente para echarse a la boca y les dicen que busquen en la basura, pese al dinero que recibe Grecia de la Unión Europea para su alimentación».
Durante la rueda de prensa que ofreció Amigos de Ritsona como muestra de su «compromiso con los refugiados de dar a conocer su situación para que la sociedad no se olvide de que esas personas existen y su sufrimiento es inmenso», Teresa Fuentes, secretaria de la asociación, lamentó que «cada vez nos ponen más difícil acercarnos a los refugiados porque las políticas racistas que se están aplicando en Grecia pretenden esconder que el problema». Lo que, según Fuentes, es una medida para que «no podamos ser testigos de la vulneración sistemática de los derechos humanos».
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Además, denunció que «Europa hace la vista gorda; es una vergüenza que se esté permitiendo esta situación, en vez de habilitar vías seguras para que estas personas puedan salir de su países en guerra sin arriesgar sus vidas».
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