María García Clemente
Domingo, 11 de enero 2015, 08:50
Carnes. Salsas por doquier. Dulces a todas horas. Más bebida de la cuenta. La Navidad es prácticamente un mes lleno de comidas, cenas de empresa, reuniones familiares y noches de fiesta en las que la voluntad de comer sano queda a un lado y se disfruta de la mesa sin pensar en el mañana. Hasta que llega el 7 de enero, se termina el roscón de reyes y se toma conciencia de ese pantalón que aprieta más que de costumbre. Es entonces cuando se toman las determinaciones radicales con el clásico "mañana me apunto al gimnasio y empiezo la dieta". Y, en busca de resultados rápidos, podremos caer en las llamadas dietas milagro, que ofrecen resultados instantáneos a cambio de comer uva durante una semana o alimentarse sólo de té verde día sí y día no.
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Pero "si existieran las dietas milagro no habría personas gordas", explica el doctor Juan Madrid, jefe de sección del Servicio de Endocrinología del Hospital Virgen de la Arrixaca. Son programas que prometen adelgazar varios kilos en un par de semanas a cambio de un ayuno casi absoluto o aburridas repeticiones de alimentos. Estas dietas tan restrictivas se dividen en tres grupos: las hipocalóricas desequilibradas; que son monótonas y no incluyen todos los nutrientes; las disociativas, que aseguran que los alimentos no engordan de por sí, sino al consumirse en distintas combinaciones; y las excluyentes, como la famosa dieta Dukan, que eliminan uno de los nutrientes.
Estos planes, además de no lograr su objetivo, pueden perjudicar la salud al provocar pérdida de masa muscular y de líquidos, aumento de la presión arterial o incluso daño renal por sobrecarga de proteínas en la dieta. Además, aquellos programas que promueven eliminar los hidratos de cabrono (cereales, pasta, arroz, legumbres...) para aumentar las proteínas pueden originar un estado de cetosis. Se trata de un trastorno metabólico que aparece cuando se han acabado las reservas de hidratos, por lo que el organismo necesita utilizar las grasas para obtener energía. Esto conlleva efectos secundarios como mareos, náuseas o deshidratación si se prolonga mucho en el tiempo.
La mejor dieta, una vida saludable
Por ello, lo mejor es olvidarse de las promesas increíbles y peligrosas y seguir "unos hábitos de vida saludable, no sólo de dieta", señala Juan Madrid. El endocrino y especialista en nutrición ofrece la única receta para conseguir estar en línea no sólo después de las fiestas, sino todo el año: "Una alimentación adecuada, hacer ejercicio físico adaptado a las características de la persona, evitar hábitos tóxicos (alcohol, tabaco y otras drogas) y no tomar el sol en exceso".
Si además se quieren perder esos tres kilos que engordamos de media en Navidad, el doctor ofrece la solución equilibrada para acabar con ellos en un mes con una dieta hipocalórica, que no tendría más de 1400 calorías, y que combinada con una hora de ejercicio físico permitiría el verdadero 'milagro'. En la hora de la comida, Madrid apuesta por un primer plato de ensalada sin frutos secos, pollo o yogur: "Debe ser grande y tenemos que comérnoslo despacio, porque cuando llevamos 20 minutos comiendo el estómago manda señales al cerebro para que nos vaya quitando el apetito". Para el segundo, el especialista sugiere la tradicional comida de cuchara: legumbres como garbanzos o lentejas, pasta, arroz y pescado. A media tarde se puede comer "dos yogures edulcorados, que tienen unas 100 calorías pero harán que no lleguemos a la cena con un apetito desorbitado y nos comamos lo primero que pillamos". Por último, para la cena, el endocrino propone variedad de platos: "Verduras a la plancha, hervido, consomé, sopa, puré, pescado o carne aliñados...". Lo más importante de esta alimentación es que, además de saludable, "contiene la cantidad de vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes suficientes para mantener un buen estado de salud", resalta el endocrino. Después de volver al peso normal, se pueden hacer excepciones los fines de semana para no perder pequeños placeres como el aperitivo, una cerveza o una copa de vino.
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El doctor hace hincapié en la necesidad de realizar algún tipo de entrenamiento "Es fundamental para la salud y para mantener el peso. Con una hora al día para andar es suficiente. Mucha gente dice que no tiene tiempo, pero siempre digo que cuando uno quiere, saca tiempo. Merece la pena porque uno se encuentra mejor, tanto física como psíquicamente". Así, con un pequeño esfuerzo y un cambio de mentalidad con respecto a la comida, los kilos de más no tienen por qué pasar factura más allá de febrero.
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