DISPARO. Una jugada del encuentro de ayer en el campo del Mérida. / JERO MORALES
Aguilas

El Águilas llora en el último segundo (1-0)

Los aguileños encajan un gol en el minuto 93 y se repite la historia del año pasado

GECA SPORT

Lunes, 13 de octubre 2008, 03:23

El Águilas sufrió ayer en Mérida la misma medicina que el curso pasado le alejó de luchar por el cuarto puesto en la última jornada. Cuando ambos firmaban el reparto de puntos, Sabino (al igual que el año pasado Luciano) decantó la balanza del lado del Mérida. El Águilas estuvo tan bien plantado como atrevido. Pero en los últimos minutos se olvidaron de que el única peligro ofensivo de los emeritenses reside en las botas de Ismael y Sabino. Y entre ellos sentenciaron el choque. Ismael raudo y veloz se fijó en José Juan y salió hacia él como un tiro. Después de recortar a los dos centrales aguileños dentro del área, regateó al guardameta murciano y, cuando estaba a punto de rematar la jugada, sufrió un penalti por parte de José Juan. El árbitro decidió aplicar la ley de la ventaja porque por la izquierda aparecía Sabino para fusilar a puerta vacía por la escuadra. No se lo podía creer la expedición aguileña, después de haber llevado la iniciativa en el juego durante gran parte del partido, y de llegar más al área emeritense, que su rival a la suya. Pero todas las aproximaciones aguileñas no encontraban un remate claro. Y cuando lo encontraba, no acertaron con la red. Tal y como pasó en el minuto 40 de la primera parte, cuando Teo remató de cabeza en el segundo palo y el emeritense Jesús le tuvo que sacar en la misma línea de gol. O cuando en el minuto 59 de partido David Franch, dentro del área pequeña, se revolvía para rematar solo y el balón salía rozando el palo. No tuvieron más ocasiones claras, en parte, porque los emeritenses jugaban con muchísimos hombres por detrás del balón. Eso sí, las pocas aproximaciones al área de José Juan se saldaban con más peligro que las aproximaciones del Águilas al marco de Garavano. Por ejemplo, un disparo al larguero de Gaspar o uno de Ismael desde el pico del área pequeña que José Juan enviaba a corner, entre otras. Pero cuando ninguno de los dos lo esperaba, la sociedad Ismael y Sabino funcionó para que el Águilas, tal y como sucedió la temporada pasada, se quedara de nuevo con la miel en los labios.

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