Francisco Palazón juega con su hijo en el jardín del Malecón, en Murcia. Nacho García / AGM

Amor de padre

La paternidad evoluciona en la Región, los hijos llegan más tarde y los modelos se multiplican: de la familia tradicional a la custodia compartida, del hogar monoparental a la adopción o el acogimiento. Todos tienen algo en común: «Su bienestar es la prioridad»

En su primera noche en casa con el pequeño Óliver, Adrián Cánovas, padre primerizo de 33 años, sintió una poderosa mezcla de alegría y responsabilidad. «Es muy emocionante cuando te dicen en el hospital que ya puedes irte a casa. Te cambia la forma de ... verlo todo, porque sabes que tienes que hacerte cargo de alguien. Eso da un poco de respeto, porque quiero hacerlo lo mejor posible, que no le falte de nada, pero a la vez es algo muy bonito», reconoce desde su vivienda en planta baja en la pedanía pachequera de El Jimenado, mientras su mujer, Irene, con la que comparte vida desde hace 14 años, amamanta al pequeño y el mundo parece detenerse a su alrededor, después de meses de estrés laboral y lecturas sobre partos y crianza.

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En ese silencio y entre esos muros se acomodan hoy a la idea de que ya hay un tercer miembro en la familia, y que se ha hecho realidad un antiguo deseo a pocos días de la conmemoración del día del padre, que se celebra hoy. «A mí me viene perfecto», bromea Adrián. Óliver nació el pasado día 12, solo una semana antes.

Adrián Cánovas toma a su hijo Óliver en su casa de El Jimenado, junto a su mujer, Irene Gómez. J. M. Rodríguez / AGM

Adrián ha tenido siempre claro que quería formar una familia en cuanto Irene y él tuvieran la «estabilidad laboral y económica» necesaria. «Este momento lo teníamos que vivir». Tantas ganas tenía que el embarazo, según reconoce, se le hizo más largo que a su mujer. Tenía «la impaciencia de poder ver al crío, de poder tenerlo con nosotros, aunque también lo viví con mucha ilusión. Ha sido emocionante y muy divertido ver cómo va cambiando día tras día, sentirlo aunque no puedas verlo y hasta jugar con él haciendo movimientos en la barriga».

Puede que fruto de ese deseo y esa impaciencia por ser padre, Adrián se haya situado casi tres años por debajo de la edad media a la que los hombres tienen hijos en la Región. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en los últimos 25 años, la paternidad se ha retrasado casi cuatro años. Mientras en 1997 la edad media de los hombres para tener un hijo era de 31,9 años, en 2021 alcanzaba ya los 35,6. Además, en el 97 el intervalo de edad con mayor peso era el de los 30 a los 34 años, donde se enmarcaban hasta un 40% de las paternidades. En 2021, tres de cada diez se concentraban ya entre los 35 y los 39.

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También ha estado cerca de triplicarse el número de nacimientos con padres de edad avanzada en este cuarto de siglo. Los niños que al nacer tienen un padre de más de 45 años ya suponen un 8% del total, frente al 3% que se registraba a finales de los noventa. Eso sí, el envejecimiento de los padres no sigue el mismo patrón en todos los municipios, donde hay diferencias notables. Mientras en Águilas o Jumilla la edad media está en torno a los 34 años, en Alhama de Murcia o Los Alcázares esta se eleva en torno a dos años.

Pero la paternidad ha experimentado otros cambios más allá de la edad, especialmente los relacionados con el modelo de familia y de crianza: del incremento de las custodias compartidas a la incipiente realidad de los hogares monoparentales, de los casos de adopción al acogimiento temporal.

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En el primer caso hay que tener en cuenta que la Comunidad es la cuarta de España con más rupturas matrimoniales por cada 100.000 habitantes solo por detrás de Canarias, la Comunidad Valenciana, y las Islas Baleares. Solo en 2022 hubo 3.292 demandas de disolución matrimonial, según los datos del Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial. De ellas, 1.446 fueron no consensuadas.

