A. SALAS
Viernes, 29 de agosto 2008, 02:31
«Como ya por estos lares existe la democracia, fundemos la rapsocracia, el poder de los juglares», propone el repentista cubano Alexis Díaz Pimienta. Divertidos, cultos y tremendamente carismáticos se mostraron los dos primeros juglares del Encuentro que ha organizado junto al Mar Menor Matías Tárraga y el Ayuntamiento de San Javier. Ni el poder de las armas sostendría así un pulso frente al de encandilar a las masas. Es la fuerza juglaresca, que ejercen estos personajes populares, difusores de la cultura, nómadas transportadores de cuentos, malabaristas de palabras que encantaban al público, por eso la iglesia les temía y los persiguió durante siglos.
Publicidad
El Encuentro de Juglares de San Javier surgió con la intención de divertir y de dignificar la figura del juglar, demostrar que su altura artística llega a la de un escenario teatral. Con sus micrófonos inalámbricos y el aura de los focos. Dos maestros como el exquisito Luís Felipe Alegre y el desbordante Pimienta demostraron la primera noche del Festival que la dignidad la llevan puesta. Como el zaragozano Alegre luce su capa. Maestro de actores, no es de extrañar que el público pague por escuchar a este veterano recitador, incluso «en esta España de todos los demonios» (Gil de Biedma), en la que ver a Ronaldinho a un kilómetro de distancia alcanza los 500 euros (compruebe en Internet) y escuchar a alguien recitar con gracia sólo cinco.
Por 5 euros, uno se puede sentar bajo las estrellas y que le regalen los oídos y el alma con unos versos alejandrinos para abrir boca, seguidos de una magnífica historia del Arcipreste de Hita, contada con mesura y donaire, digna de las carcajadas que arrancó Luís Felipe al desplegarla, porque los cuenteros van mostrando con ese gozo su mercancía, como si desdoblaran un pañuelo de seda.
Con capa
El juglar de capa y verbo secuestró después al auditorio con unos cuentos de Samaniego, unas historias trabalenguas que convirtieron a todos en niños encantados, y un romance de ciego con todos los ingredientes sórdidos que atraían a los campesinos cuando se acercaban a los siniestros recitadores en las plazas cubiertas de paja y excrementos. Evocó a Quevedo, reinventó un Bululú gallego e dramatizó el conocido poema de Juan de Dios Peza que recuerda cómo «el Carnaval de la vida engaña tanto, que aquí aprendemos a reír con llanto y aprendemos a llorar a carcajadas».
Luis Felipe Alegre es de esos actores que hacen recuperar la esperanza al espectador, entre tanto montaje estupendo y bien presupuestado de compañía nacional que luego se deja en casa a los actores y se les pierde la palabra.
Publicidad
En los 5 euros entraba además el desbordante verbo improvisado del cubano Pimienta, un volcán rimador, escurridizo y rápido, cabecilla de un grupo de repentismo fusión, una especie de punto cubano, que mezcla la improvisación más endemoniada con la guajira, la rumba y el contagioso ritmo isleño.
Escritor prolífico y encantador de masas, el cubano demostró que puede encadenar horas «improvisando derroches». Con un combo cubano de música popular y embrujo caribeño, Pimienta hizo honor a su nombre con diabluras rimadas que eran presente absoluto, centrifugando emociones a toda máquina, nostalgias con aroma habanero.
Publicidad
«Esta noche en San Javier, voy a escribir sobre el viento, y ustedes desde el asiento, mis versos van a leer». Imposible seguir el trepidante talento de este escritor que ha recibido ya varios premios.
Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.