Miguel Ángel Ruiz
Martes, 9 de junio 2015, 23:32
Después de treinta años de carrera política y de haber desempeñado casi todo el catálogo de cargos públicos posibles, Joaquín Bascuñana García (Molina de Segura, 1951) dimite forzado por las exigencias de Ciudadanos y da el portazo en una efeméride tan señalada como el Día de la Región, tras haberse aferrado al cargo como una lapa. El fiscal anticorrupción del TSJ de Murcia le acusa de ser "el autor último de la prevaricación" en el 'caso Novo Carthago' de presunta corrupción urbanística. Es decir, de estar en el centro de una trama administrativa algunos de cuyos integrantes supuestamente conspiraron, alteraron la legalidad y obtuvieron beneficios económicos por y para favorecer la construcción de un gran complejo urbanístico de la empresa Hansa Urbana en un espacio protegido del Mar Menor. Un asunto en el que ya están imputados el consejero de Agricultura, Antonio Cerdá; el exconsejero de Medio Ambiente Francisco Marqués; más de una decena de altos cargos y/o asesores de la Comunidad Autónoma; y en el que estuvo también imputada la alcaldesa de Cartagena en funciones, Pilar Barreiro.
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¿Gajes del oficio o algo más? Mientras la Justicia apura la instrucción del caso, y hasta que una sentencia dictamine hasta dónde las sospechas se convierten en hechos probados, el informe del fiscal Pablo Lozano sitúa al delegado del Gobierno en el momento más delicado de una larga trayectoria en la que ha caminado más de una vez por el alambre. Porque como consejero de Obras Públicas, Vivienda y Transportes ya firmó en febrero de 2006 una "resolución objetivamente prevaricadora" (palabras textuales del fiscal anticorrupción) que reclasificaba la finca aguileña La Zerrichera también para levantar un resort de lujo impulsado por un promotor amigo, Trinitario Casanova. Una fotografía en la que aparecen compartiendo bocadillos en la plaza de toros de Murcia a la castiza hora de la merienda dejó constancia de esta relación estrecha, que él mismo ha confirmado sin complejos. Sin embargo, no ha sido imputado en esta causa, en la que figuran dos correos electrónicos que le envió en abril de 2007 el entonces consejero de Desarrollo Sostenible, Benito Mercader, para informarle de sus gestiones relacionadas con este espacio protegido de la Sierra de Almenara. Con estas palabras: "Querido Joaquín, adjunto te remito el resumen del plan de gestión. Creo que lo hemos conseguido, aunque me hayan salido muchas canas, no haya dormido durante bastantes noches y haya tenido que utilizar todas mis artes con unos funcionarios, te recuerdo, que no querían saber nada de esto. Un saludo". Estos mensajes estaban en el servidor de Trinitario Casanova dos horas después.
Un 'pata negra' del partido
Gestiones y relaciones aparentemente en el filo de uno de los históricos del Partido Popular (ingresó en el PP en 1985 y formaba parte de los conocidos como 'pata negra' que llegaron al poder en 1995) y uno de los colaboradores más fieles y cercanos al expresidente Ramón Luis Valcárcel, que lo ha patrocinado para todo tipo de puestos de responsabilidad: diputado regional (de 1993 a 1999), senador por designación (tras las elecciones generales de 1995 y de 2011), presidente del ente público Onda Regional (1995), consejero de Obras Públicas, Vivienda y Transportes (de 2002 a 2007, con el añadido de Relaciones Institucionales desde 2003), consejero de Política Social, Mujer e Inmigración (de 2007 a 2011, cuando Valcárcel lo dejó en 'barbecho' con una cartera 'menor' para sacarlo 'del ojo del huracán' de los escándalos urbanísticos) y delegado del Gobierno en la Región desde 2011 hasta hoy.
También fue concejal en Molina de Segura (de 1987 a 1995) y, en paralelo a esta ininterrumpida sucesión de cargos públicos, ha desarrollado un intenso trabajo en el partido como secretario regional de política municipal e institucional, miembro del comité ejecutivo regional y de la junta directiva nacional, secretario ejecutivo de organización...
Lo dicho: prácticamente todos los cargos relevantes ocupables salvo la presidencia de la Comunidad Autónoma. Quizá por ello, durante el confuso relevo de Valcárcel se dejó querer por un reducido grupo de incondicionales y su nombre se barajó tímidamente para ocupar el Palacio de San Esteban. Todo quedó en fuegos artificiales, pero nada le hubiera gustado más.
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Un vistazo rápido a la hemeroteca deja claro que Bascuñana (casado y con dos hijas) ha tenido una creciente presencia pública durante los últimos veinte años, en los que ha combinado su protagonismo institucional con un papel de solucionador de conflictos dentro del PP, siempre por encargo de Valcárcel, un papel que le ha pasado factura porque dentro del partido hay un amplio sector que no lo traga: las consecuencias de ejercer de Señor Lobo y de imponer la autoridad delegada sin remilgos. En ocasiones, con cierta soberbia y prepotencia, se quejan sus enemigos. Cuando Pedro Antonio Sánchez le tomó el relevo como secretario de organización se llevó más de una sorpresa en las juntas locales y tuvo que deshacer 'paquetes' que Bascuñana había dejado atados y bien atados.
Pese a todo, ha sabido mantener el favor de Valcárcel y de un grupo de leales, entre los que destacan su secretario general en la Delegación del Gobierno, Fernando Mateo; el alcalde de Alcantarilla, Lázaro Mellado; y el molinense José Hernández Filardi, veterano e influyente exdirigente del PP.
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Hermano marista
En el partido le llaman 'el curica' (también 'el obispo') por su pasado religioso como hermano marista (desde los 16 hasta los 30 años, aunque no llegó a ordenarse sacerdote) y su costumbre de encerrarse a meditar de cuando en cuando en un monasterio. Su perfil personal, ciertamente opaco, presenta destellos de originalidad: licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca y diplomado en Magisterio por la UMU, hizo el curso de doctorado en Jerusalén, capital israelí donde dirigió el Instituto Bíblico Arqueológico Español entre 1980 y 1981, según consta en su currículo oficial.
Le gustan la pompa y el coche oficial, con el que se desplazaba hasta el Club de Tenis y del que no se bajaba hasta que le abrían la puerta (su vehículo particular es un potente Audi A8). Acostumbraba a pedir que le escolte la Policía Local de los municipios que visitaba y una de sus primeras decisiones como delegado del Gobierno fue incorporar a una jefa de protocolo que cerraba hasta el último detalle de sus apariciones oficiales para que nada chirriase. Bascuñana disfrutaba especialmente en estas ocasiones, donde demostraba su dominio del ceremonial y de los códigos del vestuario. Un control del 'dress code' que aplicaba incluso a las vistosas gafas de sol que lucía fuera del despacho y en las que se reflejaban las luces y sombras de la cosa pública: tantos años mandando, decidiendo y gobernando y un buen día bajo sospecha.
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