Si no se aplican medidas de reducción de emisiones que sean efectivas, la cuenca del Segura no dispondrá de recursos suficientes para atender las asignaciones ... o demandas actuales comprometidas. «En el caso de que se materialice este escenario pesimista, la solución puede pasar por una reducción de las demandas con menor prioridad según la ley de Agua». Es una de las principales conclusiones de los riesgos asociados al cambio climático, según recoge el Plan de Cuenca del Segura que se aprobó en enero. Cuando la península está atravesando la cuarta ola de calor de este verano, el informe expone una batería de medidas de adaptación al cambio climático para tratar de garantizar el agua flexibilizando las fuentes de suministro, así como frenar la desertización y la proliferación de especies invasoras al aumentar la temperatura del agua.
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A estos riesgos se suma el peligro que se cierne sobre la pérdida de hábitat para especies en aguas frías, como la trucha; además de la posible reducción de oxígeno disuelto en el agua. En cuanto a la costa, el informe constata la afección a los humedales costeros por la subida del nivel del mar, y la desaparición de praderas de posidonia, que podrían disminuir hasta un 10%. A ello se añaden los impactos cada vez más frecuentes de las lluvias torrenciales y el arrastre de sedimentos.
En su diagnóstico, la CHS trata de avanzar en la cuantificación de los impactos. «La conclusión más general que se obtiene del análisis de riesgos es que nuestros sistemas, ya en un frágil equilibrio y sometidos a un gran número de presiones, van a ver acentuada la presión que sufren por efecto del cambio climático», indica el organismo de cuenca. Al mismo tiempo hace una «lectura positiva» de las medidas recogidas en el plan hidrológico de la demarcación, al considerar que van en la dirección adecuada dentro del Plan de Adaptación al Cambio Climático.
Para evitar el calentamiento del agua de los ríos y la afección a los ecosistemas, además de evitar el avance de las especies invasoras, las actuaciones, alguna en marcha, se centran en la restauración fluvial y el mantenimiento de un régimen de caudales adecuado. Se ha tomado como referencia la trucha común, que es la especie con mayor presencia en los ríos. En este sentido, las masas de agua más propensas a sufrir riesgos para la especies piscícolas se encuentran en la Sierra del Segura, así como en algunos tramos altos de los ríos Mundo y Luchena, y la Vega Media del Segura. Son las primeras zonas en las que se deberán plantear medidas para reducir los riesgos frente al cambio climático, con el objetivo último de reducir la temperatura del agua fluyente, indica la CHS.
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Alerta, asimismo, de la expansión de la caña común, una de las principales especies invasoras de la cuenca, sobre todo en los tramos medios y bajo. Otra de las grandes amenazas es el incremento de la erosión y desertificación, así como los efectos dañinos de las avenidas, que obligan a conservar adecuadamente las cubiertas vegetales y abordar proyectos de reforestación.
Algunos estudios que maneja la CHS indican que la temperatura sufrirá un incremento notable de sus valores hasta el año 2050 de un máximo de 2 grados centígrados, que podría aumentar a 4 en verano. Teniendo en cuenta los escenarios de emisiones mediano y severo, el índice de incendios puede aumentar de «manera muy notable» en las zonas costeras de la Región de Murcia y la provincia de Alicante. Sin embargo, los índices de precipitación «no sufrirán cambios significativos» debido a la incertidumbre de los datos actuales. Los valores finales concluyen, no obstante, que la totalidad de la Región de Murcia, la Comunidad Valenciana y partes de Castilla-La Mancha, son las zonas donde se incrementarán en el futuro los episodios de erosión intensa.
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Por otra parte, para prevenir los daños causados por el aumento del nivel del mar en la costa, el informe constata la importancia de mantener un adecuado espacio costero, con cordones dunares y zonas húmedas en buen estado.
Igualmente, para la atención adecuada de las demandas y la superación de eventos de sequía se requiere de una mayor flexibilidad en las fuentes de suministro y el impulso a los recursos no convencionales, así como la mejora de las eficiencias en las redes de suministro. La CHS recalca que alguna de las medidas ya se están poniendo en marcha.
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Para los próximos años se prevé una pérdida de humedales costeros por la subida del nivel del mar, sobre todo aquellos que presentan mayor grado de degradación y antropización, indica la CHS. Advierte, asimismo, de que las zonas costeras de Almería, Murcia y sur de Alicante, mayoritariamente las playas, «se encuentran ya en regresión debido a la disminución de los sedimentos de los ríos -como en Guardamar del Segura- y la interrupción de la dinámica del litoral por la construcción de infraestructuras portuarias, como la de San Pedro del Pinatar.
Pone énfasis en las zonas de gran importancia ambiental, como el Mar Menor y sus humedales perimetrales. Sin embargo, apunta que en la costa murciana también hay un paisaje litoral de calas y acantilados «con un mayor grado de conservación», como las zonas de Calblanque, los entornos de Cabo Tiñoso y Cabo Cope, y el límite con Almería. La CHS propone nuevas herramientas de control y un estudio específico de vulnerabilidad y adaptación al cambio climático de La Manga del Mar Menor.
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