Roberto Buitrago es celador en el Hospital Reina Sofía. A media mañana de este miércoles caminaba por el pasillo de la planta baja sin mascarilla, ... pero la llevaba en el bolsillo. «Me la voy poniendo y quitando en función de la zona por la que paso; así llevo toda la mañana», confesaba. Como él, miles de profesionales optaban por la prudencia en los centros sanitarios de la Región de Murcia. La mascarilla ya no es obligatoria en hospitales, centros de salud ni farmacias, aunque se seguirá requiriendo su uso en zonas como las UCI y las puertas de Urgencias. Muchos sanitarios se acercaban este miércoles a preguntar a los servicios de Prevención y a las plantas de dirección en busca de indicaciones. El Ministerio ha planteado una serie de recomendaciones que las comunidades autónomas deben ahora concretar.
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La prudencia no está reñida con el alivio y la alegría por dejar atrás una situación de excepción que se ha alargado durante más de tres años. Y esto es lo que se respiraba en muchas consultas de Primaria y plantas hospitalarias. El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba este miércoles la Orden que declara «la finalización de la situación de crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19» y acaba con la obligatoriedad de la mascarilla en los últimos lugares en que se mantenía este recuerdo de la pandemia.
El coronavirus sigue ahí, pero el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitaria (CCAES) y la Ponencia de Alertas -que reúne a Ministerio y comunidades autónomas- coinciden en que «la Covid-19 ha sido controlada y, aunque esta enfermedad continúa siendo relevante para la salud pública, ya no supone una situación de crisis sanitaria en nuestro país».
«Por fin podemos ver la cara a los pacientes, y que ellos te puedan ver a ti después de tres años. Da mucho gusto, hay gente que no conocía la cara de su médico», contaba María José Galiana, coordinadora de Enfermería del centro de salud de El Carmen, en Murcia. En las salas de espera de este centro se veían muchas caras descubiertas, pero también aún muchas mascarillas. En las consultas, igual. «Los pediatras las siguen llevando. Al final, se usará en función de cada caso. Si viene un niño resfriado o le tienes que hacer un test de estreptococo, te pones la mascarilla», explicaba Galiana.
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El sentido común y la responsabilidad individual toman el relevo a una obligatoriedad que la mayoría ya no entendía. «Es fantástico poder estar por fin sin mascarilla, no tenía ya ningún sentido», comentaba José Fernando Faus, uno de los pacientes que aguardaban a ser atendidos en El Carmen. Tampoco Jesús Lusarrete llevaba este miércoles este elemento de protección. «Me la he quitado porque hay poca gente aquí esperando. Pero hay que tener cuidado y ver qué resultado da esto. En invierno me la voy a seguir poniendo», explicaba.
La empleada de una farmacia de la calle Cartagena, cercana al centro de salud de El Carmen, también aplaudía el esperado final de la crisis sanitaria. «Nos hemos pasado ocho horas al día con la mascarilla puesta durante más de tres años», recordaba. «¿Es que había más riesgo de contagio aquí que en el Mercadona?», se preguntaba. Si en centros de salud y hospitales todavía se seguían viendo muchas mascarillas este miércoles, en las farmacias habían desaparecido radicalmente.
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En el Reina Sofía, Francisco Sánchez y Paqui Bernabé esperaban turno para coger cita en consultas externas. Ella llevaba mascarilla; él, no. «Lo hago porque trabajo como limpiadora en una residencia de ancianos y no quiero contagiarles nada», explicaba. «Yo he respetado la obligatoriedad hasta ahora, la he llevado siempre. Hasta hoy», apuntaba Francisco. Eso sí, ambos advertían de las aglomeraciones en la zona de Admisión de consultas externas, donde decenas de personas esperaban su turno sin ninguna distancia, y muchos ya sin la mascarilla. «Esto es lo que no puede ser, que haya solo dos personas para atender a tanta gente», se lamentaban.
El Ministerio de Sanidad recuerda que «los centros sanitarios son ámbitos de especial vulnerabilidad en los que la pandemia ha mostrado la necesidad de reforzar el uso de mascarilla en determinados contextos y situaciones». Por eso, insta a que mantengan esta protección «las personas sintomáticas cuando estén en espacios compartidos», así como los profesionales que atiendan a estas personas con síntomas. El Ministerio emplaza a las comunidades a que también mantengan la mascarilla en las UCI, los servicios de Urgencias y en todas aquellas unidades en las que haya pacientes vulnerables, «siguiendo las recomendaciones de control de infección aconsejadas por los Servicios de Medicina Preventiva y Prevención de Riesgos Laborales, según la valoración del riesgo de cada centro sanitario».
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Tampoco será ya obligatorio el uso de la mascarilla para los trabajadores de las residencias de mayores. Muchos profesionales llevaban tiempo reclamando el fin de esta medida, por las dificultades de comunicación que suponía. El Ministerio de Sanidad ya no recomienda su uso de forma generalizada en los centros de mayores o de discapacidad, aunque sí se considera necesario «tomar precauciones adicionales en caso de aparición de síntomas en trabajadores, residentes o visitantes, para evitar brotes, cuidando en todo caso el bienestar de los mayores tanto a nivel físico como emocional».
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