Álex

María Teresa Sánchez Elduayen | Presidenta de Cruz Roja en la Región de Murcia

Una anestesista para despertar de la indiferencia

Perfil ·

La nueva responsable de la organización humanitaria es una médica de larga trayectoria que se curtió en la España vacía

Domingo, 14 de mayo 2023

No olvidará nunca María Teresa Sánchez Elduayen el cadáver de aquel hombre joven tendido en el puerto, rescatado de un Mediterráneo «convertido en cementerio». Una ... de tantas víctimas anónimas que llegan a a la costa sin vida mientras los demás seguimos con las nuestras, indiferentes a la tragedia. «Estaba ahí, en el suelo, en una soledad terrible», recuerda. María Teresa era entonces vicepresidenta de Cruz Roja y estaba al frente del departamento de Emergencias. Desde 2017 se ha encargado de coordinar, desde ese puesto, la acogida a los migrantes que llegan al muelle de Santa Lucía, en Cartagena.

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Esta anestesista zaragozana se implicó en la organización humanitaria después de una larga trayectoria laboral en el Morales Meseguer. Tras la jubilación, el entonces presidente de Cruz Roja, el también médico Faustino Herrero, le propuso implicarse en el proyecto. Ahora le ha llegado el momento de coger el testigo y ponerse al frente de la ONG en la Región de Murcia. Nunca le han faltado retos a esta médica inquieta, que se enamoró de Murcia cuando aterrizó aquí en el año 2000, sin que la atase a esta tierra ningún vínculo en especial.

De Turismo a Medicina

Su niñez la pasó en su Zaragoza natal, viendo entrar y salir a estudiantes y profesores del bar que sus padres regentaban en el barrio universitario. Tuvo claro desde el principio que ella quería ser estudiante en aquellas facultades, aunque no tenía claro en cuál. «Al final me matriculé en Turismo», cuenta. Pero ese mismo año decidió, tras varias conversaciones con médicos, que aquello le gustaba, así que entró en Medicina y compaginó las dos carreras.

Tras licenciarse quiso ponerse a trabajar enseguida, para tener su independencia. Eran los años 80, y la Atención Primaria empezaba a dar sus primeros pasos. Terminó en Pancrudo, un pequeño pueblo en una zona montañosa y especialmente deshabitada de Teruel. Cubría «ocho pueblecitos» en una época en la que «la vida del médico rural no tenía nada que ver con la de ahora».

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«Estabas tú sola, era otra medicina; tenías tiempo de mirar a los ojos del paciente, y esas personas mejoraban por el hecho de ser escuchadas», recuerda. Fue una «etapa ilusionante». Primaria se construía desde un enfoque muy social, porque «la salud también depende del acceso a la vivienda» y de las condiciones de vida.

La veterinaria de la zona le propuso colaborar con ella para mejorar la atención que recibían los animales en aquel entorno, especialmente los perros. Así que comenzó a anestesiar perros, y un día también a un caballo al que había que castrar. Consiguió esquivar la coz que lanzó el animal y terminó interesándose tanto por aquello que decidió hacerse anestesista. Así fue como terminó primero en Barcelona y después en Inglaterra, para hacer la especialidad. «De Pancrudo a la estación Victoria», describe con humor.

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Tutora de residentes

A la vuelta, después de una intensa experiencia en Reino Unido, recaló en el Morales Meseguer atraída por el servicio de Anestesia que entonces dirigía José Sanz, y por la ciudad de Murcia. Pasó casi veinte años en el hospital, donde todos los anestesistas la recuerdan con mucho cariño. Entre otras cosas, porque se hizo cargo de la formación MIR, lo que le llevó a ser tutora de varias generaciones de profesionales. Fernando García fue uno de sus pupilos: «María Teresa es una persona excepcional, muy humana. Yo no sabía inglés cuando empecé, y ella puso mucho empeño en que aprendiese. Me hizo un examen al final».

De su paso por Inglaterra le ha quedado a Sánchez Elduayen cierta flema británica. Sus compañeros la recuerdan con su té y su chocolate, durante unas guardias que José Antonio Castillo, el actual jefe de servicio, compartió con ella durante años. «Cayó muy bien cuando llegó. Venía con una formación diferente, y eso supuso aire fresco. Su entrega ha sido siempre total», señala.

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«María Teresa tiene en su ADN la formación y eso ha marcado a las generaciones de residentes, que han salido muy bien preparados», apunta, por su parte, Juan Pablo Vicente, jefe de sección.

Ahora, a Sánchez Elduayen le espera un reto no menor: encabezar una gran organización humanitaria con cientos de voluntarios y profesionales en una época de desigualdades sociales. A ella, que durante tantos años durmió a los pacientes, le toca ahora despertarnos de nuestra indiferencia.

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