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«He nacido en Cartagena y la llevo en mi corazón», afirmó hace unos días Álvaro Rodríguez Dapena en el Senado, rápido de reflejos y emotivo cuando el parlamentario del PP Francisco Bernabé le pidió que, desde la responsabilidad que solo 48 horas antes le encomendó el Consejo de Ministros, apoyara los proyectos estratégicos de la Autoridad Portuaria de Cartagena, la tierra donde vino al mundo, y con ello a la Región de Murcia y a España. En su corazón y también en su cabeza lleva a la ciudad el flamante presidente de Puertos del Estado, porque acumula 24 años de experiencia en el organismo al que pertenece el Puerto cartagenero y porque durante cinco años fue miembro del Consejo de Administración de esta última entidad.
Como alto funcionario del organismo cuya jefatura le ha confiado ahora la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez (tras la salida de José Luis Ábalos y del secretario de Estado de Transportes, el pachequero Pedro Saura), este doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, de 58 años, vivió en primera línea proyectos esenciales para el Puerto de Cartagena. Fue de 2004 a 2009, con Adrián Ángel Viudes en la presidencia. Ejemplos son el desarrollo de la primera ampliación de Escombreras y el impulso a la construcción de la dársena de El Gorguel, frenada por el Ministerio para la Transición Ecológica y la Unión Europea por su impacto ambiental.
Del papel jugado por Rodríguez en puestos técnicos de Puertos del Estado &ndashdirector de Planificación y Desarrollo, director técnico, subdirector de Relaciones Externas, jefe del Área de Logística e Intermodalidad y jefe del Departamento de Desarrollo tecnológico y Normativo&ndash da idea lo que él mismo recordó en la Cámara Alta, al explicar los presupuestos de su área para 2022 y algunas líneas de trabajo.
Allí citó su participación en el diseño de una alternativa a El Gorguel, sin renunciar a este: «Orientamos el desarrollo de Cartagena hacia Escombreras» con el proyecto Barlomar [822 millones de inversión y 10.000 empleos]. A pesar de las complicaciones por el amplio calado de esta zona del Mediterráneo, espera que la iniciativa prospere.
También indicó que ha trabajado en la redacción de convenios para impulsar nuevas infraestructuras de transporte de mercancías por tren, una estrategia que incluye a la terminal de Escombreras, gracias al acuerdo entre el Puerto de Cartagena, Puertos del Estado y Adif.
Consejero de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras y de Renfe Mercancías, ha pisado el terreno del que habla. Él mismo lo relató así a los senadores a principios de diciembre: «En el tramo Bobadilla-Algeciras, el primero que recorrió esa línea con un maquinista, fui yo personalmente para identificar los problemas ya de inicio. Y a partir de ahí, enlazándome con operadores logísticos, cargadores y transportistas por carretera, empezar a diseñar una serie de actuaciones».
Acostumbrado a exigencias crecientes &ndashfue premio extraordinario de doctorado en la Universidad Politécnica de Madrid y trabajó en una consultora privada&ndash, Rodríguez afronta el reto de pilotar un ente que coordina y controla la eficiencia de 46 puertos de interés general. El próximo año manejará 32,8 millones de euros de presupuesto, en un país con 28 autoridades portuarias ávidas de ver autorizadas cientos de inversiones, entre otras cosas con el maná de los fondos europeos de recuperación ante la pandemia. Y algunas instancias esperan de él «un perfil político» en asuntos que puedan ser delicados para el Gobierno, como la ubicación del Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) en El Espalmador.
Su tía y las patatas fritas
Entre tanto, le llueven los elogios. Representantes de instituciones, sindicatos y empresas navieras que lo trataron en persona lo describen como alguien muy cualificado, colaborador, cercano, afable y familiar. En ámbitos portuarios mencionan su ilusión con que llegara el fin de semana para aparcar el ritmo diario de la capital de España y disfrutar de sus hijos, «sus mellizos». Y afirman que vivió solo unos años en Cartagena, la ciudad natal de su padre, quien sirvió en la Armada, y de él mismo pero que no olvida sus orígenes: «Siempre ha recordado que tiene aquí sus raíces y, cuando venía a reuniones, aprovechaba para visitar a su familia, en especial a su tía. Decía que le encantan sus patatas fritas».
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