Kike Boned, junto a Juan Antonio, en las instalaciones del Olimpic Club.

Historias de esfuerzo y superación

«Son chicos que están muy motivados, y son muy afables y extrovertidos», asegura Kike Boned, director del Olimpic Club. Juan Antonio y María son dos de los 40 jóvenes que han logrado empleo gracias a Fundown

Fernando Perals

Lunes, 3 de noviembre 2014, 00:57

«Es una gran labor la que realiza la fundación con estos jóvenes», afirma el exjugador de ElPozo, Kike Boned, ahora director del Olimpic Club de Murcia. «Son jóvenes muy afables, abiertos y extrovertidos, y su relación con los trabajadores del club es excelente». Bajo sus órdenes tiene a Juan Antonio, un chico de Los Dolores que hace funciones de jardinería y mantenimiento. «Son personas que están muy motivadas, con una fuerza de voluntad tremenda y un interés por hacer las cosas perfectamente», remarca el héroe del fútbol sala.

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Tras cerca de un año de aprendizaje en el centro que Fundown tiene en Librilla, Juan Antonio está realizando sus prácticas en el centro deportivo. «Podo los setos y los árboles, recojo las hojas y limpio las zonas comunes para que los socios puedan jugar cómodamente», dice con su eterna sonrisa, tras desayunar con sus compañeros, como un trabajador más, en la cafetería. Ceferino -uno de los seis formadores que tiene la asociación y preparador laboral- apoya diariamente a Juan Antonio, y también a Sonia, que realiza labores de limpieza en las instalaciones del club deportivo.

«Muchas veces tenemos que olvidar las reticencias y los miedos a la hora de contratar a un discapacitado intelectual. La realidad te confirma que funciona como otra persona en la empresa», asegura Emilio Álvarez, propietario de Sedibasa, compañía de distribución alimentaria instalada en Molina de Segura desde hace varias décadas.

Secretaria y archivadora

María, después de un periodo de prácticas de dos meses, trabaja a media jornada como secretaria y archivadora en esta empresa. Tras una presentación del programa por parte de Irene Molina, coordinadora del Área de Empleo, a los responsables de la empresa, éstos firmaron un convenio con la fundación y abrieron las puertas a esta joven, que sorprendió al gerente y dueño de la compañía. «Lo primero que me dijo fue si podía recibir llamadas a su móvil en horario laboral; luego solicitó permiso para almorzar y comer su bocadillo en el lugar habilitado en nuestras instalaciones», indica Álvarez. «Son este tipo de detalles los que no nos dejan de sorprender a empresarios que llevamos muchos años en el negocio y que no ves habitualmente en los trabajadores de la plantilla, que lo dan por hecho y dentro de sus derechos adquiridos».

En su nuevo puesto de secretaria, María tuvo a su lado a Alicia -su preparadora-, quien la ayudó a adaptarse a los métodos de trabajo de la compañía alimentaria. Alicia medía su calidad y rendimiento, y sus habilidades a diario; con el paso del tiempo, sus visitas de control se han ido dilatando para dejarle plena autonomía.

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«Debemos ser un apoyo para la empresa, y mostrarles las ayudas y subvenciones que las administraciones ofrecen por contratar a una persona con discapacidad intelectual», afirma Molina, quien controla a más de 40 usuarios de la fundación en diferentes compañías regionales.

María asegura sentirse «muy feliz con mis jefes y mis compañeros». A pesar de sus nervios iniciales, dice que ahora se considera «más segura cuando cojo el teléfono, desvío las llamadas y acompaño a las visitas a los diferentes despachos de Sedibasa». Está dentro del programa de empleo desde 2008.

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