EFE
Martes, 11 de noviembre 2014, 17:31
Bullas está sumida en el dolor sin poder recuperar del todo la normalidad y el mejor ejemplo es su fábrica, Mensajero, de la que eran 3 de los 14 fallecidos, y que además cuenta con 3 trabajadoras hospitalizadas y 10 en sus casas que viajaron en el autobús que el sábado volcó en Cieza.
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Su gerente, Joaquín Pérez, dice que hay muchas afectadas allí porque unas organizaron el viaje y el resto se apuntaron. Hoy el envasado de pera de la factoría queda suspendido hasta el jueves.
Cerca de allí se encuentra el colegio obispo García Ródenas que abrió hoy con una reunión con los pequeños supervisada por su director, Juan Matías Caballero, "para que los críos se expresaran" y entre sus relatos estaba uno que decía que el cura Miguel Conesa había muerto por salvar la vida de su compañero de asiento colocándole el cinturón. El conserje también está herido y Pilar, una profesora, vive el luto por su madre Catalina.
El director explica cómo los más pequeños reciben mejor que los mayores el dolor, y así un niño de 6 años ha querido venir pero no así su hermana de 12, ambos afligidos por la pérdida de sus abuelos.
Un equipo de convivencia de la Consejería de Educación mantuvo esta mañana una reunión con los profesores del instituto Los Cantos, ubicado al lado del pabellón Juan Valera donde el día anterior los Reyes presidieron el funeral, ya que habrá que tratar con cautela a los 658 alumnos, visiblemente afectados.
Las pertenencias de los pasajeros del autobús siniestrado se encontraban en el puesto de la Guardia Civil de Caravaca, el más cercano al lugar donde volcó el vehículo por un terraplén de casi veinte metros, pero hoy acudió al cuartel de Bullas alguna familia a recoger carteras, móviles y equipaje de sus seres queridos.
Muchos heridos que se encuentran en sus casas no pueden hablar ni con sus personas más cercanas y se pasan el día llorando, según comentan en plena calle dos vecinas, Encarna Méndez y Lola Duque.
Ambas recuerdan con vivencia a Ascensión Durán, de 44 años, otra de las víctimas mortales. "Era la mas graciosa del pueblo, siempre cantando, la más alegre", comenta Lola Duque, que en los últimos años hizo ese periplo a ver a la santa Maravillas al Cerro de los Ángeles, pero que en esta ocasión lo dejó "porque había que madrugar mucho. A las 5 es muy temprano y yo ya estoy muy mayor".
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En la calle José Echegaray vive el copiloto del autobús, foco de atención de los medios, harto de contestar sus preguntas se refugió en su hogar negándose a repetir lo que ya había contado; que le había dado el relevo en el restaurante de Honrubia (Cuenca) y que le oyó decir que no frenaba.
Tres banderas a media asta frente al consistorio, al que hoy no acudió ningún vecino, pero allí estaba la concejala de Mujer y Servicios Sociales, María Antonia Abril. "La obra de teatro del sábado la hemos suspendido y aplazada la entrega de unos galardones de Igualdad.
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Barajan pedir ayuda psicológica a la Comunidad no sólo para las víctimas y sus familiares, sino incluso para los vecinos de éstos porque han sido tantos los dramas que tocaron de lleno a todas sus casas, entre los que destacan el de Enrique Huéscar y Ana Martínez, que dejan dos hijos o el de la organizadora del viaje, Catalina Sánchez, que deja tres hijos, o Inmaculada García, de 34 años, la más joven de los fallecidos.
"El tiempo no lo cura todo", asevera el director del colegio. Habrá que canalizar esa pena "y yo no se si plantando unos árboles o un monolito", medita en bajo.
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