«El Ayuntamiento de Águilas y la Dirección General de Patrimonio Cultural dieron el visto bueno al proyecto; en ningún momento se puso impedimento alguno ... durante las reuniones que mantuvimos con ambas administraciones antes de comprar los terrenos». El jefe de cocina del restaurante Robuchon Madrid, Julio Miralles, que hace unos meses se hizo con la propiedad de la Estación del Hornillo, donde proyecta un local de alta gastronomía, sostiene que «nadie puso reparos» a su iniciativa.
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Tal y como adelantó LA VERDAD, el Ayuntamiento llevará a los tribunales a Adif al entender que esta entidad empresarial subastó de forma «irregular» la Estación del Hornillo, cuyo embarcadero está catalogado como Bien de Interés Cultural. El gobierno local también anunció medidas contra la Comunidad por «desamparo institucional». El equipo de Mari Carmen Moreno sostiene que el plan urbano de Águilas pone objeciones a la iniciativa del cocinero. «La instalación tiene que ir ligada a un uso cultural. Un restaurante como tal no puede montarse ahí», señaló la edil Maido Simó la pasada semana.
Tras el revuelo político, el chef madrileño relata a este diario cómo fue el proceso que siguió para hacerse con la parcela. «Mi mujer es de Águilas y desde pequeña conocía la Estación del Hornillo, un edificio que está completamente 'vandalizado'. Como nos gustaba este emplazamiento, decidimos comentarlo con nuestro equipo de arquitectos, y ellos averiguaron que era de Adif», relata. «En esta entidad nos comunicaron que teníamos que estar pendientes a su web porque ahí era donde salían a subasta los inmuebles que son de su propiedad, así que estuvimos desde abril hasta octubre, todos los días, mirando, hasta que al final se subastó la Estación».
Según su versión, antes del verano de 2022, el cocinero y su mujer mantuvieron encuentros con el Ayuntamiento y el Servicio de Patrimonio, para informarles de su intención de pujar por el inmueble cuando saliera a subasta y de montar en la Estación, tras rehabilitarla, un restaurante. «Nos dijeron que no se podía derribar el edificio, que solo podíamos rehabilitarlo y que no habría ningún problema en montar un local culinario».
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«Antes de nada, nos informamos de todo lo que tenía que ver con la protección del BIC y de su entorno, y llegamos a un acuerdo con el Ayuntamiento y la Comunidad para que este proyecto saliera adelante de forma conjunta, todos de la mano, siempre respetando la ley», expone el chef madrileño. «Llegó octubre, Adif sacó a subasta la Estación y nosotros pujamos 330.000 euros. Y a los 30 días nos comunicaron que el inmueble era nuestro».
Aunque por el momento la Comunidad no aclara, a preguntas de este diario, las limitaciones a posibles actividades económicas que implica la protección de la antigua Estación, el chef hace hincapié en que «tanto el Consistorio como la Comunidad nos dijeron que podíamos montar un restaurante, por eso pujamos». Añade que «somos compradores de buena fe y hemos invertido todos nuestros ahorros en este proyecto, y ahora nos hemos encontrado con esta 'guerra' política».
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Pero Miralles no se muestra prepocupado. «Conocemos lo que conlleva la protección de nuestra propiedad, así como la responsabilidad que hemos adquirido con su compra. Nuestra intención es rehabilitar el edificio respetando siempre la normativa, porque hemos actuado de acuerdo con la ley y así seguiremos», puntualiza. Y añade: «En la propuesta de usos del Plan Director del Embarcadero del Hornillo se sugiere hacer un uso de la estación claramente dedicado a actividades relacionadas con el mundo de la hostelería».
Restaurante Leja es el nombre del proyecto de Miralles. «Una apuesta gastronómica de estilo libre que asume un amplio número de técnicas y líneas de trabajo, a la vez que se apoya en una agricultura local y de temporada, en la pesca de bajura, en los productos cárnicos y lácteos de cercanía, así como en un consumo ético», explica el cocinero. Añade que «buscamos que el local sea un punto de encuentro donde charlar y comer rico. La idea es recuperar este espacio respetando sus valores históricos y medioambientales y compartirlos con la gente».
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«Nuestra intención es respetar la identidad de la Estación y su pasado sin ocultarlo, con técnicas tradicionales, para devolverla a la vida del siglo XXI de su pueblo», expone el chef Miralles. Mientras tanto, continúa el rifirrafe político a cuenta de la Estación del Hornillo.
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