JULIÁN MOLLEJO
Sábado, 23 de abril 2016, 00:51
Las sucesivas citas electorales y la cautela de la dirección nacional hicieron que Ciudadanos fuera trenzando su organización en la Región de Murcia con pasos de plomo. Ni siquiera a día de hoy se había completado el organigrama, ya que aún falta por elegir al coordinador regional, y buena parte de lo construido lo ha tirado por tierra el caso de las facturas. Hundido el delegado territorial, Mario Gómez, y tocado el portavoz y responsable del grupo parlamentario, Miguel Sánchez, el partido está obligado a empezar de nuevo en la búsqueda de un liderazgo que hasta ahora no había llegado a fraguar. El escándalo es un terremoto para una organización muy débil en sus estructuras internas, con contradicciones políticas, como el cambio de criterio sobre la moratoria urbanística en el Mar Menor, y fuertes desavenencias internas, como la que aún supura en Molina, cuyos cinco ediles están suspendidos de militancia por darle la alcaldía al PSOE, o las rencillas personales que habían empezado a surgir entre varios líderes locales. Las consecuencias están por ver, pero no serán nada buenas y lo más probable es que frenen el avance de un partido que hace una semana se las prometía muy felices con una encuesta que le situaba ya por delante del PSOE.
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