Lifante: «Falta mucho por saber sobre el asesinato de los holandeses»

El propietario de la cantera que Cuenca trataba de vender asegura que falsificaron su firma

EFE

Martes, 4 de octubre 2016, 17:49

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Evedasto Lifante, dueño de la cantera de mármol de Abanilla (Murcia) cuya venta se sospecha que pudo estar en el origen del asesinato de la jugadora holandesa de voleibol Ingrid Visser y de su pareja, Lodewijk Severein, ha dicho hoy que el caso no está cerrado al faltar mucho por saber sobre lo que ocurrió.

En declaraciones a Efe, ha manifestado que el caso no está agotado y que se debió profundizar más en algunos aspectos de la investigación llevada a cabo desde que se supo de la desaparición de la pareja, ocurrida el 13 de mayo de 2013, cuyos cadáveres fueron hallados dos semanas después enterrados en un huerto de la pedanía murciana de Alquerías.

Ha señalado que a lo largo de estos tres años ha tenido la posibilidad de analizar lo que consta en el sumario y de sacar sus propias conclusiones sobre la participación de cuantas personas pudieron hacerlo en los asesinatos y los posibles móviles.

Para Lifante, que era a la vez dueño del club de voleibol donde jugó Visser durante dos temporadas y del que era gerente el acusado Juan Cuenca, que ayer reconoció que se había planteado la posibilidad de las muertes cuando contrató los servicios de Ion Valentín, "en todo esto hay unas claves" que cree haber conseguido descubrir.

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Aunque no ha querido adelantar cuáles son, ha añadido que las tiene recogidas en un libro a buen recaudo que se propone publicar cuando acabe el juicio que desde el pasado miércoles se desarrolla en Murcia ante un jurado popular.

Por otro lado, ha dicho estar convencido de que él mismo iba a ser una de las víctimas, conclusión a la que dice haber llegado tras analizar lo ocurrido en la casa rural de Molina de Segura donde Visser y su pareja murieron y por ciertas experiencias personales vividas antes.

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Ha dejado entrever que una vez muerto, las personas de las que sospecha podrían supuestamente tener el camino libre para disponer de su cantera, valorada en 800 millones de euros por ser rica en mármol de gran calidad, negocio que ha planeado desde los primeros momentos de la investigación y ahora a lo largo de las sesiones de la vista oral que se llevan celebradas.

Falsificaron mi firma

Durante su declaración y a instancias de la Fiscalía se ha le ha exhibido un contrato en el que aparece su firma y, según el cual, ofrecía a un inversor una opción de compara sobre la cantera, previa entrega 300.000 euros.

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Evedasto Lifante ha reiterado en varias ocasiones que "jamás" estampó su firma en el documento, y que la firma pudo ser falsificada por Juan Cuenca, ya que tenía acceso a la documentación que obraba en el club de voleibol, del que Lifante era dueño y en el que Cuenca colaboró para la organización de unos campeonatos.

También ha revelado que cuando cesó la relación con Cuenca comprobó que habían desaparecido de las oficinas de esta entidad deportiva documentación sobre la misma y los ordenadores, por lo que a Cuenca exigió su devolución, a lo que se negó diciendo que no lo haría hasta saldar las deudas que tenía con él.

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Esta cuarta sesión de la vista oral, que desarrolla en la Ciudad de la Justicia de Murcia ante un jurado popular ha dado comienzo con la declaración de Serafín de Alba, propietario del huerto de limoneros donde fueron enterrados los cadáveres de la pareja, acusado de encubrimiento.

De Alba ha negado en varias ocasiones que Cuenca le hubiese hecho la menor referencia sobre los crímenes y también que conociera que los restos morales habían sido enterrados en su finca.

En esta sesión también han declarado, en este caso como testigo, D.F., quien ha asegurado que en varias ocasiones le prestó dinero a Cuenca y que ha añadido que entró en contacto con él porque le había ofrecido la compra de la cantera.

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El testigo ha añadido que desistió de formalizar la operación porque sobre la misma pesaba una hipoteca de 40 millones de euros.

En la misma calidad de testigo ha declarado, así mismo, M.M, quien ha señalado que comenzó a prestar servicios para Juan Cuenca como chófer de forma esporádica, pero que en un determinado momento lo dejó porque siempre lo "llevaba en promesas" de buscarle trabajo y nunca lo cumplía.

Al preguntarle la fiscal del caso si recordaba los motivos por los que durante el día 13 de mayo en que se produjeron los asesinatos y los dos días posteriores había recibido 19 llamadas de Cuenca en su teléfono móvil, ha contestado que no recordaba el contenido de las mismas y que Cuenca lo llamaba con mucha frecuencia por lo que tampoco le dio importancia.

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