Custodia compartida

«Un derecho que creías garantizado se pone en duda»

Ricardo García, residente en Murcia, es uno de estos padres separados que representan un modelo de familia donde los niños tienen que repartir su tiempo entre ambos progenitores en virtud de una resolución judicial que en muchos casos acumula dilaciones «inasumibles», denuncia el abogado y coordinador de la Asociación de Padres de Familia Separados de la Región de Murcia (APFS), Ignacio Herránz, de la que este padre forma parte y que ha sufrido la situación en sus propias carnes. Logró la custodia compartida tras invertir cuatro años en un largo recorrido judicial. «Se han juntado las demoras de la pandemia, los diferentes retrasos que han generado los limitados recursos de los equipos psicosociales, y ahora, la huelga de los letrados de la administración de justicia está siendo ya la gota que colma el vaso», explican desde la asociación.

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Ricardo García charla en un jardín de Murcia con su hija. Nacho García / AGM

Ricardo tiene claro que «estos casos deberían tratarse como una prioridad» para evitar sufrimiento innecesario. «Puedes imaginar lo que supone para un padre que se alargue la situación donde un tercero tiene que decidir acerca del destino de su hija y de la vida de una familia», subraya.

Él se divorció en 2018, pero no ha sido hasta este año cuando ha podido contar con el respaldo judicial para que su hija, de 8 años, pase semanas alternas con él. «No puedo evitar pensar que se ha pasado la mitad de su vida en el marco de un proceso judicial, aunque por suerte, su madre y yo nos hemos entendido bien y nunca he perdido el contacto con ella».

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Esto, según asegura, ha reforzado todavía más su determinación de ser «buen padre». «Su bienestar es la prioridad. Ves que un derecho que tú creías natural, que creías garantizado, de repente se pone en duda, y eso te lleva a esforzarte más por hacerlo bien». Por eso, dedica los días que no pasa con la menor a preparar mejor el tiempo con ella. «Pienso en cómo lo voy a invertir, en qué es lo mejor para ella, en organizar actividades y buscar lecturas o excursiones».

Lo que no cree es que la situación pueda afectar negativamente a la vida su hija. «Son modelos de familia que quizás no sean los mismos con los que nos hemos educado, pero los niños pueden crecer felices e incluso, si se afronta bien, puede que les aporte algo en cuanto a su educación emocional. Aprenden que las relaciones de pareja a veces pueden no funcionar, que pueden acabarse y que esa es una parte de la vida», considera. Además, ve muchos otros casos en su entorno que facilitan normalizar la situación, «al contrario de lo que pasaba antes, donde se señalaba a los hijos de padres separados».

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Tener un hijo con una amiga

«Conocí a la madre en una aplicación para ser padres»

Salga bien o mal, el amor de pareja no siempre está hoy detrás de la paternidad. Pedro (nombre ficticio utilizado por deseo del protagonista) es un murciano de 36 años que se lanzó a ser padre con una amiga. Sabe que muchos no lo entienden, pero él se siente pleno y confiado en la decisión que ha tomado. La conoció a través de la aplicación Lullamate, una iniciativa nacida para poner en contacto a personas que desean ser padres sin una relación sentimental y que fundó la también murciana Esther Peñalver. «Por mi orientación sexual –explica Pedro–, la única posibilidad que veía de ser padre era un vientre de alquiler o la adopción. Un día oí hablar de la coparentalidad, busqué un poco de información y di con esta aplicación». Así fue como comenzó a hablar con la hoy es la madre de su hijo, que tiene tres meses. No fue una decisión instantánea. Pasó mucho tiempo hasta que se decidieron a acudir a una clínica de fertilidad. Ahora están en pleno proceso para cerrar un convenio similar a la custodia compartida que dé seguridad jurídica al futuro del niño. «Es algo increíble. La madre y yo nos entendemos muy bien. Estoy muy contento, y mi familia y mis amigos también», recalca.

Hogares con un solo progenitor

«Cuando lo adopté estuve dos días sin dormir, mirándolo»

Si compartir la crianza ya es un reto, afrontarla en solitario lo es aún más. En la Región hay unos 60.000 hogares monoparentales. Y aunque la mayoría de ellos, 46.600, están encabezados por mujeres, los que tienen a un hombre al frente han ido en aumento hasta suponer ya más de 11.100.

