JOSÉ MONERRI
Lunes, 25 de agosto 2008, 10:45
El Duque Severiano padre de los Cuatro Santos tiene una calle a su nombre en el ensanche de Cartagena, una calle que tiene entrada por la Alameda de San Antón y salida por la calle del Doctor Calandre. Fue en la comisión permanente del Ayuntamiento de fecha 15 de noviembre de 1929 cuando el alcalde expuso la conveniencia de proceder a la rotulación de aquellas calles del ensanche que ya estaban urbanizadas y en las que ya eran numerosas las edificaciones realizadas. Fue en el pleno ordinario de 25 de noviembre de 1960 cuando se confirmó la denominación del Duque Severiano a dicha vía urbana.
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Eduardo Cañabate escribe que si la mano del hombre no quiso continuar el embellecimiento de Cartagena, la mano del cielo la engrandeció más que pudieran todos los reyes, con la descendencia del nobilísimo Duque Severiano.
Lo más probable, según vemos en las vidas de los santos Isidoro y Leandro, es que el Duque Severiano, su padre, fuese hijo del rey Teodorico Amalo, ostrogodo y rey de Italia que vino a reinar durante la menor edad de su nieto Amalarico, el cual, según versión del Rvdo. Padre Soler, muy bien pudo casar en España y tener por hijo a Severiano, luego Duque y Señor de Cartagena. Prueba de acuerdo con esto que su mujer española se llamó Santina o Sancha, que dice descendía del emperador Teodosio. Con su madre se crió Severiano, y de ella recibió los primeros rudimentos de la fe católica.
Severiano era duque de la Provincia Cartaginesa con estados propios en ella y en cuya capital residía por ser al mismo tiempo señor de dicha ciudad. Se casó en Cartagena con Túrtura o Teodora, que según algunos cronicones antiguos era también de sangre real. Tuvieron por hijos a San Leandro, San Fulgencio, Santa Florentina y San Isidoro, y a Santa Teodosia.
Severiano salió con toda su gloriosísima familia de su ciudad de Cartagena, precisado por el rey Atanagildo, no por causa de la fe católica que profesaba, sino para ceder Cartagena al emperador Justiniano en pago de sus tropas auxiliares.
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Es Óscar de Jódar Bonilla quien escribe que con el nombre de la Casa de los Cuatro Santos existió en Cartagena hasta la Guerra Civil un edificio que en sucesivas reconstrucciones cumplió durante cuatro siglos las diversas funciones de capilla, Palacio Episcopal y asilo de ancianos.
Incluso se podría afirmar que constituyó el primer museo arqueológico de Cartagena. Sin embargo, su destrucción física parece haber llevado también a la eliminación de su memoria. El privilegiado lugar donde se levantaba, en la falda del monte de la Concepción, fue ocupado en los años setenta por el auditorio del Parque Torres y hoy no queda ningún vestigio del que se supone fue el Palacio del Duque Severiano. También fue la residencia de verano de los obispos de Cartagena, de la sede de la primera colección arqueológica de Cartagena, de la primera sede de las Hermanitas de los Pobres, y por qué no decirlo, de la primera de las casas nobles cartageneras.
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Tal llegó a ser su significación que uno de los nombres del monte de la Concepción fue éste, Monte de los Cuatro Santos. Fernández de Villamarzo recuerda la existencia de una lápida empotrada en la fachada principal que mira al Norte de la llamada Casa de los Cuatro Santos, cuyo texto es el siguiente: «Esta es la Casa del Duque Severiano a donde nacieron sus hijos San Fulgencio, obispo de Cartagena, San Leandro y San Isidoro, arzobispos de Sevilla, Santa Florentina, fundadora de 50 monasterios y la reina Teodora, madre de san Hermenegildo. Reedificola don Sancho Dávila y Toledo, obispo de Cartagena. Año de 1592»
La personalidad del duque Severiano es indiscutible. De relieve político y padre de los cuatro santos que tanta fama han dado -y siguen dando- a su Cartagena natal.
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