El Lucentum se prepara para lo peor

Malos augurios. El consejo de administración del Lucentum se reunió ayer durante dos horas y media en las dependencias del Hotel Amérigo sin dar con la fórmula que garantice la continuidad en la ACB de la Sociedad Anónima Deportiva a la que representa. El Ayuntamiento de Alicante no encuentra soluciones viables que impidan la causa de disolución en la que se halla el Meridiano en la actualidad.

El club necesita 1,5 millones para liquidar las deudas con la plantilla, el cuerpo técnico y los trabajadores que tiene en nómina y otro millón más para satisfacer las multas y los pagos aplazados que en su momento renegoció con Hacienda y Seguridad Social para levantar los embargos de las cuentas.

La falta de apoyo institucional es el principal lastre del Meridiano. El Ayuntamiento es el único que aporta y sus arcas no soportan el ritmo de inversión que requiere un equipo de baloncesto profesional. Ayer, en la reunión del órgano de gobierno estuvo representado el consistorio en la persona de Juan Seva; también la Diputación, que delegó su voto en José López Garrido (director de SUMA), pero no dio señales de vida la Generalitat.

El futuro del Lucentum rezuma un color azul oscuro, casi negro, bastante lacerante. El Ayuntamiento, en un tardío ejercicio de responsabilidad, reconoce que no tiene capacidad para hacer frente a las deudas de la entidad que preside Miguel Cano, y mucho menos para poder elaborar un presupuesto que permita al equipo de Txus Vidorreta afrontar la próxima campaña con una mínima garantía del cobro mensual de las nóminas.

Por eso, el órgano de gobierno aprobó anoche de forma unánime la convocatoria de una asamblea en las próximas horas que, respetando los plazos que exige la Ley, se fijará alrededor del 19 de julio. En ella se expondrá el balance contable del club y, en relación a él, tendrán que ser los propios accionistas quienes decidan qué hacer con la SAD.

Liquidación por cierre

Solo existen dos vías. La primera, la única que rezuma vida, pasa porque alguien aporte el dinero necesario para cerrar sin déficit el presente ejercicio -que expira el 30 de junio- y, además, cubra el presupuesto de la próxima temporada. En total, y siempre hablando de mínimos, se trata de reunir cinco millones de euros para garantizar la continuidad de Alicante como plaza ACB. Eso exigiría otra ampliación de capital o la inyección monetaria de algún inversor particular, algo que, de momento, está totalmente descartado por el Ayuntamiento.

La segunda vía, la más luctuosa, significa el punto y final a una aventura que resultó herida de muerte tras la gestión que terminó con el último descenso deportivo en Las Palmas. Siguiendo este cauce, se trataría de abrir un proceso concursal que sirviera para negociar con los acreedores antes de la liquidación definitiva de la sociedad.

Según la Ley que regula a las sociedades mercantiles, y las deportivas lo son, el Lucentum arroja un balance contable que le aboca a la quiebra, o lo que es lo mismo, está en causa de disolución. Y no por dispendio en la gestión de los recursos, que no, si no por no haber podido cubrir el presupuesto a la baja que se aprobó en asamblea el pasado junio. Además, muchas de las partidas previstas que sí han entrado, lo han hecho por debajo de lo previsto. Eso, unido al peso que genera la deuda heredada de la gestión anterior contraída con Hacienda, Seguridad Social, hoteles, agencias de viajes... y la devolución de préstamos a la CAM con todos sus intereses, por citar algunos pasivos, ha hecho del día a día del club un juego quimérico de números que ha provocado múltiples promesas incumplidas.

A pesar de todo, el equipo ha creído en la palabra dada y ha conseguido un objetivo que ahora amenazan con arrebatarle las deudas. Números rojos, tanto como el color de muchos rostros en esta Comunidad si, como todo parece indicar, dejan morir el basket profesional en Alicante.