Con la alegría pintada en los ojos en una vuelta al cole con mascarilla

La alegría por el reencuentro con los amigos seis meses después del tosco final del curso pasado la llevaban ayer pintada en los ojos los alumnos del colegio Nuestra Señora de Los Ángeles de El Esparragal. Emocionados y nerviosos, los niños formaban, poco antes de las nueve, filas marciales con dos metros de distancia en el patio, y entraban formales al centro con la sonrisa oculta detrás de la mascarilla. Sin abrazos a los amigos en el patio y caminando por recorridos marcados, los más pequeños asumían con normalidad e ilusión las medidas de seguridad. Ariadna se colocaba en una de las filas formadas en el patio con su dibujo de la Covid, en su acuarela sonriente y colorida, en la mano. «Llevo siglos sin ver a mis amigas, se ha hecho muy largo», contaba ansiosa porque llegara la hora del recreo, y cruzando los dedos para que le toque en el grupo con su amiga Carolina. En su cartera, una mascarilla de repuesto por si pierde la de corazones que lleva puesta, gel hidroalcohólico, almuerzo y estuche.

Los nervios estaban ayer a flor de piel en el colegio de El Esparragal, un centro pequeño y de una sola línea que también ha tenido problemas para ajustar los aforos de las clases, de 27 y 28 alumnos. «Confío en que nos envíen refuerzos para poder desdoblar los grupos antes de la semana que viene, que es cuando empiezan todos», contaba Mariola Sanz, quien, después de 39 inicios de curso como maestra y directora, vivió el de ayer como si fuera el primero. «No he dormido en toda la noche», reconocía. En la rediseñada aula con los pupitres separados, los niños de segundo de Primaria asistían atentos a su primera clase, que la maestra Lara Melguizo dedicó a explicar a los niños cómo expresar sus emociones con la mirada y la mascarilla puesta. «¡Estás contenta! Ahora enfadadísima», respondían los chicos al escrutar su expresión. «¡Ahora nosotros!», reclamaron al vuelo los chicos, divertidos con su primera sesión, que, como todas las de esta semana, se centra en el refuerzo emocional para encajar los cambios que la pandemia ha llevado a sus vidas escolares. La primera lección, sonreír con la mirada, ya la llevaron aprendida de casa.