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El mayor incremento lo han protagonizado los padres solteros, tanto los que han adoptado como los que han tenido hijos a través de la gestación subrogada, que pasaron de mil hogares en 2013 a más del doble solo siete años después, con 2.200. Francisco Palazón, de 49 años, es uno de estos padres que se decidieron por la adopción, un proceso que duró ocho años, hasta que en 2018 pudo irse con su hijo Iván a casa.

Las dificultades que afrontan los hogares monoparentales llevaron el pasado mes de febrero a la aprobación en la Asamblea de una ley que equipara sus derechos a los de las familias numerosas y que entrará en vigor el próximo 9 de septiembre. Además la Comunidad cuenta con ayudas individuales para familias necesitadas de las que 139 fueron a familias monoparentales, por un importe total de 268.000 euros. Pero Francisco no se queja. «Para mí es algo tan bonito que no me duele sobreponerme a lo que conlleva. Llevo a mi hijo a la escuela, lo recojo, le hago la comida, vamos al parque... Así cada día. Y acabo reventado, pero soy el hombre más feliz del mundo».

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Antes de que la adopción se consumara, Francisco tuvo que acudir tres días a la casa cuna de Santa Teresa, en Murcia, para que se habituara a él. «Al segundo día me agarró del dedo y no me soltaba», recuerda con una sonrisa. Las dos primeras noches en casa no pudo pegar ojo de la emoción.

Santiago Fernández, miembro de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (Ahige), también es padre en solitario. Se separó hace 11 años y las facilidades que daba su trabajo para conciliar acabaron decantando la balanza de la custodia hacia su lado. Fue su hija quien lo pidió cuando tenía solo 9 años. Para él, «la paternidad no es lo mismo cuando la proyectas como deseo que cuando la pones en práctica y te remueve el mundo. Ahí adquiere un significado mucho más grande», dice. Para Santiago, ser padre es «un ejercicio de responsabilidad afectiva constante», una palabra que subraya porque, «por desgracia, los padres tenemos una predisposición a delegar los cuidados debido un aprendizaje histórico social».

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Fede Padial (izda.) y Manuel González, en su casa de Cartagena. J. M. Rodríguez /AGM

Una nueva oportunidad

«Hay muchos prejuicios con el acogimiento»

No es el caso de Manuel González y Fede Padial, de 45 y 51 años, una pareja homoparental cuya mayor felicidad reside precisamente en cuidar y ver crecer a sus dos hijos en acogida permanente. El primero de los pequeños está con ellos desde 2019, dos años antes de iniciar los trámites para el segundo. «El cambio ha sido brutal, de estar los dos solos a esta responsabilidad, pero hemos tenido todo el apoyo de los técnicos de la administración», explica Fede, desde Cartagena. «Como más felices somos es estando juntos en familia». Actualmente hay 71 menores en acogimiento permanente en familias ajenas en la Región. 50 son biparentales; cuatro, homoparentales masculinas; tres, homoparentales femeninas; 12 monoparentales de mujer y dos de hombres. «Nosotros apostamos mucho por el acogimiento. Hay muchos prejuicios que no son ciertos», destaca Manuel. De hecho, la pareja ha impulsado la asociación Afamu para informar al respecto. «Es exactamente igual que otra familia. Cuentas con los mismos derechos que por nacimiento o adopción y la experiencia es maravillosa», subraya Manuel, que cuenta, precisamente, con una reducción de jornada para cuidar de los pequeños.

«Cuando acogimos al mayor, lo primero que hizo al bajar del coche fue cogernos de la mano a cada uno de nosotros. Te puedes imaginar cómo nos pusimos», cuenta. «Son niños que vienen con sus problemas, pero luego los ves progresar y es muy bonito». Uno de los momentos más especiales ocurrió al poco de tener al mayor en casa. «Nos preguntó si nos podía llamar papá». Para Manuel y Fede lo más importante es demostrarles a los niños que su amor es incondicional, «que somos una familia y siempre vamos a serlo».

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