R.H.
Jueves, 2 de agosto 2012, 19:26
La isla Perdiguera recibe su nombre de cuando en el siglo XVIII fue un coto de caza privado del infante don Felipe, hijo de Felipe V.
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A principios del siglo XX fue comprada por el Conde de Romanones al Barón de Benifayó, y éste a su vez se la cedió al Estado.
Años previos a la Guerra Civil, la ínsula fue utilizada por la Armada como zona para prácticas de bombardeo aéreo con fuego real, existiendo observatorios blindados y barracones para advertir la precisión del tiro. Muchas bombas que no explotaron dejaron la isla minada de esos artefactos que años después tuvieron que ser localizados y desactivados.
Una labor que se hizo imprescindible cuando, a partir de la década de los noventa, La Perdiguera comenzó a ser un lugar de atracción turística al instalarse allí varios chiringuitos especializados en la preparación gastronómica de la sardina y calderos.
Centenares de barcos recreativos ocuparon durante años los embarcaderos instalados en la isla para recibir a la clientela.
Esos años de explotación hostelera han terminado con gran parte de su vegetación aunque las zonas menos accesibles conservan la configuración de palmitos y chumberas originarios.
Fue en el año 2007 cuando la Demarcación de Costas derribaría los chiringuitos cumpliendo con una de las reivindicaciones históricas en el Mar Menor para salvaguardar su flora y su fauna.
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