Un alcalde con ganas de pelea

Desde la libertad de expresión y el fomento del respeto a los derechos humanos fundamentales y las libertades públicas, 'La Verdad' lleva 113 años contribuyendo a mejorar la sociedad de la Región de Murcia con información rigurosa y opinión libre, plural e independiente. En el ejercicio de esa función social, como sucede en todos los países con libertad de prensa, los representantes públicos son objeto de escrutinio en el periódico para contrastar la coherencia entre sus palabras y sus hechos. No todos los políticos llevan bien la existencia de un medio de información independiente que solo está comprometido con sus lectores, y desearían una prensa más sumisa con el poder político. Pero ninguno ha llegado tan lejos como el alcalde de Cartagena, José López. La creación con dinero público de una web, ideada para contrarrestar informaciones incómodas con propaganda oficialista, fue el primer aviso. Luego vinieron las patrañas de que las críticas periodísticas obedecían a la escasa inversión publicitaria de la Corporación, algo absurdo en un medio como el nuestro donde los ingresos publicitarios institucionales no suponen ni el 1 por ciento de su facturación. Después comenzó a señalar a redactores de 'La Opinión' y 'La Verdad' con nombres y apellidos para desacreditar su trabajo profesional. Una conducta, de principio a fin, no muy distinta a la de dirigentes populistas como Nicolás Maduro. Después de abochornar a todos con las descalificaciones a la oposición en los Plenos, quien ocupa el primer cargo institucional de Cartagena llegó un paso más lejos el martes al tachar a un redactor de 'La Verdad', en un acto público, de «mono con bolígrafo» por un artículo de opinión publicado en nuestras páginas. Posteriormente, en conversación privada, le regaló al periodista todo tipo de insultos irreproducibles, retándole a salir a la calle para partirle la cara. Detrás de tanta agresividad verbal y búsqueda de enfrentamiento se esconde la nada en aquello que importa a los ciudadanos, la gestión municipal. Que no cuente con nosotros para peleas de taberna, pero ya puede ir descartando que sus insultos y amenazas, impropias de un alcalde, vayan a tener efecto alguno.